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—Mierda, yo...

—Está a salvo, ¿no? Cuando lo veas salir de ese avión, sabrás que he cumplido mi promesa; y puedes explicarle por qué lo hago. Entonces, los dos estaréis a salvo de cualquier otra persona. No tendréis que preocuparos de si la gente comete errores con vosotros u os culpa de algo. Y no soy una niña, Justin. No lo soy. Sé lo que estoy haciendo. Lo que ocurre es que todavía no tengo mucho poder. Por eso no puedo extenderme más allá de mi ala para proteger a mis amigos, por eso hago algo tan estúpido como traerte dentro de las paredes de mi Seguridad, a ti y a algunos de mis amigos.

—A nosotros. A Grant y a mí. Claro, Ari. Claro que sí. Digamos la verdad al menos una vez. ¿Estás trabajando en alguna maniobra para rodear a tus tíos, o fue Giraud quien sugirió esto?

—No. Yo confío en ti.

—Entonces demuestras ser muy estúpida. Y no creo que lo seas tanto.

—Piénsalo. Tú y Grant sois la única ayuda adulta que puedo conseguir. En primer lugar te necesito a ti; y en segundo lugar, sois la única ayuda adulta que puedo controlar en todo momento, porque entre toda la gente de Reseune sólo tú necesitas algo que yo puedo y estoy dispuesta a hacer. Claro que puedo comprar ayuda. Igual que mis enemigos.

—Y tus enemigos también pueden amenazar a mi padre.

—No, no más allá de mi red. Tú formas parte de esa red. Tú me dirás cuándo crees que Jordan está amenazado. Y además, piénsalo: ¿estás más seguro solo? ¿O Grant? En absoluto. Y si tu seguridad está ligada a la mía, no es muy probable que tu padre haga un movimiento contra Reseune, ¿no te parece?

Él la miró fijo, impresionado; y finalmente se encogió de hombros y mordió otro pedacito de tostada. Después bebió un poco para engullir el bocado.

—Intenté hacer lo mismo con tu predecesora cuando tenía diecisiete años —dijo—. Chantaje. Y ya sabes a donde me condujo.

—No es chantaje. Te lo estoy explicando. Te estoy diciendo que si sales por esa puerta y te saco de mi ala...

—Giraud me pillará antes de que yo pueda llegar a casa. Y a Grant, cada vez que encuentre una excusa. Queda muy claro. Gracias.

—Justin, Giraud tal vez invente algo. Me molesta decirlo. Giraud tiene mucho de bueno. Pero es capazde cosas como ésa. Y se está muriendo. No lo divulgues. Se supone que no estoy enterada. Pero esa circunstancia cambió muchos de sus motivos. El y Jordan nunca se llevaron bien, ni personal ni profesionalmente, en nada; tuvieron una discusión terrible cuando Jordan estaba trabajando con Ari, realmente terrible. No aprueba lo que él llama actitud Warrick, una forma de proceder que según mi tío contagió todo el Departamento de Educación y entró en las cintas a través de lo que llama «influencia Warrick». Y no es cierto. Ari sabía lo que hacía. Sabía a la perfección lo que hacía y lo que Giraud odia tanto en realidad era obra de Ari, pero él nunca lo va a aceptar. A su entender, Jordan fue la fuente de todo ese movimiento. En realidad creo que Jordan también opina lo mismo, y eso no es cierto. Pero Giraud no quiere creerlo. Quiere acabar con los centristas antes de morir porque Denys también se está haciendo viejo, y Giraud prevé una época en que su generación habrá desaparecido y yo todavía seré vulnerable. Considera que tu padre es un arma que los centristas podrían utilizar contra mí. Que tú representas un resto de la influencia Warrick dentro de Reseune y que yo soy una niña que actúa impulsivamente; y desea con todas sus fuerzas apartarte de mí. Así que no sólo tengo que convencerme de que estás limpio, sino convencer al tío Denys y a Giraud de que estoy absolutamente segura de lo que hago. Puedo manejarlos aunque te suene insensato, porque voy a decirles que tengo las notas de Ari sobre tu caso. Justin tragó saliva.

—¿Las tienes?

—Es lo que voy a decirles.

—¡Ya he oído que eso es lo que vas a decirles! Y sé que acabas de evadir mi pregunta. Las tienes, ¿verdad?

—También sabes que a veces miento, a pesar de que siempre afirmo que me gustaría decir la verdad. Ya

—Mierda...

—Estoy mintiendo para protegerte.

—¿A quién mientes? Tienes una forma de hablar tan retorcida como la de Ari, joven sera. Espero que el parecido no pase de ahí.

—Soy tu amiga. Me gustaría ser más que eso. Pero es imposible. Confía en mí. Si no puedes hacerlo, como tú dices, ¿en quién vas a confiar? Impedí que te llevaran a Detención. Y te daré la sesión en cinta, siempre. En presencia de Grant. No quiero que dudéis el uno del otro, nunca.

—Mierda, Ari.

—Seamos francos. Ése es uno de los puntos principales y estoy tomando una decisión. Vayamos a otro aspecto. Crees que voy a hacerte una intervención, y eso es lo que voy a decirle a Denys. Sabes que estás más seguro conmigo que con Giraud acompañado de todos los guardias de Reseune, quiero decirlo con todas las letras. Estás preocupado porque te estás poniendo en manos de una niña, a ti mismo y a Grant. Pero yo soy alumna de Ari. Directamente. Y de Ya

Él sintió que se sonrojaba. Y esperó un destello, en este lugar, en circunstancias de mucha tensión, pero fue muy débil y sin mucha carga, solamente la cara de la vieja Ari preparándose para el trabajo, relajada, sin tensión, dejándolo allí con todo el daño que le había causado...





Sintió resentimiento, eso fue todo. Resentimiento mucho más que vergüenza.

—Sí hiciste algo —replicó a la muchacha de diecisiete años. A su muchacha de diecisiete años.

—Te aconsejé que te calmaras con respecto a este lugar —le recordó—. Pensé que el lugar te molestaba. No creo que fuera poco ético.

—La ética no tiene nada que ver con esto, sera. No más que con la otra Ari.

Ella lo miró, un poco impresionada, un poco dolida. Y él deseó haberse tragado aquellas palabras.

—Lo siento —murmuró—. No quería decir eso. Pero, mierda, Ari. Si vas a hacer lo que dices, no te andes por las ramas conmigo.

—Te da vergüenza —dijo ella— porque soy muy joven, ¿verdad?

Él lo pensó. Trató de calmarse. Era su temperamento. No el miedo. Y lo que ella había dicho.

—Sí, me da vergüenza.

—A mí también. Porque eres mucho mayor. Siento que vas a criticarlo todo constantemente. Me pone nerviosa, ¿no te parece gracioso?

—No es la palabra que elegiría.

—Yo pienso escucharte, en serio.

—Vamos, Ari, no juguemos. No juegues a hacerte la niñita conmigo. Es evidente que ya no escuchas a nadie.

—Todavía escucho a mis amigos. No soy mi predecesora. Recordarás que te lo he dicho, ¿verdad? Otro tirón en los nervios.

—Creo que es cuestión de semántica, nada más. Ella reaccionó con un pequeño parpadeo y una risita.

—Un punto a tu favor. Estás bastante rápido esta mañana. ¿No te parece?

Era verdad. Y el autoanálisis le impedía sentir un pánico total.

—Tienes un toque más suave que el de Giraud. Lo admito, joven sera.

El «joven sera» la molestaba. Él lo sabía. Vio la reacción. Un hombre no se acostaba con «joven sera». Y ella se estaba mostrando sincera con él. Vio las cejas fruncidas, como esperaba, y según sus conocimientos sobre flujo, eso significaba que Ari estaba hablándole muy directamente esa mañana, o que algunas de las reacciones salían a la superficie.

—Pero quiero la cinta de lo que hiciste. Y quiero hablar con Grant.

V

Esa tarde fue a dar un paseo a caballo con Amy, ella sobre la potranca y Amy sobre Bayard; Amy había encontrado el nombre en un cuento, así que la tercera potranca tenía un nombre, a diferencia de los cerdos y las cabras, que en general tenían solamente números, excepto unos pocos casos excepcionales.