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Madrid se defiende contra la fiera fascista. Esta maravillosa ciudad está ensangrentada, torturada, pero está libre y hasta nos ofrece a nosotros, escritores de todo el mundo, su noble y modesta hospitalidad.

Mas, el peligro para Madrid aún no ha pasado. La mitad de España se ve hollada por las botas de los invasores fascistas. Éstos procuran ir más allá, e irán si no se les detiene. La inacción criminal y la denominada no intervención seguirán estimulando su bestial insolencia. En Hendaya, junto a la frontera española, he visto señales fronterizas de la República francesa arañadas por las balas de ametralladoras alemanas. El fascismo agarra al mundo por el cuello. Se acercan horas históricas decisivas.

¡Escritores e intelectuales honrados de todo el mundo! ¡Ocupad vuestros sitios, tocad a rebato, no escondáis vuestros rostros, decid «sí» o «no», «pro» o «contra»! ¡No os zafaréis de la respuesta! ¡Contestad, pues, cuanto antes!

Y a ti, noble y enternecedor pueblo español, ensangrentado caballero de la triste figura, a ti consagramos nuestros pensamientos y nuestras fuerzas. Estaremos a tu lado; lo mismo que tú, creemos que tu espalda, erguida ya una vez, nunca más volverá a inclinarse ante los opresores, nunca más dejarás que se apague la luz de tu libertad. En el escudo de don Quijote, Cervantes escribió: Post tenebras spero lucem!,«¡Después de las tinieblas, espero la luz!»

8 de julio

Por la mañana han hablado Egon Erwin Kish, María Osten, Sigward Lund, Agnia Barto, Denis Marión.

Estos últimos días, Bergamín ha tenido entre manos, sin darle descanso, el nuevo libro de André Gide. Luego ha cambiado impresiones con los españoles y con los sudamericanos. Al final de la sesión de esta mañana, ha pedido la palabra. Ha dicho:

«Hablo en nombre de toda la delegación española. También hablo en nombre de la delegación de América del Sur, en nombre de escritores que escriben en lengua española. Creo que hablo también en nombre de todos los escritores de España. Aquí, en Madrid, he leído el nuevo libro de André Gide sobre la URSS. Este libro, de por sí, es insignificante. Pero el hecho de que haya aparecido en los días en que los fascistas disparan sobre Madrid, le confiere, para nosotros, un significado trágico. Todos nosotros somos partidarios de la libertad de pensamiento y de crítica. Por esto luchamos. Pero el libro de André Gide no puede ser calificado como libro de crítica libre y honrada. Es un ataque injusto e indigno contra la Unión Soviética y contra los escritores soviéticos. No es una crítica, es una calumnia. Nuestros días han mostrado un gran valor: la solidaridad de las personas, la solidaridad del pueblo. Dos pueblos se hallan unidos por la solidaridad en días de durísima prueba: el pueblo ruso y el pueblo español. Pasemos en silencio ante la indigna conducta del autor de este libro. ¡Que el profundo y desdeñoso silencio de Madrid lleguen hasta André Gide y sea para él una viva lección!»

Con esto se han terminado las sesiones madrileñas del Congreso de escritores.

LIBRO CUARTO

De las crónicas publicadas en Pravdade julio a noviembre de 1937.

Desde hace veinte días se libran sin interrupción sobre Madrid y sus alrededores encarnizados combates aéreos. Los enormes recursos en aviación de los invasores fascistas se completan constantemente. Para el ejército alemán, no constituye ningún problema enviar aparatos de bombardeo al teatro español de las acciones militares. Como ha declarado un aviador alemán prisionero, vuelan directamente al territorio de Franco por encima del territorio francés.

Defendiendo a Madrid contra las hordas de los bandidos del aire, los aviadores republicanos combaten sin regatear sus fuerzas ni sus vidas. Esta noche, un caza republicano, por primera vez en plena noche, ha atacado y ha derribado en el sector de El Escorial a un Junker trimotor fascista. El aparato de bombardeo, envuelto en llamas que ardían en medio de las tinieblas de la noche, ha caído al suelo en el dispositivo de los republicanos. Hoy, por la mañana, se han encontrado sus restos y tres cadáveres de aviadores alemanes. El heroico aviador, Carlos Castejón, ha sido ascendido a capitán por su hazaña.

Esta mañana, la artillería antiaérea ha derribado cerca de Villanueva de la Cañada otro Junker. Su tripulación también ha perecido.

Los fascistas han respondido con un nuevo y feroz bombardeo de las aldeas de Cañada y Quijorna, en el que han participado cuarenta aparatos de bombardeo y cuarenta cazas. En un nuevo combate aéreo, los republicanos han derribado dos Fiats. En otro encuentro, un aparato de bombardeo ligero republicano ha logrado incendiar y derribar a un caza.

En la segunda mitad del día, los fascistas, después de un intervalo, han reanudado su bombardeo sobre Madrid con artillería pesada. Esta vez han elegido como blanco el barrio obrero de Cuatro Caminos. Ahí no hay absolutamente ningún objetivo militar, pero sí hay mucha carne para los cañones, mucha gente pobre, en su mayor parte viejos, mujeres y niños, que viven apretados en lamentables y frágiles casitas. Ahora, sobre Cuatro Caminos se elevan columnas de humo. Los obuses estallan sin interrupción. Las ambulancias se llevan de las estrechas calles cuerpos ensangrentados, muertos y medio vivos.

3 de agosto

En el frente de Madrid hay relativa calma. En cambio, los fascistas han vuelto a dirigir el fuego directamente sobre la ciudad. Hoy, por la noche, su artillería ha disparado como no lo había hecho durante dos meses por lo menos. Desde la medianoche hasta las dos y media de la madrugada he contado más de doscientas cincuenta explosiones, esta vez en el centro de la ciudad. Muchas veces los disparos de la artillería se hacían simultáneamente; el número de obuses dirigidos a la ciudad puede ser fijado en cuatrocientos. Nunca los artilleros habían tenido ante sí un blanco tan enorme y favorable como en España en el año 1937. Disparen como disparen, siempre dan en alguna casa... Un obús ha estallado muy cerca de la nuestra, varias ventanas han salido volando; por la mañana, las imperturbables mujeres de la limpieza madrileñas han recogido los cascotes del estucado poco firme.

En los hospitales y depósitos de cadáveres de Madrid, hay un nuevo centenar de heridos y muertos. Víctimas inocentes, han dado su sangre y su vida sólo porque se han atrevido a vivir y respirar en el Madrid republicano antifascista. Hay también algunos que se han salvado por milagro. He hablado con la numerosa familia de un conductor de tranvías la cual ha quedado cubierta, mientras dormía, por los ladrillos que caían desde arriba. En los tres pisos superiores, estalló un obús de cañón de ciento setenta y cinco milímetros. Cuando los miembros de esta familia, compuesta de nueve personas, han salido de los escombros, se ha visto que todos habían quedado vivos e ilesos, incluso un niño de pecho.