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Justin parecía sorprendido, como si hubiera perdido el equilibrio.

—Tú entiendes estas cosas. Te aseguro que yo no.

—Tú también las entiendes, Justin, claro que sí, lo que pasa es que no has tenido los informes de Giraud, y a pesar de eso las circunstancias nos han atrapado. Giraud sabía que había una filtración. Sabía lo que diría tu padre; me advirtió lo que diría tu padre si tenía una oportunidad. El problema no es siquiera sí es verdad o no. Supongamos que sea verdad. —Ella sabía que Justin se le iba a escapar, y mantuvo su atención con un dedo levantado, exactamente el gesto de Ari senior. Y ella también sabía eso—. ¿De qué le sirve eso a tu padre?

—Lo saca de Planys, mierda, lo deja limpio, Ari, le proporciona un lugar en el Departamento.

—Y no me opongo a todo eso. A mi tiempo. Mi tiempo no es ahora, no puede ser ahora. Piénsalo, Justin; tú puedes resolver ecuaciones de Sociología. Intenta con ésta, intenta con ésta a corto plazo, durante los próximos años, dime qué sucederá, qué va a resultar de esto. Eso en primer lugar. Eso es lo que importa. ¿De qué le sirve a él?, ¿qué va a pasar? Segunda cuestión: ¿dónde está él?, ¿dónde cree que se encuentra?, ¿qué partido ha adoptado últimamente?, y no me digas que tu padre es ingenuo; nadie es ingenuo en Reseune, solamente mal informado.

Él no respondió, pero interiormente estaba pensando con toda seriedad en lo que Ari le decía y en las implicaciones del asunto: ¿con quién estoy tratando?, ¿qué pretende?, ¿fue Denys quien montó toda esta coreografía? Era demasiado inteligente para tomar nada en un sólo nivel.

—¿Lo dejaste filtrar a Corain? —preguntó. Ah, ésa sí que era buena. Hizo que uno de sus pensamientos quedara colgándole en la mente.

—Yo no. Pero tal vez Denys lo hizo, ¿no te parece?

—O Giraud —sugirió Justin.

Ella respiró hondo y volvió a recostarse.

—Una idea interesante. Muy interesante, sí.

—Tal vez es la verdad. Tal vez quien haya divulgado el rumor está en una posición que le permite saber la verdad.

Florian estaba interesado y contemplaba a Justin con toda atención. Ari se dio cuenta de que Catlin también estaba tensa. Dios, pensó Ari, y se descubrió sonriendo. No está deprimido, ¿verdad? Ya veo cómo logró sobrevivir.

—Sería más fácil contestar a esta pregunta —dijo ella— si tuviera una idea de lo que pasó aquella noche, pero no hay ninguna prueba. Pensé que tal vez habría un Anotador en marcha. Solamente el TraDuctor. Y ahí no hay nada. Los olfateadores no sirvieron de nada; había acudido demasiada gente al lugar cuando pensaron en eso. El psicotest hubiera sido la única solución. Y eso no sucedió. Y no sucederá. No importa. Giraud habló de la influencia Warrick. Giraud se hizo un enemigo. ¿Qué hacemos ahora con este enemigo?

Un hombre más lento, un hombre emocional, habría estallado: Libéralo. Ella se quedó ahí sentada, mirando cómo pensaba Justin, relativamente segura de algunas de las direcciones de ese pensamiento: el hecho de que el nombre de Jordan apareciera en los graffiti de los pacifistas, de que las ideas de Jordan se opusieran a las de su predecesora, de que hubiera una elección tomando forma en Ciencias y otra casi segura en Defensa, las dos críticas, las dos importantes porque si los centristas ganaban, eso podía destruir a Reseune, cambiar el curso de la historia y amenazar todos los proyectos de Reseune.

Durante dos minutos, tal vez tres, permaneció ahí sentado, concentrado y en silencio, como si hubiera tomado kat. Después dijo, controlándose mucho:

—¿Has observado las proyecciones que se relacionan con las entradas de Jordan?

Ella aspiró con fuerza, como si un nudo de los muchos que le cruzaban el pecho se hubiera soltado.

Hay un eco,pensó imaginando aquel lugar oscuro, aquel flotar en el espacio absoluto. Se tomó su tiempo para contestar.

—Campo Demasiado Amplio —dijo finalmente—. Yo no busco su destrucción. Quiero que se salve. El problema es que Jordan es muy inteligente, muy decidido e incluso si no fue él quien envió el mensaje, ¿cómo reaccionará si se ve frente a las cámaras de televisión? ¿Cómo afectará a todos los planes que yo haya pensado hasta ahora para desenredar esto?

—Yo puedo solucionarlo. Dame quince minutos con él por teléfono.





—Todavía tenemos un problema. No te creerá ni una palabra. Giraud ya me lo dijo: la cinta fue una intervención. Tu padre la vio.

Él reaccionó como si le hubieran pegado en el estómago.

—Tú no la has visto —dijo ella—, ¿verdad? Nunca. No sabes lo que hizo Ari. Deberías haberme pedido verla. Deberías haberla visto tantas veces como fuera necesario. A mí también me llenó de contradicción, tanto que no pensaba con claridad; Giraud tuvo que indicarme lo que era obvio. Si yo pude ver lo que hizo Ari, también lo vio tu padre. Tu padre no lo observó como un joven de diecisiete años, sino como un cirujano psíquico que tenía que preguntarse cuántas habían sido las intervenciones de Ari y hasta dónde habían llegado. Tú y Grant os preocupáis el uno por el otro cuando os separan tres días. Tú sabes que no pueden intervenir a Jordan, ¿pero no se te ha ocurrido que él debe de preguntarse, después de veinte años, quién eres?

Justin se inclinó hacia delante y levantó el vaso de la mesa; agitado. Ella advirtió el movimiento de la nariz, las aspiraciones breves y las espiraciones ruidosas. Y el pequeño movimiento del cuerpo que indicaba la necesidad de cambiar de tema.

—Florian —dijo Justin—, ¿te importaría? Quisiera... quisiera algo más fuerte.

Ari podía interpretar a Florian también, sospechas instantáneas: Florian desconfiaba de aquellas tácticas de distracción, con esos pensamientos suyos fruto de toda una vida de entrenamiento. No iba a dar la espalda al Enemigo.

—Florian —indicó Ari—. Lo de siempre para él.

Florian se encontró con los ojos de sera, asintió y se levantó, sin siquiera dirigir una mirada a Catlin, que estaba junto a Ari: no tenía duda de que Catlin estaba Alerta y lista para la acción.

—Tú puedes hablar con tu padre —dijo Ari a Justin—, pero dudo de que te haya creído del todo desde hace años. No... no por completo. Sabe que te sometieron a repetidos psicotests y no cree en la virtud de Reseune. Si trataras de razonar con él, lamento decirte que sé lo que pensaría, ¿te das cuenta? Y no te lo digo solamente para que te des cuenta, Justin: tengo miedo de lo que va a pensar, y no creo que puedas hacer nada para detenerlo, no con palabras.

—Te olvidas de una cosa —dijo él, reclinándose de nuevo sobre el asiento.

—¿Qué?

—Lo mismo que nos mantuvo vivos a Grant y a mí. Que pasado cierto punto, ya no te importa. Pasado cierto punto... —Justin levantó la mirada hacia Florian, que volvía con el vaso—. Gracias.

—No hay problema, ser —dijo Florian y se sentó.

—Si se presenta en público —dijo Ari, para seguir el hilo del pensamiento—, puede perjudicarse a sí mismo y hacerme daño a mí, claro, y no deseo eso. Es posible que tu padre haya estado psicológicamente aislado durante demasiado tiempo, aislado de los problemas del mundo. Si te estaba protegiendo de esa cinta y de la posibilidad de que la hicieran pública, lo cual puede ser un buen motivo para que haya mentido hasta ahora, evidentemente cree que puedes sobrellevarlo, o alguien le dijo algo que lo desesperó tanto que está dispuesto a arriesgarte a ti tanto como se arriesga él mismo, si ese mensaje procede realmente de tu padre, lo cual es un problema, pero en realidad no importa mucho. Lo que sí importa es su reacción. Y tenemos un problema de imagen en todo esto, ¿me entiendes?

Justin la entendía. Ella lo creía así por los pequeños movimientos de los ojos, la tensión en la cara.

—¿Qué se puede hacer? Has dejado a Grant allí, no sé lo que le están haciendo a mi padre en Planys.

—Nada. No van a hacerle nada.

—¿Puedes asegurarlo?

Ari dudó un segundo antes de contestar.