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¿Qué? ¿Para tenerlos atados de manos, a él y a Grant? ¿Un recurso en caso de que los dos trataran de escapar y se unieran a los pacifistas para bombardear subtes y matar niños?

Dios. Eran auténticos lunáticos.

La puerta se abrió. Entró el técnico y le pidió que se desnudara de nuevo.

Muestra de tejido. Muestra de esperma.

—Pero ¿para qué? —le gritó al técnico—. Soy un R, por el amor de Dios.

El técnico observó la lista.

—Está aquí —dijo, sumiso. Y siguió las instrucciones. Azi.

Así que obtuvo las dos muestras que quería. Y lo dejó con un punto doloroso en apierna y otro en a boca, de donde había extraído las muestras de tejido.

Seguramente el pulso se había disparado de nuevo. Trató de calmarse pensando que se lo medirían antes de soltarlo y que si no les gustaba, tal vez lo internarían en el hospital, sujeto todo lo que cualquiera quisiera hacerle, sin Grant como testigo, donde ninguno de ellos podía buscar al otro o presentar una protesta.

Mierda, disminuye el pulso.

Hay que salir de aquí esta noche. Ir a casa. Eso es lo principal ahora.

Se abrió la puerta. Wojkowski otra vez.

—¿Cómo está? —preguntó.

—Más furioso que nunca —respondió él con amabilidad exagerada y se sentó en la mesa, le sonrió a Wojkowski, tratando de que el pulso no enloqueciera de nuevo, pensando en flores. Un ejercicio de control. En agua de río—. Me faltan pedazos de piel y mi dignidad, evidentemente, no es algo que importe mucho en este lugar. Pero estoy muy bien.

—Mmmm —dijo Wojkowski y apoyó una jeringa sobre la mesa, estudiando el informe—. Voy a recetarle un medicamento que quiero que tome y lo controlaremos cuando venga para el segundo tratamiento. A ver si podemos hacer algo con esa presión sanguínea.

—¿Quiere saber lo que puede hacer con la presión sanguínea?

—Hágase un favor. Tome mis recetas. No tome kat más de dos veces por semana. ¿Acostumbra a tomar aspirinas?

—De vez en cuando.

—¿Cada cuánto?

—Está en el...

—Por favor.

—Dos, tal vez cuatro a la semana.

—Está bien. Pero no más que eso. Si tiene dolor de cabeza, venga a verme. Si experimenta cualquier sensación de mareo o falta de concentración, venga a verme inmediatamente. Si tiene taquicardia, lo mismo.

—Claro. ¿Sabe lo que pasa en la Casa, doctora? ¿O en el planeta?

—Me doy cuenta de su situación. De todos modos, trate de evitar la tensión excesiva.

—Gracias. Muchas gracias, doctora.

Wojkowski se acercó a él con la jeringa. Él levantó la ropa de un hombro y ella frotó el área con alcohol. La inyección se disparó contra el brazo y le dolió mucho.

Observó y vio una marca sangrante.

—Mierda, eso...





—Es un implante de gel. Dura cuatro semanas. Váyase a casa. A la cama. Tome mucho líquido. Los primeros implantes tal vez le provoquen ligeras náuseas, un mareo leve. Si siente mucho mareo de pronto o le duele el pecho, llame al hospital. Puede tomar aspirina para lo del brazo. Venga de nuevo en agosto.

Había un mensaje en el sistema de la Casa, esperándolo allí mismo cuando volvió de la farmacia. Mi oficina. Ari Emory.

Ella no usaba la oficina del Ala Uno. Se lo había dicho. Allí había un mínimo de personal que manejaba el trabajo de oficina del sistema de la Casa, nada más.

Pero ahora lo estaba esperando allí. En su oficina. La oficina de Ari senior. Él cruzó el umbral con Grant y se enfrentó a un escritorio negro que recordaba a la perfección. Florian estaba sentado allí, con una cara joven y una gran preocupación cuando se levantó y le dijo:

—Grant tiene que esperar aquí. Sera quiere verlo a solas.

El café le ayudaba a dominar los nervios. Agradecía a Ari que se lo hubiera ofrecido, le agradecía la oportunidad de recuperarse en ese lugar, con Ari detrás del escritorio de Ari senior, no una oficina grandiosa, ni siquiera tan grande como la de Ya

La cara detrás del escritorio, perturbadora por su parecido, perturbadora por su toque de preocupación.

Pasado y futuro.

—He recibido tu mensaje —dijo Ari—. Y fui a ver a Denys. No sirvió de nada. Nos peleamos. Después llamé a Ivanov. Todo inútil. Después de eso, lo único que podía hacer era convocar un consejo de Familia. Y después de eso, rellenar una solicitud al Departamento de Ciencias y al Concejo en Novgorod. Y eso es muy peligroso, con todo lo que está sucediendo.

Él sopesó el peligro que vendría y supo la respuesta, la misma que había comprendido cuando estaba boca arriba sobre la mesa.

—Podría haber cosas peores —dijo. Le había empezado a doler mucho el brazo, hasta el hueso, y se sentía mareado, así que era consciente de que las manos le temblarían en cualquier momento. Resultaba difícil concentrarse.

Pero el consejo de Familia se pondría de parte de Denys y Giraud, incluso ahora, pensó; y si perdía el primer asalto, podía ser peligroso, psicológicamente, para la habilidad de Ari en sostener su autoridad en el futuro.

Una solicitud al Departamento abría todo el problema del caso Warrick. Eso era lo que Ari le estaba diciendo. Abría el caso cuando había gente que bombardeaba subtes en nombre de Jordan, cuando la elección de Defensa todavía estaba en duda, y Ari era demasiado joven para controlar algunas cosas que podían suceder en ese tipo de lucha, y que involucraban al asesino de su predecesora.

Tal vez ganaran si llegaban al Departamento, pero tal vez no. El riesgo era demasiado grande y la ventaja, mínima.

—No —decidió—. No es cuestión de pastillas. Es uno de esos geles de disolución lenta, y ellos se tomarían todo el tiempo del mundo para aclarar el asunto.

—¡Mierda! Tenía que haberlo impedido. Tenía que haber convocado un consejo para impedirlo.

—Lo hecho, hecho está. Nada más. Dicen que nos están administrando un medicamento nuevo, no se pierde el color del cabello, los huesos no quedan quebradizos. Me gustaría leer algo sobre el asunto antes de decidir mi postura acerca de una protesta por lo que han hecho. Si es lo que dice la doctora Wojkowski, no vale la pena el trastorno que causaría la protesta. Si cuesta lo que dicen, eso no es un perjuicio, porque yo no podría pagarlo. Pero sospecho que tienen otros motivos, porque no puedo pagarlo y ellos siempre podrían negármelo.

Ari no parecía impresionada. En absoluto.

—No van a hacer eso.

—Espero que no.

—Tengo la cinta —dijo ella.

Y él sintió que el corazón le daba un salto tan fuerte que pensó que iba a vomitar. Era el dolor, pensó. El café mezclado con sangre en la boca, donde habían tomado la muestra de la cara interior de la mejilla. No se sentía bien. No. Deseaba estar en casa, en cama, con todo el cuerpo lleno de puntos que le dolían; el brazo le dolía tanto que no estaba seguro de poder sostener la taza con la mano.

—Ella... —dijo Ari— pasó por ciertas fases antes de morir, fases en las que tenía muchos problemas. Sé muchas cosas ahora, cosas que nadie quería decirme. No quiero que pase eso de nuevo, nunca. Ya he resuelto lo del traspaso, del ala de Ya

—Le dije al tío Denys que te iba a poner en mi presupuesto y le pedí que me lo aumentara. Y él estaba decepcionado porque yo lo había atacado por lo que te hizo, así que ni siquiera discutió. Y puse tu mensualidad al máximo de diez con cobertura médica completa y sin gastos de vivienda pagados. Para ti y para Grant.

—Dios mío, Ari.

—Con eso podrás pagar personal para que se encargue del trabajo rutinario, para que no tengas que hacerlo, ni tú ni Grant. Es una pérdida de tiempo. Reseune saldrá ganando si te dedicas a investigar, y a enseñarme a mí. Denys no dijo nada. Lo firmó. Y en cuanto a lo mío, toda mi ala es investigación. Grant no tiene que hacer nada clínico a menos que quiera.