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Y ante una serie de preguntas insistentes: Ser, el doctor Ya

No, sera, eso en el futuro. Por supuesto, mi predecesora ocupó el sillón. En este momento, soy supervisora en Reseune, tengo personal y varios proyectos bajo mi administración.

Todos los periodistas de la habitación habían hablado de eso, ante todo, oliendo una historia que iba más allá de su misión del momento: Ari les había arrojado el cebo, deliberadamente, y ellos se morían por morder el anzuelo a pesar del echo de que estaban grabando en directo y por una razón solemne y específica, con música fúnebre de fondo. Ella les dio la pista de una historia que no podían ir a buscar, no sin indecencia; y mantuvo el rostro inexpresivo cuando lo hizo.

Pero fueron a buscarla en cuanto cesó la grabación en directo: ¿hasta qué punto formaba ella parte de Administración?, ¿cuáles eran los proyectos?, ¿cómo se tomaban las decisiones en Reseune? y ¿estaba realmente involucrada en ese nivel?

Preguntas peligrosas. Sumamente peligrosas. Ella había hablado entonces de cadáveres sangrantes, de las bombas en los subtes, de las imágenes de las noticias: un juguete en medio de la destrucción.

Todos los administradores de ala están en el proceso,les había dicho, sin titubear, con la mirada directa de Ari senior y la pausa deliberada antes de contestar.

Miradme, no soy una tonta. No voy a presentar mi candidatura delante de las cenizas de mi tío.

Pero no me descartéis en el futuro.

He venido,les había recordado en ese contexto, como portavoz delegada de la familia. Ésa es mi primera preocupación. Tengo que irme, sen. Tengo que estar en la colina para el funeral dentro de media hora. Por favor, discúlpenme.

Era el primer funeral con un entierro real al que hubiera asistido, una pequeña urna de cenizas que depositar en el suelo y dos jardineros fuertes para levantar la tapa de basalto del suelo y volverla a colocar con un ruido definitivo sobre a tumba.

Ella tembló por dentro al oír el sonido. Una urna tan pequeña para el tío Giraud, siempre tan alto.

Y entierro en la tierra en lugar de un disparo hacia el sol. Ella sabía lo que eligiría cuando le tocara la hora, lo mismo que su predecesora, lo mismo que mamá. Pero tal vez aquello era apropiado para Giraud.

Emil Carnath pidió que los colegas y compañeros hablaran de Giraud.

—Tengo algo que decir —dijo Victoria Strassen, inmediatamente.

Ay, Dios, pensó Ari. Y se preparó.

—Giraud me echó del funeral de mi hermana —empezó Victoria con una voz más fuerte y aguda de lo que cabía esperar de aquel cuerpo frágil—. Nunca se lo perdoné.

Maddy dirigió una mirada a Ari, una miradaangustiada a través de la reunión. Lo lamento.

No es culpa tuya, pensó Ari.





—¿Y tú, Ariane Emory R? ¿Vas a echarme por decir la verdad?

—Hablaré después de ti, tía Victoria. Mamá me enseñó a ser educada.

Eso sí le dolió. Los labios de Victoria se transformaron en una línea estrecha y se apoyó con las dos manos en su bastón negro.

—Mi hermana no fue tu madre —espetó Victoria—. Ése es el problema de la Casa. La muerte es muerte, y eso es todo. Así es como funcionan las cosas y como han funcionado a lo largo de la historia. Los viejos dejan el lugar para los nuevos. No se alimenta de cadáveres. No te guardo rencor, joven sera, no tengo nada contra ti. Tú no pediste nacer. ¿Dónde está Denys? ¿Eh? —Miró a su alrededor mientras hacia un círculo amplio con el bastón—. ¿Dónde está Denys? —Hubo un movimiento de incomodidad en la multitud.

—Sera —murmuró Florian en el hombro de Ari, para que ella le diera instrucciones.

—Os voy a decir dónde está Denys —espetó Victoria, como un ladrido—. Está en el laboratorio haciéndose otro hermano, como hizo otra Ariane. Denys acaba de tomar el mayor poder científico y económico de la historia de la humanidad después de conducirlo casi a la ruina durante su administración, y no hablemos del pobre Giraud, que solamente obedecía órdenes, eso lo sabemos todos, y Denys casi nos lleva a la ruina por sus extrañas ideas acerca de la inmortalidad personal. Dime, joven sera, ¿recuerdas lo que recordaba Ariane? ¿Recuerdas su vida?

Dios. Prefería que no se lo hubiesen preguntado, allí, en aquel momento, en un desafío de inteligencias y en un contexto metafísico.

—Hablaremos de eso otro día —dijo, con la voz lo bastante elevada para que la oyera—. Ante una copa, tía Victoria. Supongo que simplemente es una pregunta científica y que no me estás preguntando sobre la reencarnación.

—Quisiera saber cómo la llama Denys —masculló Victoria—. Llama a tu seguridad si quieres. Ya he pasado por suficientes locuras en mi vida, gente que hacía estallar estaciones durante la Guerra, gente que asesina niños en los subtes, gente a quien no le basta que la naturaleza tire los dados, gente que no quiere hijos, quieren copias pequeñas que puedan llevar a cabo sus sueños, y no importa lo que quiera el pobre niño. Ahora vamos a dejar de lado los funerales, ¿verdad? Para siempre. ¿Es eso lo que están pensando todos en la Casa?, ¿no tengo que morir, puedo ponerle mis propias ideas a una pobre réplica que no tiene nada que decir al respecto, y así mis ideas seguirán avanzando en el mundo después de mi muerte?

—Estas aquí para hablar de Giraud —aulló Ya

—Ya lo he hecho. Adiós a un ser humano. Bienvenido a casa, Gerry R. Dios ayude a la raza humana.

Los demás discursos, gracias a Dios, fueron decorosos, unas cuantas frases: «No estábamos de acuerdo en todo, pero él tenía sus principios»,dijo Petros Ivanov; «Mantuvo en marcha a Reseune»,declaró Wendell Peterson.

Y después quedó la familia directa, siempre la última en hablar. Refutar al resto, pensó Ari, para bien o para mal.

—Os voy a decir —intervino en lo que era obviamente su turno, él último, como pariente más próxima, ya que Denys se encontraba exactamente donde Victoria había dicho que estaba y hacía lo que Victoria le había acusado de hacer— que hubo un tiempo en que odié a mi tío. Creo que él lo sabía. Pero en los últimos años aprendí mucho acerca de él. Coleccionaba hologramas y miniaturas, amaba los microcosmos y las cosas quietas, dóciles, creo que se debía a que en su mundo nunca disfrutó la sensación de haber terminado algo, sólo vivió en un flujo continuo y permanente, y tuvo que tomar decisiones de las que nadie quería responsabilizarse. No es cierto que solamente obedeciera órdenes. Consultaba con Denys sobre su política, llevaba a cabo las decisiones del Departamento, pero sabía la diferencia entre una idea buena y una mala, y nunca dudaba en apoyar sus propios razonamientos. Pero era callado. Buscaba el núcleo de los problemas y luego rastreaba las soluciones que podían funcionar bien.

»Sirvió a la Unión en tiempos de guerra. Hizo un trabajo importante sobre la personalidad y la memoria humanas que todavía representa un punto de referencia en ese campo. Aceptó el sillón del Concejo en medio de una crisis nacional y representó los intereses del Departamento durante dos décadas muy críticas, hasta mi generación, la primera generación de la Unión que no estuvo en contacto directo con la Fundación ni con la Guerra.

»Me habló mucho en este último año. Abban hizo toda una serie de viajes de ida y vuelta... —Contempló a Abban pero él estaba observando el vacío, de esa forma ausente que adoptan los azi que sienten dolor—. Viajes en que llevaba mensajes entre nosotros. Sabía que se estaba muriendo, naturalmente, y no le importaba mucho lo de tener una réplica. Hablamos de eso como hablamos de muchas otras cosas, algunas personales, algunas públicas. Estaba muy tranquilo cuando hablaba de la muerte. Le preocupaba su hermano. Lo que me impresionó más fue la forma en que lo dispuso todo, la forma en que hizo planes claros para todo.