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Se han distinguido muy brillantemente los tanquistas republicanos, en un aspecto, al parecer secundario, como es el de sacar y restablecer las máquinas que quedan fuera de combate. Combatientes y jefes valoran y tienen en mucha estima su parte material, sus preciosas máquinas, creadas con tanto trabajo en las condiciones de la guerra y del bloqueo fascista. Si en el campo de batalla se atasca un tanque o queda averiado por el fuego de artillería, los combatientes se esfuerzan por sacarlo, cueste lo que cueste. El enemigo mantiene bajo su puntería, inmediatamente, todo tanque que se para. Por esto el mejor tiempo para sacarlo es, desde luego, el atardecer o la noche. Los tanquistas tienen un grupo permanente de cazadores. Éstos se arrastran imperceptiblemente desde centenares de metros hasta el tanque. Colocan la cadena que ha saltado, reparan, a ser posible sin hacer ruido, la avería del motor, otros en seguida empuñan el cañón o la ametralladora para responder al fuego del enemigo en el momento en que el tanque regresa.
Pero no siempre es posible esperar a que llegue la noche para efectuar esta operación. Y entonces, arriesgándose diez veces más, los tanquistas se arrastran hacia el tanque en pleno día. A veces, después de invertir horas enteras en su lento avance, logran penetrar en la máquina, y entonces el lagarto de acero totalmente muerto por su aspecto, de súbito revive. Los fascistas le acribillan furiosamente, pero el tanque, respondiendo, llega hasta sus líneas para lanzarse de nuevo al ataque, al día siguiente, después de la reparación.
El pueblo español, su ejército, respetan y quieren a sus tanquistas, estiman en mucho su trabajo, atormentadoramente difícil y heroicamente arrojado. Con todo, los tanquistas son más modestos que la modestia. Es probable que la tensión misma, la seriedad y la dureza habitual de la lucha, eche a un lado todo pensamiento de afectación, el griterío y la jactancia. Cuando esos días habituales quedan interrumpidos por raros días de descanso entre las operaciones, los tanquistas se alegran y divierten con modestia y sencillez, como niños.
En un prado, bajo plátanos enormes, ante largas mesas, están cenando parlanchines y alegres. Muchos de los combatientes tienen sus pupilos gorrones. El de uno es un gato, el de otro es un conejo, el de un tercero es un perro de impresionantes dimensiones. La amistad queda consagrada por el peligro. Los cuadrúpedos educados viajan junto con los tanquistas en las máquinas y los acompañan al combate. Después de la cena, se organiza una competición en cantos y danzas. Las donosas cancioncitas madrileñas alternan con el impetuoso bolero andaluz y con la vigorosa y rauda jota aragonesa. En esta armonía animosa e indestructible de las audaces voces juveniles, se percibe la condena indiscutible, irrevocable y aniquiladora del enemigo, que no podrá escapar a su perdición, más tarde o más temprano.
19 de agosto
Se ha dado un nuevo e importante paso en el camino de la unión de la clase obrera y de todos los trabajadores de España. Se ha firmado y publicado un importantísimo documento político: el programa de acción conjunta entre los partidos Socialista y Comunista. El documento ha sido elaborado por el comité nacional de enlace entre ambos partidos.
El primer punto del programa común reclama que se intensifique la capacidad combativa del Ejército Popular republicano, que se establezca una disciplina de hierro, que se efectúe una enérgica limpieza en el ejército y se expulse a los elementos hostiles, que se ayude práctica y moralmente a los comisarios de guerra, que se organice la instrucción militar de los jóvenes antes de que entren en quintas y que se creen potentes reservas de tropas.
En los siguientes puntos, el programa exige la nacionalización de la industria de guerra, que se ponga orden en el transporte automóvil y ferroviario, que se creen unidades de zapadores y antiaéreas modelo en el frente y en la retaguardia.
El sexto punto señala la necesidad de luchar ahora mismo, durante la guerra, por el mejoramiento de las condiciones del trabajo y de la existencia del proletariado urbano y rural.
Respecto a los campesinos, el programa preconiza la observación de los derechos tanto de los labradores individuales como de las colectividades agrícolas, teniendo en cuenta que la elección del sistema de trabajo ha de ser por entero voluntaria.
El programa exige que se luche con toda decisión para sanear la retaguardia republicana limpiándola de espías, provocadores, saboteadores y enemigos del pueblo.
Varios puntos del programa están consagrados a la consolidación del Frente Popular y a la unidad de las organizaciones sindicales y juveniles.
En el punto dedicado a la unidad internacional, los dos partidos declaran que lucharán por la acción conjunta con el fin de que, en último término, dicha lucha conduzca a la unificación de las Internacionales, lo cual constituye la más sólida garantía de la paz y de las conquistas revolucionarias de los trabajadores.
El punto decimosexto del programa conjunto indica que los pueblos de la Unión Soviética prestan ayuda al movimiento obrero internacional, en particular a España. La política de paz de la URSS, dirigida al bien de toda la humanidad, le ha conquistado el cariño de todos los auténticos españoles que ven en la Unión Soviética al luchador más fiel contra el fascismo internacional y por la democracia, por la libertad de todos los pueblos. De ahí que los partidos Socialista y Comunista de España consideren que la defensa de la Unión Soviética, del país del socialismo, es un deber sacrosanto no ya de socialistas y comunistas, sino de todos los antifascistas honrados. Ambos partidos lucharán con toda energía contra los enemigos de la URSS, los desenmascararán públicamente y obstaculizarán sus viles campañas antisoviéticas, francas o encubiertas.
Las fracciones parlamentarias, sindicales y demás, de ambos partidos, los comités provinciales deberán actuar, desde ahora, de común acuerdo al dar vida al nuevo programa.
El comité de enlace prosigue con actividad su trabajo y ha tomado ya medidas prácticas para cumplir el programa elaborado.
El nuevo programa será acogido con gran alegría por todos los trabajadores de España. Sólo encontrará la oposición del grupo de Largo Caballero, quien procura con todas sus fuerzas obstaculizar la política de unidad de las masas trabajadoras, y, desde luego, actúa en favor de su enemigo más encarnizado: el fascismo. Pero las maniobras de los caballeristas están condenadas al fracaso desde hace ya mucho tiempo.
Amplios círculos del Partido Socialista español apoyan a su Comité Nacional en su tendencia a unirse con el Partido Comunista.
24 de agosto
Es necesario asaltar y conquistar el sector fortificado de Quinto. Ésta es la misión de combate de la división N. De su cumplimiento dependen muchas cosas. Sin dominar Quinto, no es posible acercarse a las proximidades de Zaragoza y batir esta ciudad, que se considera fuera de todo peligro hace ya diez meses de los trece de guerra civil.