Добавить в цитаты Настройки чтения

Страница 46 из 94

Abre su teléfono, atisbo por encima de su hombro y me quedo boquiabierta.. . ¡Todavía tiene una foto nuestra en la pantalla! Él y yo. De pie en una montaña, con el equipo de esquí, a la puesta de sol. Sólo se distingue nuestra silueta, pero recuerdo ese momento con toda claridad. Habíamos esquiado todo el día y el crepúsculo resultó espectacular. Le pedimos a un alemán que nos sacara una foto y el tipo se pasó media hora explicándole a Josh cómo funcionaban los mandos de su móvil. ¡Y ha conservado aquella fotografía! ¡Todo este tiempo!

- Bonita foto -le digo, como quien no quiere la cosa.

- Sí. -Su rostro parece ablandarse al contemplarla-. Me hace sentir bien siempre que la miro.

- A mí también -digo ahogadamente.

Lo sabía. Lo sabía. Me ama. Sólo necesitaba un empujoncito, un plus de confianza; una voz interior que lo animara a decirlo.

Suena un pitido en mi móvil con el mensaje de Josh y aparece su número en mi pantalla. Suelto un imperceptible suspiro de satisfacción. Ya lo tengo otra vez. ¡Es mío!

Salimos del pub con las manos entrelazadas y nos paramos en la esquina.

- Voy a coger un taxi -dice-. ¿Quieres que.. . ?

Voy a decir: «¡Genial! ¡Lo compartimos!», pero la nueva Lara me detiene: «No te entusiasmes demasiado. Déjalo respirar.»

Meneo la cabeza.

- No, gracias. Voy en la dirección contraria. Te quiero. -Le beso los dedos, uno a uno.

- Te quiero -responde.

Un taxi para y, antes de subir, Josh se inclina para besarme otra vez.

- ¡Adiós! -Agito la mano cuando arranca. Luego me vuelvo y me abrazo a mí misma, mientras suelto un silbido triunfal-. ¡Estamos otra vez juntos! ¡Vuelvo a salir con Josh!

Capítulo 14

Nunca he sabido resistir la tentación de propalar las buenas noticias a los cuatro vientos. Vamos, ¿por qué no alegrarles la vida a los demás? Así que envío mensajes a todos mis amigos contándoles que Josh y yo volvemos a estar juntos. Y también a algunos de sus amigos, por la sencilla razón de que tenía sus números grabados en el móvil. (Y al tipo del Telepizza. Por error, claro, aunque el tipo se alegró por mí.)

- ¡Dios mío, Lara! -estalla Kate nada más entrar-. ¿Te has reconciliado con Josh?

- Ah, ¿has recibido mi mensaje? -respondo como si tal cosa-. Sí, qué guay, ¿no?

- ¡Es alucinante! O sea.. . ¡increíble!

Tampoco hace falta que se muestre tan sorprendida, pero resulta agradable que se alegre. Sadie se ha comportado como una auténtica aguafiestas. No se ha dignado felicitarme y, cada vez que recibía anoche una respuesta de mis amigos, se limitaba a resoplar. Incluso ahora me mira muy seria desde su puesto habitual en lo alto del archivador. Pero me da igual, porque aún me queda por hacer la llamada más importante. Marco el número, me arrellano en mi silla y aguardo ilusionada a que descuelgue papá. (A mamá la pone nerviosa atender el teléfono porque podrían ser secuestradores.. . No me preguntes por qué.)

- Michael Lington.

- Hola, papá. Soy Lara -le digo con el tono despreocupado que llevo ensayando toda la mañana-. He pensado que igual te gustaría saberlo. Josh y yo estamos otra vez juntos.

- ¿Cómo? -dice tras una pausa.

- Sí, nos encontramos ayer por casualidad. Y me dijo que todavía me quería y que había cometido un gran error.

Un nuevo silencio. Debe de estar demasiado alucinado para responder. ¡Ja! ¡Qué gran placer! Quiero disfrutarlo a fondo. Después de tantas semanas soportando que todo el mundo me dijera que me olvidara y pasara a otra cosa, resulta que todos se equivocaban.

- O sea que, por lo visto, tenía yo razón, ¿no? -añado impulsivamente-. Ya te dije que estábamos hechos el uno para el otro. -Le lanzo una mirada a Sadie, para regodearme.

- Lara.. . -No parece tan contento como esperaba. De hecho, para acabar de recibir la noticia de que su hija acaba de reencontrar la felicidad con su amado, suena un poco estresado-. ¿Estás segura de que tú y Josh.. . ?





Jo, cree que me lo he inventado.

- ¡Llámalo si quieres! ¡Pregúntaselo! Nos encontramos por la calle, tomamos una copa, hablamos y me dijo que aún me quiere. Así que volvemos a estar juntos. Como tú y mamá.

- Vaya -suspira-. Es bastante.. . increíble. Una noticia fantástica.

- Ya. -No puedo reprimir una sonrisa satisfecha-. Y demuestra que las relaciones son muy complicadas, y que la gente no debería inmiscuirse y creer que lo sabe todo.

- Cierto -admite débilmente.

Pobre papá. Creo que casi le he provocado un infarto.

- Oye -cambio de tema para animarlo-, el otro día estaba pensando en la historia de nuestra familia. Y me preguntaba si tienes fotografías de la casa de tía Sadie.

- ¿Cómo, cariño? -Le cuesta seguirme.

- La vieja casa familiar que se incendió. En Archbury. Una vez me enseñaste una foto. ¿Todavía la conservas?

- Eso creo. -Suena receloso-. Lara, ¿no estás demasiado obsesionada con tu tía abuela?

- En absoluto. Simplemente, me intereso por mis antepasados. Creí que te gustaría.

- Me encanta, por supuesto. Sólo que.. . me sorprende. Nunca te habías interesado por la historia familiar.

Tiene razón. En Navidad sacó un viejo álbum de fotos y yo me quedé dormida mientras me lo enseñaba. (Añado en mi descargo que había comido varios bombones de licor.)

- Sí, bueno, la gente cambia, ¿no? Y ahora sí estoy interesada. Esa foto es lo único que nos ha quedado de la casa, ¿no?

- Bueno, no del todo -dice-. El escritorio de roble del vestíbulo también procede de aquella casa.

- ¿El del vestíbulo, dices? Creía que se había perdido todo en el incendio.

- Se salvaron algunas cosas. -Ya se ha relajado-. Las guardaron en un almacén y allí quedaron durante años. Nadie decidía hacerse cargo de ellas. Fue Bill quien se ocupó de todo al morir tu abuelo. Por entonces no tenía nada que hacer y yo estaba con los exámenes de contabilidad. ¿Cuesta imaginárselo, no? Pero así es, en esa época Bill era el holgazán. -Suelta una risita y oigo que bebe un sorbo de café-. Tu madre y yo nos casamos aquel mismo año. Y el escritorio de roble fue nuestro primer mueble. Es una pieza modernista maravillosa.

- ¡Vaya!

Me fascina esta historia. He visto mil veces ese escritorio, pero nunca me había preguntado por su procedencia. ¡Quizá era el escritorio de la propia Sadie! ¡Quizá tenía allí sus papeles secretos! Cuando cuelgo, Kate está muy atareada. No puedo mandarla a buscar otro café, pero me muero de ganas de hablar con Sadie.

«¡Oye, Sadie! -tecleo en el ordenador-. ¡No todo se perdió en el incendio! ¡Había algunas cosas en un almacén! A ver si lo adivinas.. . ¡Tenemos un escritorio de tu antigua casa!»

Quizá haya un cajón secreto con todos sus tesoros perdidos, pienso excitada. Y a lo mejor sólo ella sabe abrirlo. Ahora me dará el código cifrado y entonces yo tiraré del cajón, soplando para quitarle el polvo, y dentro habrá.. . algo realmente espectacular. Le hago señas para que mire la pantalla.

- Ya sé que se salvó ese escritorio -me dice tras leer el mensaje, nada impresionada-. Me enviaron una lista por si quería reclamar algo. Una vajilla horrible. Objetos sosísimos de peltre. Muebles espantosos. No me interesaba nada.

«No es un mueble espantoso -escribo, medio enojada-. Es una maravillosa pieza modernista.»

Ella se mete un dedo en la garganta, como si quisiera vomitar.

- Es muy cutre -dice, y se me escapa la risa.

«¿Dónde has aprendido esa palabra?», escribo.

- La he oído por ahí -dice encogiéndose de hombros.

«Bueno, también le he contado a papá lo de Josh», escribo, y miro a ver cómo reacciona. Pero ella pone los ojos en blanco y desaparece.

Muy bien. Como quiera. Me importa un bledo lo que piense. Me repantigo en mi asiento, saco el móvil y abro uno de los mensajes de Josh. Me siento contenta y reconfortada, como si acabara de tomarme una taza de chocolate caliente. Estoy otra vez con Josh y me he reconciliado con el mundo.