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Quizá le envíe un mensajito para contarle cuánto se alegra la gente por nosotros.

No, mejor no agobiarlo. Esperaré media hora o así.

Suena el teléfono y me pregunto si será él.

- Un momento, por favor -responde Kate y me mira, inquieta-. Lara, es Janet. De Leonidas Sports. ¿Te la paso?

El chocolate caliente se evapora de mi estómago.

- Sí, vale, ya me pongo. Dame unos segundos. -Cierro los ojos, me mentalizo y luego respondo con mi tono más dinámico y ejecutivo-. Qué tal, Janet. ¿Cómo estás? ¿Has recibido la selección final? -Kate se la envió anoche por correo electrónico. Tendría que haber previsto que iba a llamarme. Y pasar todo el día fuera o simular que me había quedado sin voz-. ¡Espero que estés tan entusiasmada como yo! -añado.

- No, no lo estoy -me dice con su voz más ronca e imperiosa-. Hay una cosa que no entiendo, Lara. ¿Por qué está Clive Hoxton en la lista?

- Ah, Clive -finjo aplomo-. Qué tipo. Qué gran talento.

Bueno, la cosa es así. Ya sé que mi almuerzo con Clive no terminó muy bien, que digamos. Pero es que sería perfecto para el puesto. Y quizá sea capaz de convencerlo antes de la entrevista. Así que lo he puesto igualmente en la lista, añadiendo «provisional» entre paréntesis.

- Clive es un ejecutivo brillante, Janet. -Empiezo a soltarle el rollo de carrerilla-. Tiene experiencia en marketing, es dinámico, está en el momento ideal para hacer un cambio.. .

- Todo eso ya lo sé -me corta en seco-. Pero me lo encontré en una recepción anoche. Me dijo que había dejado bien claro que no está interesado. De hecho, se quedó de piedra al saber que figuraba en la lista.

Joder.

- ¿De veras? -pregunto con tono de sorpresa-. Qué raro. Rarísimo. No es ésa la impresión que yo saqué. A mi modo de ver, tuvimos una charla fantástica y él se mostró entusiasmado.. .

- Me dijo que abandonó vuestra entrevista -me interrumpe, tajante.

- Bueno.. . se marchó, sí. -Carraspeo-. Los dos nos marchamos. Así que podría decirse que ambos la abandonamos.. .

- Me dijo que estuviste hablando todo el tiempo por el móvil con otro cliente y que no pensaba volver a hacer negocios contigo.

Me sonrojo hasta la raíz del cabello. Clive Hoxton es un soplón repulsivo.

- Bueno. -Me aclaro la garganta-. Me dejas perpleja. Lo único que puedo decirte es que debemos de haber entendido las cosas de una manera distinta.. .

- ¿Qué me dices de este Nigel Rivers? -Janet prosigue sin más-. ¿Es el tipo con caspa? ¿No se había presentado ya otra vez?

- Ha mejorado mucho. Ahora usa Head amp; Shoulders.

- ¿Sabes que nuestro servicio médico tiene principios muy estrictos respecto a la higiene personal?

- Eh.. . no lo sabía, Janet. Lo anoto.

- ¿Y qué hay de Gavin Mynard?

- Tiene grandes dotes -miento-. Un tipo creativo y con talento que ha pasado injustamente desapercibido. Su currículo no refleja.. . la riqueza de su experiencia.. .

Janet suspira.

- Lara.

Me quedo rígida, temiéndome lo peor. Su tono es inconfundible. Va a despedirme ahora mismo. No puedo permitirlo, no puedo. Estaríamos perdidas.. .

- ¡También tengo otro candidato! -me sorprendo a mí misma.

- ¿Otro? ¿Que no está en la lista, quieres decir?

- Sí, mucho mejor que los demás. De hecho, yo diría que es la persona idónea.





- Bien, ¿y quién es? -dice, suspicaz-. ¿Cómo es que no me has enviado su currículo?

- Porque.. . he de cerrar el acuerdo primero. -Cruzo los dedos con tal fuerza que me hacen daño-. Es superconfidencial. Estamos hablando de un ejecutivo de alto nivel, Janet. Con muchísima experiencia. Créeme, estoy entusiasmada.

- ¡Necesito su nombre! -ladra-. ¡Su currículo! Todo esto es muy poco profesional, Lara. Nuestra reunión interna es el jueves. ¿Puedo hablar con Natalie, por favor?

- ¡No! -exclamo aterrorizada-. Eh.. . el jueves sin falta. Tendrás toda la información el jueves. Te lo prometo. Y sólo te digo que vas a quedarte patidifusa cuando veas el nivel de este candidato. Janet, he de irme corriendo, ha sido un placer.. . -Y cuelgo con el corazón desbocado.

Mierda. ¡Mierda! ¿Qué voy a hacer ahora?

- ¡Hala! -Kate me mira con ojos brillantes-. Lara, eres un auténtico crack. ¡Sabía que lo conseguirías! ¿Quién es ese candidato tan espectacular?

- ¡No existe! -digo desesperada-. ¡Hemos de encontrarlo!

- Vale. -Kate recorre con la vista el despacho, como si pudiera haber un alto ejecutivo de marketing escondido en un archivador-. Eh.. . ¿dónde?

- ¡No lo sé! -Me meso el pelo-. No hay ninguno.

A mi móvil llega un mensaje y lo cojo con la loca esperanza de que sea un ejecutivo de primera interesado en algún puesto libre en el sector de material deportivo. O Josh, pidiéndome que me case con él. O papá, diciéndome que se da cuenta de que tenía razón y excusándose por haber dudado de mí. O incluso Diamanté, anunciándome que ella no necesita para nada ese viejo collar de la libélula y me lo mandará con un mensajero.

Pero no es ninguno de ellos. Es Natalie.

¡Hola, cielo! Estoy haciendo yoga en la playa. Hace un tiempo divino aquí. Te he mandado una foto, mira qué vista. Alucinante, ¿no? Besos. Natalie. P.D.: ¿Todo bien en la oficina?

Me dan ganas de tirar el móvil por la ventana.

Cuando dan las siete, me duele el cuello y tengo los ojos enrojecidos. He elaborado una nueva lista de emergencia valiéndome de números atrasados de Business People, Internet y un ejemplar de Marketing Week que Kate ha ido a comprar. Pero ninguno de estos candidatos se pondrá al teléfono, y menos aún querrá hablar de un trabajo o aceptará que lo incluya precipitadamente en la selección final. Me quedan cuarenta y ocho horas. Tendré que inventarme un director de marketing. O hacerme pasarme por uno.

La única noticia positiva es que en el súper tenían un Pinot Grigio a mitad de precio.

En cuanto llego a casa, pongo la tele y empiezo a beber la botella a buen ritmo. Al comenzar el capítulo de EastEnders me he tomado la mitad, la habitación se mece y mis problemas parecen alejarse agradablemente.

Al fin y al cabo, qué quieres que te diga: lo único que importa es el amor, ¿no?

Hay que poner las cosas en perspectiva. Situarlas en su debida dimensión. El amor es lo esencial. No el trabajo. Ni los directores de marketing. Ni las terroríficas conversaciones con Janet Grady. Mientras me aferré a esta idea, todo irá bien.

Tengo el móvil en el regazo y de vez en cuando releo los mensajes de texto. A lo largo del día le he mandado varios a Josh para mantener la moral alta. ¡Y él me ha respondido dos veces! Textos breves, pero aun así.. . Está en una aburrida convención de trabajo en Milton Keynes y me ha dicho que se muere de ganas de volver a casa.

¡Lo cual significa que se muere de ganas de verme!

Estoy sopesando si mandarle otro mensajito simpático para preguntarle qué hace, cuando levanto la vista y veo a Sadie en la repisa de la chimenea, con un vestido de gasa gris claro.

- Ah, hola -le digo-. ¿Dónde estabas?

- En el cinematógrafo. Me he tragado dos películas. -Me lanza una mirada acusadora-. Me quedo muy sola durante el día, ¿sabes? Estás tan obsesionada con tu trabajo.. .

Ella también estaría obsesionada si tuviese detrás a Janet.

- Bueno, lamento tener que ganarme la vida -replico con sarcasmo-. Lamento no ser una dama ociosa y no poder ver ni una sola película en todo el día.. .

- ¿Has encontrado el collar? -me corta-. ¿Has hecho algo más al respecto?

- No, Sadie. No he hecho nada. Resulta que hoy he tenido que resolver otros problemillas.

Aguardo a que me pregunte cuáles, pero ella se limita a encogerse de hombros. ¿Es que ni siquiera va a interesarse por lo que ha pasado? ¿No va a compadecerme? Pues vaya un ángel de la guarda.. .

- Josh me ha enviado varios mensajes, ¿no es maravilloso? -añado para picarla. Ella deja de tararear en seco.