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Fuera,se dijo a sí misma, tratando de distanciarse de la agresión que irradiaba Ari. No te involucres.

Tenía la tecla a su lado. Sólo tenía que estirarse y apretarla para que todo terminara. Pero el sentimiento sexual era muy fuerte y se dirigía hacia un objeto que de otro modo estaba fuera de su alcance, hacia un Justin no del todo real, no el hombre que ella conocía, pero de todos modos Justin.

Vio cómo caía el vaso, se dio cuenta entonces de lo que Ari le había hecho y de que él estaba en un terrible peligro. Tuvo miedo por él; pero los músculos que sentía moverse en respuesta a la caída del vaso eran los de Ari, el impulso que sentía a través del ardor sexual era preocupación por el zumo de naranja derramado en el tapizado, de susillón... susillón.

Dios, Dios, córtala. Ahora.

Pero seguía mirando.

X

Era un simple mensaje por ordenador: Quiero verte en mi oficina. 0900. Denys Nye.Eso lo llevó al ala administrativa y a la puerta que más temía.

Así que ella tenía la cinta, pensó Justin; así que Denys estaba enterado de la cena en Cambios.

No había esperado que Giraud estuviera con Denys. Se quedó helado en la puerta, con Seely cerrándole el paso por la espalda, y después avanzó y se sentó.

—Dejemos de lado lo que ya sabemos —empezó Denys— y no perdamos el tiempo con detalles. ¿Qué mierda crees que estás haciendo?

—Quería decírselo —murmuró él—, pero ella estaba avergonzada, no solamente enfadada. Pensé que... si venía a verlo a usted, tal vez estallaría. Pensé que usted querría evitar eso.

—Así que decidiste actuar por tu cuenta.

—Sí, ser. —Denys se mostraba razonable, demasiado razonable; y ahí estaba Giraud, mirándolo con la hostilidad grabada en cada línea de su rostro—. Sabía que usted me llamaría.

—Tiene la cinta —dijo Denys—. Esto me sorprende, Justin, te aseguro que me sorprende. Giraud no es el Especial. Denys sí.

Eso me halaga, ser. No espero sorprenderlo. Pero no lo hice por eso. Me gustaría que me dejara explicarle. Ari...

—No me interesa tu explicación. No nos interesa, a ninguno de los dos.

—Es un simple capricho de adolescente.

—Es sexualmente activa desde los trece años. Por lo menos. Y este capricho entra por completo en el programa. No estamos preocupados por eso. Su predecesora tenía un esquema parecido. Que eres joven, macho y trabajas con ella. Era obvio.

—¡Yo no lo provoqué!

—Claro que no. Pero trataste de manipularla con eso.

—No. Por supuesto que no.

—Pecados del corazón, si no del intelecto. La tomaste a tu cargo, le enseñaste, trataste de dirigirla, admítelo.

—Para que se alejarade esas cosas. Denys se inclinó hacia delante con los brazos cruzados.

—Eso —intervino Giraud— es una intervención.

—No quería hacerle daño a ella ni a mí —dijo Justin. Bastaba que Giraud hablara para que las reacciones le empezaran a recorrer el cuerpo, como en el sueño del kat, profundas como el hueso. No podía evitar esa tensión en los nervios, no podía olvidar el latigazo de esa voz cuando quería hacer daño, como en las pesadillas. Miró a Denys y sintió un temblor en los músculos—. Intenté que todo se mantuviera en un nivel tranquilo, nada de contradicción.

—Hasta ayer —dijo Denys—, cuando decidiste manejar la situación por tu cuenta. Cuando exacerbaste la situación, decidiste manejarla, dándole una clave importante. Eso es una intervención, tú eres un operador, sabías exactamente lo que hacías y quiero que me lo expliques en palabras muy claras. El nivel consciente y el inconsciente.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —El corazón le latía contra las costillas—. Un esfuerzo inútil, ¿no les parece? ¿Por que' no nos ahorramos los preliminares y vamos a Seguridad?

—Estás pidiendo un psicotest.





—No. Claro que no. Pero eso nunca les ha detenido.

—Un poco de calma, muchacho, por favor.

Jordan. Dios.

Quiere que piense en él.

Contesta la pregunta —dijo Giraud.

—Lo hice para salvar el cuello. Porque es una enemiga muy peligrosa. Porque también podía suceder que saltara contra ustedes y no contra mí. ¿Qué otra cosa podía hacerla retroceder y perder el interés?

—Esa es una respuesta aceptable —dijo Denys. Para confundirlo. Él esperó la nueva dirección, el ataque por el flanco—. La pregunta es, ¿qué crees que has inducido? ¿Cuál es el objetivo de tu intervención? ¿Cuál es su estado de ánimo ahora?

—Espero por Dios —respondió él, la voz fuera de control ahora—, espero por Dios que después de esto vaya con más cuidado.

—¿Y que sea más comprensiva, se vea atraída hacia ti?

—Me contentaría con que fuera cuidadosa.

—La estás cortejando, ¿verdad?

—¡Dios, no!

—Sí, claro que sí. No sexualmente, aunque llegarías a eso si lo necesitaras, si pudieras adquirir una estabilidad que te permitiera controlarte durante el encuentro. Pero sé que preferirías evitarlo. ¿Piensas que es mejor eso que el desastre? ¿Hay algo así en tus ideas? La política hace extraños compañeros de cama pero los compañeros de cama hacen muy mala política.

—Quiero sobrevivir aquí.

—En su administración. Sí. Claro que sí. Protegerte a ti mismo, proteger a Grant. Las consecuencias de una enemistad con nosotros sólo pueden durar unos años más, ¿verdad? ¿Es eso lo que piensas? Un par de viejos, contra el margen de vida de una chica de dieciséis años cuyo poder es... posiblemente para trabajarla a tu favor si pudieras maniobrar hasta que ella te considerara. Un objetivo muy peligroso. Muy peligroso, incluso para un hombre dispuesto a vender..., lo que estabas dispuesto a venderle a su predecesora...

Quiere una reacción, una reacción.

—...pero tus oportunidades son limitadas.

—No necesitamos un psicotest —añadió Giraud, la profunda voz bastante amable— para averiguar cuáles son tus intenciones. Y lo último que hay sobre mi escritorio, creo que pensarás que es bastante divertido en cierto sentido. Alarmante, en otro. Los pacifistas, ya sabes, los que hicieron estallar los subtes en Novgorod, han decidido invocar el nombre de tu padre.

—¡El no tiene nada que ver con eso!

—Claro que no. Claro que no. Pero la policía de Novgorod encontró algunos documentos interesantes, en los que tu padre aparece como mártir político, donde se dice que la nueva monstruosidad de Reseune es una creación de los militares, que asesinar a Ari y crear el caos máximo llevaría a un gobierno pacifista.

—¡Eso es una locura!

—Claro que sí. Y naturalmente, tu padre no sabe nada de esto.

—No. Dios mío...

—Claro. No te preocupes. Esto ha pasado durante años. No lo de los pacifistas. Ésos son comparativamente recientes. Todas esas organizaciones están interrelacionadas, por esto resultan tan difíciles de seguir. Esto y el hecho de que los que ponen las bombas son casos perdidos. Drogadictos y tontos cuya devoción por la causa incluye someterse a lavados de cerebro parciales en manos de operadores aficionados. Esa clase de tontos. Pensé que tenías que saberlo, hay gente en este mundo que no presta atención a su propia vida, y mucho menos a la de una chica de dieciséis años que es el blanco de sus hostilidades. Y están usando el nombre de tu padre en sus libelos. Lo siento. Supongo que no te divierte.

—No, ser. —Justin estaba a punto de echarse a temblar. Giraud siempre le causaba este efecto. Sin drogas. Porque las drogas no se harían esperar, él lo sabía; y nada en el mundo podría impedirles llegar a eso—. No me divierte. Sé que Jordan no se divertiría si lo oyera y sé que no lo sabe a menos que usted se lo haya contado.

—Se lo hemos mencionado. Nos pidió que te dijéramos que está bien. Que espera, supongo, un cambio de régimen en Defensa. Como todos nosotros. Desde luego. Pero quería que tú supieras cómo están las cosas, ya que hay ramificaciones del caso que tal vez debas conocer. Que tu padre mató a Ari, en realidad no se trata de una noticia del pasado. Ahora se trata de amenazas contra la vida de su sucesora. Y Ari lo sabrá. Tenemos que hacer que lo sepa, por su propia seguridad. Tal vez puedas trabajar con ella de forma más civilizada. Eso espero.