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»Quiero decirles también que casi inmediatamente después del atentado me llamaron el presidente Harad y los miembros del Concejo Simón Jacques y Mikhail Corain para expresar su repulsa. Todos, sin importar el partido político al que pertenecen, entienden lo que está en juego cuando se producen actos como éste. No necesito decirle esto al pueblo de Novgorod, que ha luchado contra las tácticas de los extremistas y también contra las ofertas de ayuda del gobierno central. Yo considero que Novgorod es un ejemplo. La gente puede persuadirme con sus ideas, pero no van a conmoverme con violencia o amenazas de violencia.

»Esta no es la primera vez en la historia que alguien intenta algo similar y por lo que sé, la respuesta que funciona mejor en estos casos es exactamente el tipo de desprecio que Novgorod siente hacia ellos y sus ideas... desprecio, pero no paciencia, no paciencia. Cada vez que el Concejo se reúne para debatir diferencias honestas, todos ganan, precisamente porque la civilización está funcionando y la mayoría y la minoría tratan de lograr un acuerdo justo que proteja a la gente a quien representan. Por eso estos tipos que sólo se preocupan por su conveniencia por encima de todo tienen que destruir al Concejo; y también por eso la mejor respuesta es un consenso de todos los cuerpos electivos. Que todos entiendan y declaren que las ideas son valiosas, las voces pacíficas merecen una consideración muy seria, las necesidades humanas deben tratarse mediante una distribución sabia de los recursos y el principio de la vida tiene que estar bien alto en nuestro sistema de valores, inmediatamente antes de nuestra preocupación por la calidad de vida y la libertad de expresión. Quien haya hecho esto, a partir de una noción equivocada de algo que es supuestamente correcto y está por encima de la ley, no me asusta ni me convence. No voy a retirarme. Al contrario, el responsable me ha hecho comprender la importancia de la ley; y voy a presentarme a las elecciones algún día; voy a hacerlo y voy a respetar el voto de mi electorado, sea cual fuere el resultado, porque una elección honrada es una cosa, y crear el caos para debilitar a los representantes del pueblo no es disentir, es sabotear el proceso como lo están haciendo los que colocan bombas. Yo no pienso involucrarme en algo así, ni ahora ni nunca.

Escucha esto, Vladislaw Khalid.

Si mi electorado opina que debo sentarme en el Concejo, recordaré el precio que cuesta tener un Concejo; y recordaré que debemos tenerlo, a pesar de quienes creen que están por encima de la ley, o que tienen toda la razón, tanta que pueden arrebatarnos nuestras vidas si lo desean.

»Esta es mi declaración personal. Hasta ahora me he sentido contenta de mantenerme tan lejos como podía de la escena pública; ahora no puedo hacerlo, porque alguien decidió matar gente para que yo no hablara. Así que voy a hablar con voz bien alta y con toda claridad, voy a hablar cada vez que haya algo que decir, porque ésa es la mejor manera de luchar contra los que quieren que me calle.

»Ahora, contestaré a sus preguntas.

Estaba bien, pensó. Se escabulló con un:

—Lo lamento, me estoy quedando sin voz. —Y un temblor en la mano con la que se apartó un poco el cabello de la cara; no tuvo que fingir eso. Lo había disimulado hasta ese momento y cuando estuvo lejos de las cámaras tuvo que sentarse con rapidez, pero lo había hecho bien y había dicho exactamente lo que quería decir.

—¿Algo nuevo? —preguntó a Catlin, que había estado al corriente de la red.

—No, sera —respondió Catlin.

Ella suspiró y aceptó el agua que le ofrecía Florian.

—Mierda. —La amenazaban las lágrimas, y el dolor y el cansancio y la frustración de la situación. Estaba amaneciendo. No había dormido desde la noche anterior al funeral de Giraud. Ayer. Dios—. Voy a hacer una llamada a Amy —dijo con voz tranquila, controlada—. Pídele a Lynch que concierte una breve entrevista con los cancilleres y los suplentes que estén a mano; y con el Departamento; quiero estar en el aeropuerto a las 0900.

—Sera, no ha dormido nada. Permítase un descanso.

Ella se sentó un momento y pensó en eso. La explosión seguía ocupándole la mente. Los cuerpos quemados. Las habitaciones llenas de humo, las luces que brillaban, difusas, en la niebla.

No quería cerrar los ojos, no quería comer ni despertar las heridas metiéndose en el suéter que había traído: esos dolorcitos la molestaban, sobre todo cuando había tantas cosas peores en qué pensar.





Así que no pensaba en los «y si...» ni «podría haber pasado...». Debía pensar en el presente y confiar en las decisiones que había tomado hacía ya mucho tiempo.

Trabajaría a toda la Unión si era necesario. Prometía orden donde el orden no existía; prometía moderación y acercamiento a Corain, que era la oposición que ella prefería. Para no tener que enfrentarse a Khalid.

Se movía más cerca del centro de momento, para hacer que la oposición se acercara también, siempre que ellos estuvieran tratando de hacer lo mismo, claro; y siempre que después, los inteligentes, los rápidos, dieran el próximo salto dejando a la oposición ahí, sentada en medio de la confusión, en el nuevo centro.

Trabajar el macrosistema, diría Ari senior.

Mientras todo lo demás se iba a la mierda y nada de lo que ella amaba duraba demasiado.

Menos Florian y Catlin. Menos la única lealtad sin condiciones, la única cosa que el asesino de Ari no se había atrevido a enfrentar.

Justin se despertó, hizo una mueca por los huesos doloridos y la posición que le había obligado a tomar el duro banco del baño; se despertó y trató de moverse deprisa al oír las puertas exteriores, para colocarse el cabello en algo parecido a un orden y levantarse antes de que el intruso cruzara las otras puertas; pero estaba solo, levantado a medias y sin equilibrio cuando entraron dos hombres en ropas de trabajo que lo miraron con los ojos muy abiertos durante un instante, sorprendidos. El se volvió hacia el lavabo tan natural como respirar, abrió el grifo, se mojó las manos y se las pasó por el cabello.

Pero los dos hombres aparecieron en el espejo, a su espalda, bien cerca.

Por un momento, se aterrorizó. Después pensó: Mierda, no son Seguridad de Reseune y se volvió con el codo derecho por delante y toda la fuerza de que era capaz , asustado cuando los alcanzó, pero seguía la secuencia enseñada por cinta, una vuelta completa y un golpe en el pecho.

Durante una décima de segundo observó el resultado, un hombre arrojado contra el rincón, el otro abajo, Dios, pensó y después vio al primer hombre que abría los brazos para atacarlo, arrancó a toda velocidad hacia la puerta y la cerró de golpe, atravesó la segunda y salió al túnel que ya empezaba a llenarse con el tránsito de la mañana.

¿Y si estoy equivocado? Ese hombre podría haber muerto. Podría haber matado a alguien.

Y después: No. Lo capté bien.

Y: No había pasado esa cinta desde que era un niño. No sabía que podía hacer eso.

Avanzó a paso rápido; le temblaban las rodillas, los hombros y la espalda y sabía que llamaba la atención por la falta de afeitado y los movimientos agitados. Trató de adaptarse al ritmo de los demás, puso las manos en los bolsillos e intentó parecer normal mientras rumiaba obsesivamente que aquellos hombres podían estar siguiéndolo y que ahora se proponían algo más que robarle.