Добавить в цитаты Настройки чтения

Страница 76 из 86

Van a darse cuenta de que están tratando con un Especial, pero será después de que él se haya quedado con sus claves y su dinero, mierda, es hábil cuando se decide; todo lo que decían de su padre, incluso el temperamento, en cuanto se decide, en cuanto deja de analizar las cosas y empieza a moverse. Todavía está aprendiendo de esa gente y detesta el trabajo de tiempo real, lo odia de corazón. Campo Demasiado Amplio. Nunca ha sabido hacer un promedio y decidir así, como hago yo: Justin quiere datos exactos, y no se puede conseguir eso en tiempo real ni en política. Esa misma precisión que lo hace tan valioso en el diseño, la razón por la que sus trabajos son tan limpios, por eso es tan lento y por eso los corrige una y otra vez, remienda las intersecciones que sólo ve él, ni siquiera Ya

Algún día, cuando volvamos, cuando salgamos de este lío, tenemos que hablar de todo eso.

Tiene que estar usando un buscador de estructuras que no está en programa, incluso aunque tenga una memoria perfecta de esos grupos.

Si Justin pudiera explicarlo...

Casi puedo verlo. Hay algo en la firma de los diseñadores mismos, una forma de proceder, que él abarca en un ámbito conceptual. Pero la está llevando al ámbito de trabajo de los C1UD.

Viene una bandeja —anunció una voz extraña.

Justin, tendido en la cama y casi dormido del todo, sintió una punzada de pánico: debería haber sido la voz de Grant y no lo era.

Kelly, se llamaba. De Seguridad. Justin se pasó la mano sobre los ojos, luego los dedos por el cabello y murmuró una respuesta.

Estaba bien, seguía diciéndose; estaba a salvo. Kelly estaba de su parte, estaba allí solamente para protegerlo.

Se incorporó como pudo en la cama, confundido por el cansancio, el descenso de la curva de adrenalina que había sentido antes, hora tras hora.

—No creo que pueda comer.

—Tengo órdenes, ser, debe comer —replicó Kelly en un tono que decía que iba a comer, bocado a bocado.

—Mierda. —Había recordado una cosa—. Tengo una cita en el hospital mañana. Rejuv. Dios. —Pensó en hacer el pedido a través de Kelly, pero por experiencia sabía que no conseguiría nada en esos niveles bajos—. ¿Están en la red Florian o Catlin?

—Sí, ser.

—Pídales que me llamen. Dígales que no tengo mis medicinas. —Fue al baño y se mojó la cara y la parte posterior del cuello. Estaba preocupado por Grant. No le gustaba la idea de comprar aquellas medicinas en una tienda cualquiera de Novgorod; pensó en las precauciones que había organizado Ari para que Grant estuviera seguro y se inquietó por la ruptura que causarían y por si habría algún motivo para que alguien en Reseune sustituyera las drogas.

—¿Ser Justin? —lo saludó Florian por el altavoz de la pared—. Soy Florian. ¿Necesita sus medicinas? Las tenemos.

—Gracias. ¿Habéis arreglado lo de Grant? Debe seguir el mismo horario.

—Ya nos hemos ocupado, ser. ¿Las necesita esta noche?

—Gracias —dijo él, aliviado. Había que confiar en Florian. No dejaba un solo detalle en el aire—. No. Esta noche quiero descansar, los medicamentos me ponen nervioso. No me conviene tomarlos antes de irme a la cama. —También eran muy dolorosos y no lo deseaba en absoluto. No podría pasar las audiencias del día siguiente si se atiborraba de analgésicos.

—Sí, ser. Todo está bien. Que duerma bien.

—Fuera —dijo Justin al Cuidador. Y oyó que se abría la puerta de la suite. El corazón le dio un brinco.





Kelly, se dijo. La cena llegaba un poco temprano. Se secó la cara, colgó la toalla en la percha y se dirigió al dormitorio.

Kelly no estaba.

No parecía obra de Seguridad.

—Cuidador —llamó—. Cuidador, quiero hablar con Florian AF. En la habitación de al lado. Ni un sonido.

—Cuidador, quiero una respuesta. Ni una palabra. Dios, Dios mío.

Es Abban, sera —anunció el Cuidador y Ari se levantó a medias de la silla para abrir la puerta ella misma porque Florian y Catlin seguían ocupados con los controles de la habitación.

—¡Sera! —dijo Florian con severidad tras ella, y Ari se detuvo mientras él iba a abrir la puerta. De nuevo la norma—. Voy a buscar la cena —dijo con más calma entonces—. Ya he revisado la ducha —agregó con una sonrisa.

—Me alegro muchísimo. —Ari empezó a caminar hacia el baño, miró hacia atrás cuando se abría la puerta y vio a Abban que se asomaba con la bandeja.

Y entonces, se produjo un golpe sobre la ventana de la pared de la habitación contigua, la de Justin.

—¡ Florian! —lo oyó gritar ella.

Y entonces toda la pared estalló, una sábana de fuego brillante, una onda como un primer golpe contra ella; y Ari cayó sobre el brazo de una silla, se quedó de rodillas contra el hueco estrecho que se abría en la pared. Saltaron las llamas y sonó una ráfaga de disparos a su derecha, las balas golpearon a su izquierda y ella miró con los ojos muy abiertos durante una horrenda décima de segundo, abriendo los brazos cuando un cuerpo llegó volando por el aire hacia ella, mientras trataba de protegerse la cabeza con las manos.

Un segundo después, reinó una quietud horrible excepto por el crepitar del fuego que iluminaba la sábana de humo cada vez más baja, después el ruido de una silla que alguien arrastró de pronto. Florian se movía. Vio la cara amargada y dura de Catlin boca abajo; sobre ella bajo la luz anaranjada, sintió que la rodilla de Florian le hacía daño en la pierna y que una mano hacía fuerza sobre su hombro cuando él trató de levantarse. Él sé sostuvo y apartó un brazo que había puesto alrededor de Ari con Catlin al otro lado. Florian se tambaleó y se apoyó en la pared.

Una pared sólida de fuego rodeaba la otra puerta, un tumulto de voces afuera. ¿Suyos o nuestros?, se preguntó Ari, desesperada. El fuego envolvía cuerpos en el suelo, cadáveres medio destruidos, irreconocibles excepto por los uniformes negros de Seguridad, justo en el lugar en que había estado Abban. El calor quemó las manos y la cara de Ari.

¿Quién es el Enemigo? ¿Qué nos está esperando ahí afuera? ¿Cuál debe ser nuestro primer movimiento? ¿Se puede cruzar un fuego tan salvaje? ¿El fuego es en el vestíbulo?

Sintió la duda en Florian y Catlin, sólo un segundo; después, Florian respiró y dijo a alguien que no estaba presente:

—Florian a Seguridad Dos; alguien ha desconectado los sistemas de extinción de incendios. Por favor, conecten de nuevo el sistema dos. Hay un pirómano. Contesten.

—Están contestando —anunció Catlin.

—¿Quién contesta? —preguntó Ari y se ahogó con el humo. El fuego los cegaba, los quemaba con el calor, y empeoraba a medida que transcurría el tiempo—. Mierda, ¿dónde están los extintores manuales?

Y en ese momento, se conectaron los sistemas de extinción con un aullido de sirenas.

Había fuego: Justin se dio cuenta de eso, del calor lleno de chispas que lo llevó a moverse antes de haber recuperado del todo la conciencia, del humo que le quemaba la nariz, la garganta y los pulmones, tan letal como el fuego y más difícil de evitar. Se arrastró sobre los restos de mamparas deshechas y metal caliente, sintió que se hacía un corte en la pierna cuando avanzaba, perdió el equilibrio y terminó por avanzar sobre el vientre, como un reptil, por debajo del gran escritorio que había acabado a los pies de la cama; lejos del fuego, eso era lo único que se le ocurría por el momento, hasta que se le aclararan los ojos y pudiera ver la puerta del pasillo a través del humo, más allá de las ruinas del techo y los tabiques derrumbados sobre los muebles.