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¿Ves? Es una trampa mental.

—Porque tuviste la oportunidad de ver a Jordan. ¡Porque este lugar de mierda está completamente loco! —De pronto, Justin sintió una oleada de frustración, una preocupación irracional tan intensa que se levantó y empezó a caminar por la habitación, mirando a Grant con la súbita sensación de que las paredes se le venían encima, de que la vida se le cerraba alrededor y no lo dejaba ni siquiera volverse.

No es verdad, pensó. La situación se estaba solucionando. No importaba que ése fuera otro año de separación de su padre, otro año perdido, sin que nada cambiara con respecto al año anterior, pero las cosas pintaban mejor para el futuro, Ari estaba más cerca que nunca de tomar el poder y su régimen, Justin realmente lo creía, prometía cambios, cuando llegara.

Están enterrando a Giraud hoy.

¿Por qué mierda me asusta eso?

—Ojalá me hubieras escuchado. Ojalá hubieras ido tú a Planys —dijo Grant.

¿Y qué diferencia habría? De todos modos, habríamos estado separados. De todos modos nos hubiéramos preocupado.

—Entonces, ¿qué?¿Qué te preocupa?

—No lo sé. —Justin se pasó la mano por la parte posterior del cuello—. Estar aquí, supongo. Este lugar, esto... —Pensó en una sala marrón y azul; y con un movimiento interno de reacomodación se dio cuenta de que aquél recuerdo cálido no lo había devuelto al apartamento de Jordan—. Dios. ¿Sabes dónde quisiera poder ir ahora? A nuestra casa. La casa... —La cara que había en el espejo no era la que tenía ahora. Era la cara del joven. Diecisiete años llenos de inocencia, al otro lado del amontonamiento de botellas junto al lavabo, listo para salir aquella noche...

Un destello de cinta, amenazante y caótico. El sabor de la naranja.

—... antes de que pasara todo esto. Es una idea inútil, ¿verdad? Ni siquiera quiero volver a ser ese joven. Solamente quisiera estar allí sabiendo lo que sé hoy.

—Era agradable estar allí —recordó Grant.

—Y yo era tan tonto...

—No lo creo. Justin agitó la cabeza.

—Yo sé que no lo eras —dijo Grant—. Ponte en el lugar de Ari. Pregúntate lo que habrías sido, con su horario y sus ventajas, con las cosas que le han hecho. Habrías sido...

—Diferente. Más insensible. Más maduro.

—... otra persona. Otra persona totalmente distinta. Los CIUD sois muy impredicibles. Vosotros sois muy crueles unos con otros, sin pretenderlo.

—¿No crees que es necesario? ¿Podemos aprender sin poner la mano en el fuego?

—Estás preguntando a un azi, ¿recuerdas?

—Estoy preguntando a un azi. ¿Hay alguna forma de sacar a Ariane Emory de su grupo genético, o a mí del mío?

—¿Sin tensión? —preguntó Grant—. ¿Se pueden lograr estados de contradicción intelectualmente cuando esos estados tienen bases endocrinas? ¿Te parece que la tensión procedente de cinta puede ser menos real, dejar menos dolor que la experiencia, sin tener en cuenta la posibilidad de quebrarte el cuello, claro? ¿Y si la cinta que grabó Ari, fuera solamente cinta? ¿Y si nunca llegó a suceder y fue sólo una ilusión? ¿Habría diferencia? ¿Y si la madre de Ari no hubiera muerto y ella solamente pensara que fue así? ¿Estaría cuerda? ¿Podría confiar en la realidad? No lo sé. De verdad que no lo sé. Me molestaría mucho descubrir que todo lo que he creído hasta ahora era cinta; y que llegué directo de la ciudad con todo eso en mi mente como un sueño.

—¡Por Dios, Grant!

Grant volvió la muñeca izquierda hacia la luz, y mostró la cicatriz cruzada que tenía desde el episodio de Winfield y los abolicionistas.

—Esto es real. A menos, claro, que sea algo que mis artífices instalaron junto con la cinta.

—Esto no es bueno para ti. Grant sonrió.





—Es la primera vez en años que me dices que me calle. Te he atrapado, ¿verdad?

—No hagas bromas.

—No tengo problemas con la realidad. Sé distinguir que una vivencia es cinta cuando la siento. Y recuerdo que me construyeron de forma correcta, con los grupos lógicos donde deben estar, gracias a mis creadores. El flujo de cinta está demasiado cerca de lo que hizo Giraud en la Guerra, no quiero ni pensarlo, construir mentes y después destruirlas; borrar el cerebro y reconstruirlo, una y otra vez, con cosas que el sujeto no puede controlar; y dejar mucho campo a la imaginación. Sinceramente, no lo sé, Justin. Si hay una clave para poner en cinta esas experiencias, Giraud podía comprenderlas, ¿no te parece irónico?

Tenía sentido, un sentido extraño, vago, suficiente para producir otro escalofrío en la columna y una sensación de frío en los huesos.

—Hablar de teoría con Giraud... —Pero Giraud estaba muerto. Y no había nacido—. Nunca lo he logrado.

—El problema es, en esencia, si se puede sustituir la realidad con la cinta. Yo soy muy capaz,Justin; pero sudé frío en ese vuelo hacia Planys, estaba tan indefenso durante el viaje... Eso es lo que estás dejando aparte: la supervivencia en el mundo real.

Justin estornudó.

—Crees que no me preocupo.

—Pero podrías aprender muchísimo más rápido. De nuevo la vieja diferencia: tú aprendes por la contradicción; yo mediante la lógica. Ningún agregado CIUD es lógico. Te he atrapado de nuevo.

Justin lo pensó y finalmente sonrió, en el apartamento maldito y gris, en la elegante cárcel que les había asignado Ari. Por un momento le pareció casi un hogar y recordó que era el lugar más seguro en que hubiera estado desde ese primer apartamento tan querido, tan entrañable.

Después volvió la vieja angustia, el gran silencio de Reseune, los salones vacíos, todo en medio del flujo.

Hubo una ruptura brusca en el vídeo, una noticia que dejó al locutor en mitad de una palabra.

El Hombre Infinito apareció en la pantalla. Sonó la música. La gente ya no se preocupaba por estas cosas. Alguien había dado una patada a un cable y todo el sistema de vídeo de Reseune se había desconectado.

O era obra de Seguridad, para determinados apartamentos, cierto público en especial...

Dios mío,pensó Justin, con una repentina oleada de preocupación, un viejo hábito de casi toda la vida. ¿Estaban vigilando? ¿Han pasado la seguridad de Ari? ¿Qué pueden haber oído?

VI

—Tío Denys —transmitió Ari en el camino, a través de la Base Uno y la unidad de comunicación de Catlin—, tengo que hablar contigo inmediatamente.

—Oficina del laboratorio —había respondido Seely.

Miradas preocupadas los siguieron por los laboratorios desde el momento en que entraron; técnicos que sabían que algo andaba mal con Denys; azi, que si no captaban la situación, sabían interpretar a los técnicos y se preocupaban mucho; y ahora una entrada inexplicada de un importante miembro de la Familia, que venía directo del funeral, de riguroso luto, y se dirigía a las oficinas del laboratorio a toda velocidad. No era raro que todo el laboratorio se quedara de pie, mudo, observando, pensó Ari; y al menos podía admitir libremente cuanto sabía, excepto Lo que estaba haciendo Planys.

Más allá de los tanques, junto a los técnicos, en el lugar donde ella había nacido, donde seguramente ahora había media docena de Giraud en proceso, por las escaleritas de metal hacia la pequeña oficina administrativa que Denys había pedido. Era evidente que Seely estaba mirando por el cristal, que era opaco hacia el exterior, porque abrió la puerta para dejarlos pasar antes de que ella terminara de subir las escaleras.

Denys estaba detrás del escritorio, al teléfono, hablando con Seguridad, por lo visto. Ari se calmó con una respiración profunda.

—Gracias —dijo cuando Catlin le acercó una silla; se sacó los guantes y la chaqueta, se los dio a Catlin y se sentó de nuevo cuando Denys colgó el teléfono.

—Bien, sera —dijo Denys—, ya tenemos el resultado de tu intromisión con Seguridad en Planys .