Добавить в цитаты Настройки чтения

Страница 36 из 94

- Sólo estábamos tomando una copa -aclara Ed.

- Probablemente no volveremos a vernos.

- Probablemente -asevera él-. Seguro que no.

Los dos asentimos, totalmente de acuerdo. De hecho, me parece que estamos en sintonía por primera vez.

- Ya veo. -Genevieve se ha quedado pasmada.

Ed me dedica la sonrisa más cálida de la noche.

- Voy a traerte otra copa, Lara.

- No, ya voy yo -respondo con otra sonrisa radiante. No hay nada como saber que sólo estarás diez minutos más con alguien que no te apetece para que te inspire una generosidad repentina.

- ¿Qué quieres decir? -chilla Sadie, y al volverme veo que se acerca hecha un basilisco-. ¡Nada de coincidencias! ¡Es una cita! ¡Me hiciste una promesa!

¡Qué cara más dura! ¿No podría decir: «Gracias por disfrazarte y ponerte en ridículo»?

- ¡He mantenido mi promesa! -mascullo entre dientes mientras voy hacia la barra-. ¡He cumplido mi parte del trato!

- ¡No, ni hablar! ¡Ni siquiera has bailado con él como es debido! ¡Te has limitado a arrastrarte de aquí para allá de un modo penoso!

- Mala suerte. -Saco el móvil y simulo contestar a una llamada-. Me dijiste que querías una cita. Ya te la he conseguido. Punto y final. Una copa de champán y un gin-tonic, por favor -le digo al camarero.

Busco el monedero en el bolso mientras Sadie permanece en silencio, lo cual seguramente augura un numerito de alma en pena. Pero, cuando levanto la vista, se ha ido. Me doy la vuelta y la veo pegada a Ed otra vez. Le está chillando al oído. Por Dios, ¿qué demonios hace?

Pago las copas y me apresuro a volver. Ed parece ido. Tiene otra vez esa mirada vidriosa. Genevieve está contándole una anécdota de un viaje a Antigua y ni siquiera parece haber advertido su expresión ausente. O quizá cree que lo tiene extasiado.

- ¡Y entonces vi el sujetador de mi biquini! -estalla con su gorjeo estridente-. ¡En el mar! ¡Nunca he pasado un bochorno igual!

- Toma, Ed -digo, tendiéndole el gin-tonic.

- Ah. Gracias. -Parece que vuelve en sí.

- ¡Hazlo! -Sadie se abalanza sobre él y le chilla al oído-: ¡Pídeselo! ¡¡¡Ahora!!!

¿Pedirme? ¿El qué? Espero que no sea otra cita. Ni hablar, por mucho que Sadie insista.. .

- Lara. -Ed me mira con un esfuerzo brutal y con la frente más arrugada que nunca-. ¿Te gustaría acompañarme a la cena de Business People?

No. No puede ser.

Miro a Sadie con ojos desorbitados. Ella me observa con los brazos cruzados y expresión triunfal.

- No tienes que aceptar por mí -se ufana-. Tú decides. Con toda libertad.

Ajá. Es más lista de lo que creía. Ni siquiera había reparado en que escuchaba nuestra conversación.

Claro, sabe que no puedo rechazar una invitación a esa cena. Es una velada importantísima a la que asisten grandes personajes del mundo de los negocios. Podré charlar con mucha gente, hacer contactos.. . Es una oportunidad única. No puedo decir que no.

La muy descarada.

- Sí -respondo rígidamente-. Gracias, Ed. Eres muy amable. Me encantaría.

- Magnífico. Perfecto. Te enviaré los detalles.

Hablamos como si estuviéramos leyendo un guión. Genevieve nos mira a uno y otro, estupefacta.

- Entonces.. . sí sois pareja -dice.

- ¡No! -respondemos al unísono.

- Ni hablar -añado para recalcarlo-. Ni hablar. O sea.. . nunca. Ni en un millón de años. -Bebo un sorbito de champán y le echo un vistazo a Ed. ¿Son imaginaciones mías o parece un poquito molesto?

Aguanto otros veinte minutos escuchando a Genevieve, que no cesa de alardear de todos los viajes que ha hecho en su vida. Ed mira por fin mi copa vacía y me dice:

- No quisiera entretenerte.





«No quisiera entretenerte.. . » Menos mal que no me va este tipo. Si eso no es una manera cifrada de decir: «No te aguanto ni un minuto más», no sé qué demonios será.

- Seguro que tienes planes para cenar -añade educadamente.

- Pues sí -me apresuro a responder-. Resulta que sí. Ya lo creo. Planes para cenar. -Hago la pantomima de mirar el reloj-. ¡Cielos, es tardísimo! He de irme ya mismo. Mis amigos me estarán esperando. -Resisto la tentación de añadir: «En Lyle Place, con champagne gran reserva.»

- Bueno, yo también tengo planes. Quizá deberíamos.. .

Ha hecho planes para cenar. Pues claro. Seguro que tiene en su agenda un montón de citas de mucha más categoría.

- Sí, vamos. Ha sido.. . divertido.

Nos ponemos de pie, nos despedimos de la gente de la mesa con un gesto general y salimos del bar.

- Bueno.. . -titubea-. Gracias por.. . -Hace ademán de inclinarse para darme un beso en la mejilla, pero se arrepiente y me tiende la mano-. ¡Ha sido estupendo! Te llamaré para lo de la cena.

Su expresión es tan transparente que casi resulta conmovedor. Ya se está preguntando por qué demonios se habrá metido en semejante berenjenal. Pero, claro, me ha invitado delante de un montón de gente y no puede echarse atrás.

- Bueno.. . Yo me voy por allí -añade.

- Yo, por allá -respondo-. Gracias otra vez. Adiós. -Me vuelvo y echo a caminar calle abajo.

Menudo fiasco, por Dios.

- ¿Por qué te vas a casa tan temprano? -protesta Sadie-. ¡Deberías haberle propuesto ir a un club!

- He hecho planes para cenar, ¿recuerdas? Y él también. -Me paro en seco. Tenía tantas ganas de perderlo de vista que voy en una dirección equivocada. Me doy media vuelta y oteo la calle; ni rastro de Ed. Debe de haber salido corriendo tan rápido como yo.

A estas alturas de la noche, estoy muerta de hambre y empiezo a compadecerme un poco. Tendría que haber hecho de verdad planes para cenar. Entro en un Pret A Manger y examino las hileras de sándwiches. Me decido por una empanada de pollo, un zumo y un brownie de chocolate. Vamos a tirar la casa por la ventana.

Estoy a punto de coger también un zumo de frutas cuando oigo una voz familiar entre el murmullo de la clientela.

- Pete. Qué tal, tío. ¿Cómo te va?

Sadie y yo nos miramos, alucinadas.

¿Ed?

Retrocedo instintivamente para ocultarme detrás de un expositor de patatas dietéticas. Recorro con la mirada las colas que hay frente al mostrador y me detengo en un abrigo de aspecto caro. Sí, es él. Comprando un sándwich y hablando por el móvil. ¿Éstos eran sus planes para cenar?

- No tenía ningún plan -murmuro-. ¡Ha mentido!

- Tú también.

- Ya, pero.. . -Me siento un poco indignada, aunque no sé por qué.

- Qué bien. ¿Cómo está mamá? -Es su voz, no hay duda.

Echo un vistazo alrededor, buscando una ruta de huida. Pero aquí hay espejos enormes por todas partes. Es muy probable que me vea. Tendré que esperar hasta que se haya ido.

- Dile que leí la carta del abogado. No creo que tengan argumentos suficientes. Le enviaré un correo más tarde. -Escucha un momento y luego añade-: No es ninguna molestia, Pete; lo hago en cinco minutos.. . -Otro silencio, esta vez más largo-. Me lo estoy pasando bien. Es fantástico. Es.. . -Suspira; al volver a hablar suena algo cansado-. Bueno, es lo que es, ya sabes. Y hoy he pasado una velada más bien rara.

Aprieto con fuerza la botella de zumo. ¿Va a hablar de mí?

- Acabo de perder un buen rato de mi vida con la mujer más odiosa del mundo.

¡¿Qué?! ¡Yo no soy odiosa! Vale, sí, voy vestida de un modo algo peculiar, pero.. .

- Quizá la conozcas. Genevieve Bailey. De la DFT. No, no era una cita. Ha sido.. . -titubea- una situación extraña.

Estoy tan ocupada tratando de fundirme con el expositor de patatas dietéticas que he dejado de observarlo. Y de golpe advierto que acaba de pagar y sale del local con una bolsa. Ay, Dios, va a pasar por mi lado, apenas a unos centímetros.. . No mires, por favor.. .

Maldición.

Como si captase mis pensamientos, echa un vistazo a la derecha y tropieza con mi mirada. Parece sorprendido, pero no avergonzado.