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ESCENA VI

Quereas. Y ahora a darse prisa. Quedaos aquí los dos. Esta noche seremos un centenar.

(Sale.)

El viejo patricio. ¡Quedaos aquí! ¡Quedaos aquí! Bien que me gustaría irme. (Husmea.) Aquí huele a muerte.

Primer patricio. O a mentira. (Tristemente.) Dije que la danza era hermosa.

El viejo patricio (conciliador). Lo era, en cierto sentido. Lo era.

Interrumpen de pronto varios patricios y caballeros.

Segundo patricio. ¿Qué pasa? ¿Lo sabéis? El emperador nos ha hecho llamar.

El viejo patricio (distraído). Quizá sea para la danza.

Segundo patricio. ¿Qué danza?

El viejo patricio. Sí, bueno, la emoción artística.

Tercer patricio. Me dijeron que Calígula estaba muy enfermo.

Primer patricio. Lo está.

Tercer patricio. ¿Y qué tiene? (Encantado.) Por todos los dioses, ¿está por morir?

Primer patricio. No lo creo. Su enfermedad sólo es mortal para los demás.

El viejo patricio. Si así puede decirse.

Segundo patricio. Te comprendo. ¿Pero no tiene alguna enfermedad menos grave y más ventajosa para nosotros?

Primer patricio. No, esa enfermedad no admite competencia. Con permiso, debo ver a Quereas. (Sale.)

Entra Cesonia; breve silencio.

ESCENA VIII

Cesonia (con indiferencia). Calígula está enfermo del estómago. Ha vomitado sangre.

Los Patricios la rodean.

Segundo patricio. Oh, dioses todopoderosos; si se restablece, prometo entregar 200.000 sestercios al Tesoro del Estado.

Tercer patricio (exagerando). Júpiter, toma mi vida a cambio de la suya.

Calígula ha entrado hace un momento. Escucha.

Calígula (avanzando hacia el Segundo Patricio). Acepto tu ofrenda, Lucio. Te lo agradezco. Mi tesorero se presentará mañana en tu casa. (Se acerca al Tercer Patricio y lo besa.) No puedes imaginarte qué conmovido estoy. (Pausa; luego tiernamente.) ¿Así que me quieres?

Tercer patricio (emocionado). César, no hay nada que por ti no entregara inmediatamente.

Calígula (besándolo de nuevo). Ah, esto es demasiado, Casio. No merezco tanto amor. (Casio hace ademán de protesta.) No, no, te digo que no. Soy indigno de él. (Llama a los Guardias.) Llevadlo. (A Casio, dulcemente.) Anda, amigo. Y recuerda que Calígula te ha entregado el corazón.

Tercer patricio (vagamente inquieto). ¿Pero adonde me llevan?

Calígula. A la muerte, hombre. Has dado tu vida por la mía. Ya me siento mejor. Ni siquiera tengo ese horrible gusto a sangre en la boca. Me has curado. ¿Estás contento, Casio, de poder dar tu vida por otro, cuando ese otro se llama Calígula? Ya estoy de nuevo dispuesto a todas las fiestas. Se llevan a Casio, que resiste y grita.

Tercer patricio. No quiero. Esto es una broma.

Calígula (soñador entre los gritos). Los caminos que bordean el mar pronto estarán cubiertos de mimosas. Las mujeres llevarán vestidos de telas livianas. ¡Un gran cielo fresco y resplandeciente, Casio! ¡Las sonrisas de la vida!

Casio está a punto de salir. Cesonia lo empuja suavemente.

Calígula (volviéndose, súbitamente serio). Amigo mío, si hubieras querido bastante a la vida, no la habrías jugado con tanta imprudencia.

Se llevan a Casio.

Calígula (volviendo hacia la mesa). Y el que ha perdido, debe pagar siempre. (Una pausa.) Ven, Cesonia. (Se vuelve hacia los otros.) A propósito, se me ha ocurrido un hermoso pensamiento que quiero compartir con vosotros. Hasta ahora mi reinado ha sido demasiado feliz. Ni peste universal, ni religión cruel, ni siquiera un golpe de Estado; en una palabra, nada que pueda haceros pasar a la posteridad. En parte por eso, sabéis, trato de compensar la prudencia del destino. Quiero decir… no sé si me habéis comprendido (con una risita.), en fin, yo reemplazo a la peste. (Cambiando de tono.) Pero callad. Aquí está Quereas. Te toca a ti, Cesonia. (Sale. Entran Quereas y el Primer Patricio).

ESCENA IX

Cesonia se dirige vivamente al encuentro de Quereas.

Cesonia. Calígula ha muerto. (Vuelve la cara como si llorara, y mira fijo a los demás, que callan. Todo el mundo parece consternado, pero por razones diferentes.)

Primer patricio. ¿Estás… estás segura de esa desgracia? No es posible, danzó hace un rato.

Cesonia. Justamente. El esfuerzo acabó con él.

Quereas va rápidamente del uno al otro y se vuelve hacia Cesonia. Todo el mundo guarda silencio.

Cesonia (lentamente). No dices nada, Quereas.

Quereas (también lentamente). Es una gran desgracia, Cesonia.

Calígula entra brutalmente y se acerca a Quereas.

Calígula. Estuviste bien, Quereas. (Gira sobre sí mismo y mira a los demás. De mal humor.) Bueno.Falló. (.A Cesonia.)No olvides lo que te dije. (Sale.)

ESCENA X

Cesonia, en silencio, lo mira marcharse.

El viejo patricio (sostenido por una esperanza infatigable). ¿Estará enfermo, Cesonia?

Cesonia (mirándolo con odio). No, ricura, pero lo que ignoras es que este hombre duerme dos horas todas las noches, y el resto del tiempo, incapaz de descansar, ambula por las galerías del palacio. Lo que ignoras, lo que nunca te has preguntado es en qué piensa este hombre durante las horas mortales que van desde la medianoche hasta la salida del sol. ¿Enfermo? No, no lo está. A menos que inventes un nombre y medicamentos para las úlceras que cubren su alma.

Quereas (en apariencia conmovido). Tienes razón, Cesonia. No ignoramos que Cayo…

Cesonia (más rápido). No, no lo ignoráis. Pero como todos los que no tienen alma, no podéis soportar a los que tienen demasiada. ¡Demasiada alma! Eso es lo que molesta, ¿verdad? Entonces se le llama enfermedad; los pedantes quedan justificados y contentos. (En otro tono.) ¿Alguna vez has amado, Quereas?

Quereas (de nuevo dueño de sí). Ya somos demasiado viejos para aprender a hacerlo, Cesonia. Y además, no es seguro que Calígula nos dé tiempo.

Cesonia (que se ha recobrado). Es cierto. (Se sienta.) Casi olvido las recomendaciones de Calígula. Todos sabéis que hoy es un día consagrado al arte.

El viejo patricio. ¿Según el calendario?

Cesonia. No, según Calígula. Ha citado a algunos poetas. Les propondrá una composición improvisada sobre un tema determinado. Desea que aquellos de vosotros que sean poetas concurran especialmente. Ha designado en particular al joven Escipión y a Mételo.

Mételo. Pero no estamos preparados.

Cesonia (como si no hubiera oído, con voz neutra). Naturalmente, habrá recompensas. También hay castigos. (Ligero retroceso de los otros.) Os diré, en confianza, que no son muy graves.

Entra Calígula. Está más sombrío que nunca.