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¿Qué está haciendo? ¿Qué está tratando de hacer?

¿Qué quiere de mí?

¿Está amenazando a Jordan?

¿Cómo se siente tu padre con respecto a Ari? ¿Sabes algo?

—No, ser. No lo sé. No hay hostilidad. No creo que sienta eso.

—Tal vez puedas averiguarlo, si esta elección va bien.

—Si va bien, ser. Tal vez pueda hacer que cambie de sentimientos.

—Eso es lo que deseamos —dijo Giraud.

—Pero yo no sacaría el tema con Ari —aconsejó Denys.

—No, ser.

—Eres una pieza valiosa en este rompecabezas —afirmó Giraud—. Lamento... Probablemente tengas sentimientos muy fuertes con respecto a mí. Estoy acostumbrado, por supuesto, pero lo lamento de todas maneras. No soy tu enemigo, aunque probablemente no me creas. Ni siquiera te pido que me digas algo, no voy a sobrecargar tus modales y tu control. Esta vez estoy de tu parte, tanto que te deseo una vida muy larga. Y el comité ha aceptado: treinta y cinco es un poco joven para la rejuv, pero como no parece tener efectos negativos...

—Gracias, no.

—No está abierto a discusión. Tienes una cita en el hospital. Tú y Grant, los dos.

—¡No!

—La oferta de siempre. Vas voluntariamente o Seguridad se ocupará de que vayas.

—No tiene sentido que vaya a rejuv. Es una decisión mía, mierda.

—Es decisión del comité. Asunto zanjado. No es nada importante, nada por lo que tengas que preocuparte. Los estudios médicos no muestran ninguna disminución en los pronósticos de longevidad de los que empiezan temprano.

—Eso, según el estudio de ellos. No tiene sentido. Ari está en el hospital, ella no...

—Claro que no.

—Entonces ¿por qué mierda hacen esto?

—Porque eres valioso. Y nos preocupamos de ti. Puedes ir ahora. O ir por las malas y preocupar a Grant, cosa que no te aconsejaría.

Él respiró despacio.

—¿Puedo ir... a decírselo a Grant yo mismo? Media hora. Eso es todo.

—Muy bien. Ve. Media hora, cuarenta y cinco minutos como máximo. Te están esperando.

XI

Otra espera. Justin estaba acostado sobre la mesa y miraba el techo, tratando de poner la mente en blanco, observando el dibujo de los azulejos en el techo, tratando de resolver las repeticiones.

Un estudio de todo el cuerpo y de la hematología. Dosis de materiales radiactivos para estudio en la sangre, más extracciones de sangre. Control dental. Respiración. Tensión cardíaca. Tienes un poco de hipertensión,había dicho Wojkowski y él había replicado: Me pregunto por qué.

Y Wojkowski no lo había encontrado gracioso.

Más cosas en la sangre, más estudios, más pruebas en lugares privados y más espera, acostado durante largo rato, mientras trataban de que se calmara lo suficiente para conseguir lecturas razonablemente exactas.

Lo intento,había dicho él la última vez que lo controlaron. En serio, hago todo lo que puedo. ¿Creen que me gusta estar esperando aquí, en esta habitación helada?

Cuando se quejó, consiguió una bata. Eso fue todo. Finalmente lo pusieron en tratamiento biótico hasta que consiguió reducir el pulso para hacer las pruebas que ellos querían.





¿Por qué?había sido la única pregunta de Grant, las cejas fruncidas y preocupadas, los hombros levantados, y después: Bueno, al menos nos la dan, ¿no te parece?

Y eso, para un azi, era algo. Él nunca lo había pensado, nunca había pensado que Reseune llegara hasta el punto de negarles la rejuv a él y a Grant cuando llegara el momento, o de posponerla como venganza más allá de la fecha en que fuera de utilidad para evitar el deterioro de las funciones vitales.

Al pensar en eso, podía tomarlo con más calma ahora. Pero había enviado un mensaje a través de Base Uno:

Ari, soy Justin.

Grant y yo tenemos una cita en el hospital. Nos han dicho que van a administrarnos la rejuv, a pesar de nuestras protestas. Quiero que sepas dónde estamos y lo que ha sucedido.

Y no consiguió nada. Base Uno tomó el mensaje. Nadie lo leía en ese momento. Podía pedir admisión al piso de Ari, pero una confrontación directa con Administración era más de lo que Ari podía manejar. Nadie contesta,le dijo a Grant.

Es un solo tratamiento,replicó Grant.

Y eso significaba que todavía podían cambiar de idea. El cuerpo tardaba entre tres y ocho semanas para ajustarse al tratamiento, y hacerse dependiente.

Nada permanente. Todavía.

—Van a venir aquí para los tratamientos —dijo Wojkowski.

—¿Para qué? —había preguntado él—. ¿Para que usted vea cómo tomo una maldita pastilla? ¿O lo que me esté dando?

—Porque no fue por propia decisión. Ya me entienden... dejar la droga acarrea graves consecuencias. Colapso del sistema inmunológico.

—Soy paramédico titulado. Psiquiatra clínico. Le aseguro que estoy al corriente de las precauciones. Lo que quiero saber, doctora, es qué más le están poniendo a la droga.

—Nada —había dicho Wojkowski, sin dudar—. Puede leer la receta, si quiere. Y ver las dosis, lo que quiera. Neantol. Es una nueva droga combinada: Novachem es el fabricante. Le puedo dar literatura sobre eso, es lo más nuevo, acaba de salir al mercado. Evita muchos de los efectos colaterales.

—Ah, qué bien, soy un conejillo de indias.

—Es segura. En realidad, más que la anterior. Evita los problemas de la piel, los hematomas y el sangrado excesivo; la disminución del nivel del calcio y el efecto del cabello que encanece. Podrá seguir con su color de cabello normal, no perderá masa muscular ni tendrá los huesos quebradizos o fatiga prematura. La esterilidad, desgraciadamente, todavía constituye un problema.

—Puedo vivir con eso. —Él se sentía más tranquilo. Mierda, quería creer lo que la doctora estaba diciendo—. ¿Cuáles son los efectos colaterales?

—La boca seca y un paciente se quejó de hiperactividad. Posiblemente algún efecto en los riñones. Sobre todo recuerde tomar mucha agua. Especialmente cuando haya bebido alcohol. Hay una tendencia a la deshidratación y tendrá mucho efecto posterior si se emborracha. No sabemos cuál puede ser el efecto de cambiar a la droga habitual. Creemos que puede haber muchos problemas. Es cara, más de diez por dosis, y no va a ser más barata durante mucho tiempo. Pero es muy recomendable, especialmente en el caso de un paciente joven.

—¿Grant recibirá lo mismo?

—Sí, claro.

Aquella conversación lo había tranquilizado. Confiaba en la ética de Wojkowski. Pero no le ayudaba a disminuir el pulso.

Diez mil la dosis. Reseune se estaba gastando mucho dinero en ellos, en una droga que Reseune podía pagar, y él no.

No era un producto que se pudiera conseguir en el mercado negro.

Sustituciones contraindicadas.

Una dependencia provocada por Reseune, que Reseune podía retirarle, con un efecto devastador; nada que gente como los pacifistas o los abolicionistas pudieran conseguir.

Una cadena invisible. Mierda con las inseguridades de esa gente. Como si le importaran. Pero de todos modos, se llevaban algo: lo dejaban con una sensación claustrofóbica de lo que sucedería de ahora en adelante: las opciones se reducían; y tenía un miedo terrible a que la droga tuviera efectos colaterales, a pesar de que las ratas de laboratorio mejoraran tanto con ella.

Mierda. En un sólo día, de la autoestima de una persona joven, de un cuerpo delgado, capaz, que se había preocupado por mantenerse así, a la seguridad de que era estéril, a algunos cambios metabólicos desagradables; no tantos como él había temido si la doctora tenía razón en lo que decía; pero de todos modos, una disminución en las funciones. Preservación, sí, mientras existiera la droga. Una lista de cuidados que debería seguir durante toda la vida.

Un favor, en cierto sentido, si obedecía las órdenes.

Pero, de todos modos, un golpe psicológico. Tomarlo por decisión de otros, porque lo había decidido un maldito comité.