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VI

La sala del aeropuerto estaba casi desierta; ya habían partido todos los vuelos regulares de LÍNEAS AÉREAS RESEUNE y los pasajeros que iban y venían por la pequeña área destinada al público ya estaban en camino hacia Novgorod, Svetlansk o Gagaringrad. Había la habitual presencia delos hombres y mujeres de Seguridad del aeropuerto, un grupo de hombres uniformados de negro pertenecientes a Seguridad de Reseune, esperando para recibir a sus compañeros que llegaban de Planys. Como él estaba allí esperando a Grant, pensó Justin; nada más.

Pero Florian había entrado en un área donde Justin no podía entrar y le había asegurado:

—Sera Amy Carnath está al otro lado de la habitación, ser, y también ser Sam Whitely, los dos amigos de sera. Les pedí que no se acercaran para que si surgen problemas aquí, puedan avisarme con un intercomunicador de bolsillo, pero yo estoy en la banda regular de Seguridad... —Eso con un toque al pequeño botón que Florian llevaba junto a la tarjeta—. Voy a controlar a Seguridad. Si sucede algo, usted obedézcalos y confíe en mí. Nosotros lo solucionaremos.

Los dos vigilantes se quedaron en un rincón del vestíbulo, un joven de cara cuadrada y huesos grandes que era enorme y musculoso; tenía una forma de sentarse que proclamaba que no era ningún contable. Whitely era un nombre de Reseune, pero de la ciudad, no de la Casa; Justin recordaba haberlo visto en el grupo de Ari. Y la muchacha de Julia Carnath, Amy, la sombra de Ari, flaca y sedentaria, siempre leyendo y muy lista, sumamente lista, según se decía entre el personal. La sobrina de Denys Nye y un chico que parecía capaz de doblar una tubería con las manos, una combinación que daría que pensar a Seguridad. Al menos en general, Seguridad tendía a evitar los incidentes ruidosos.

Justin se sentía más seguro con los chicos por ahí.

Mierda, había vivido hasta esa edad para que lo protegiera un grupo de chicos. Para que lo secuestrara una niña que tenía la misma edad que él cuando fue víctima de su predecesora; esto era lo que más lo perturbaba. Claro que él no había tenido alternativa, con Ari en lo mejor de su capacidad; lo que lo molestaba era que su sucesora progresara así, con tanta facilidad y lo metiera en esa situación, con Grant al otro lado de las puertas, preguntándose qué estaba haciendo el guardia personal de Ari con su control de equipaje y el palpado de armas. Grant, que empezaría con una mirada de preocupación, se daría cuenta de que algo andaba mal y después se retraería cada vez más, aterrorizado, obedeciendo las órdenes porque en esa situación no se podía hacer otra cosa, y no había nada que ganar, nada que hacer excepto desear ver a su compañero y esperar que no estuviera ya en Detención.

Florian se había negado a decirle nada más que: «Lo lamento, ser; sigo instrucciones. Lo voy a sacar tan pronto como pueda.»

Sin saber hacia dónde iban, sin saber lo que podía haberle pasado a Justin mientras éste esperaba para verlo.

Dios, decirle que se dirigían al apartamento de Ari. Que iba a tener que aceptar un psicotest. Que todo estaba bien, porque su compañero se lo decía, claro, y porque él había pasado por uno hacía poco.

Pensó en lo extraño que resultaba poder pasar esta pesadilla, sentarse y mirar a los guardias y a su grupito, a los dos chicos que hablaban, escuchar los ruidos normales del departamento de equipaje, ruidos que revelaban la actividad que se llevaba a cabo, probablemente estaba colocando el equipaje sobre las mesas para que lo revisara Seguridad de Reseune. Ellos lo controlarían todo, objeto por objeto y no dejarían nada sin tocar, no esta vez, pensaba Justin. Un examen que incluía las costuras y los utensilios de aseo o los contenidos de los frascos opacos.

Estaba acostumbrado a hacer las maletas para los controles de Seguridad. Nada de forros, frascos transparentes, bolsas transparentes, la menor cantidad de ropa posible, todos los documentos en el portafolios y todos con las hojas sueltas, para que pudieran pasarlos por las máquinas de control.

Suéters. Las camisas se arrugan en los controles y Seguridad siempre está preocupada por los cuellos y las costuras dobles.

Estiró los pies, se recostó y trató de relajarse, sintió el viejo pánico de siempre y los minutos se convirtieron en horas.

Claro que todo está bien, Grant. Estoy seguro de que ella no me tocó.

Claro que sí.

Pero ¿qué otra posibilidad tenemos, eh? ¿Adónde podemos ir si no esperamos que la reencarnación de Ari siga un camino diferente del de su predecesora?

Si tiene esas notas, mierda, sabe lo que quería hacer su predecesora conmigo. Puede cambiarlo, o terminarlo como quería la primera Ari, convertirme en lo que había planificado la primera Ari. Sea lo que fuere. Una vez pensé que hubiera sido lo mejor... si Ari hubiera vivido. Si hubiera habido un plan. Ahora es demasiado inminente. Ahora no es lo que Ari podría haberme dado. Soy un adulto. Tengo mi propio trabajo, tengo mis deberes.

Y Grant, por Dios, Grant... ¿adonde lo estoy arrastrando? ¿Qué puedo hacer?

Las puertas se abrieron y apareció Grant con su portafolios; Florian detrás, llevando las maletas.





—Al autobús, ser —indicó Florian, señalando las puertas cuando Justin se puso en pie y caminó hacia Grant.

Por fin los dos se encontraron.

—Estoy muy contento de verte —dijo Grant. Tenía la mirada vagamente perdida por los vuelos transoceánicos y el cambio de horario. Justin le pasó un brazo por el cuello y lo palmeó en la espalda mientras caminaban.

—¿Qué tal el viaje?

—Ah, la parte por tierra fue muy bien. Jordan y Paul... todo está bien allá, disfruté de verdad; hablamos, en realidad no hicimos nada más, sólo hablamos. —Las puertas se abrieron ante ellos y la atención de Grant se desvió inmediatamente, una mirada hacia atrás y perdió el hilo de la conversación—. Yo...

Las puertas volvieron a abrirse, las segundas y luego hacia la entrada donde esperaba el autobús.

—¿Estamos bien? —preguntó Grant.

—Ari está segura de que sí —contestó Justin, con una mano en la espalda de Grant, para que no se detuviera. Florian puso el equipaje en el suelo del autobús y subió. Dio una orden severa al conductor para que arrancara mientras Grant subía los escalones y Justin lo seguía.

—Tenemos diez pasajeros más —objetó el conductor.

—Tengo prioridad — zanjóFlorian—. Arriba, ser.

Justin subió el último escalón y Grant avanzó hacia el interior mientras Florian cerraba la puerta.

El conductor arrancó y el autobús empezó a moverse.

—Después puede volver a buscar a los demás —dijo Florian, de pie detrás del conductor mientras Grant se sentaba en el primer asiento y Justin lo hacía a su lado.

—¿Qué estamos haciendo? —preguntó Grant, con calma, muy tranquilo.

—No te preocupes —dijo Justin y tomó la muñeca de Grant y la apretó dos veces, con los dedos, en el punto donde se toma el pulso. Confirmación. Sintió que Grant se relajaba un poco.

Florian volvió y se sentó frente a ellos.

—Catlin tendrá el ascensor listo para nosotros —explicó—. Seguridad de la Casa quedará un poco confundida cuando vea que el autobús llega sin los demás pasajeros. En realidad no hay motivo de preocupación. Probablemente entrarán para preguntar al conductor qué sucede y después pasaremos entre ellos. No estamos haciendo nada malo, ser, pero no queremos una discusión por jurisdicción o antigüedad en el mando. Si nos detienen, no habrá problema, no se preocupen, no se pongan nerviosos, podemos salir sin trabas si me dejan hablar a mí y están preparados para entender mis señas. En principio nos limitaremos a pasar por las puertas, directo al ascensor. Catlin y yo hemos vencido a Seguridad más de una vez.

—Eso nos lleva a las residencias de Ala Uno —observó Grant con calma.