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Ari no levantó la vista de la pantalla y Justin no dijo nada mientras seguía la información en un monitor auxiliar que había usado Florian. De vez en cuando ella decía algo o pulsaba una tecla; y se producían cambios. Llegaban preguntas; el personal de RESEUNE UNO seguía en su puesto, con el avión listo para despegar de nuevo si el aeropuerto parecía bajo amenaza.

Él prefería estar en tierra y hubiera deseado conocer los códigos para saber lo que estaba pasando.

—Todo va bien —informó Ari—. Sam tiene los camiones de los Verdes; están subiendo la colina, no hay recusación todavía. Denys está dentro de Administración, tal vez en Seguridad.

Hizo más cambios.

Afirmaba que podía abrir cualquier puerta que no estuviera destruida o bajo el control de una Base ilegal.

Eso lo hace más fácil, había dicho Florian mientras se llenaba los bolsillos de la chaqueta con distintos elementos de su propio equipo, medidores y alambre, de forma sistemática. Y Florian había cogido dos bolsitas de dos armarios distintos; los había manejado con mucho cuidado mientras Catlin ataba cabos con el personal de Seguridad.

Ahora debían de estar a mitad de camino en la colina, pensó Justin.

Sera — dijo el intercomunicador de pronto, una comunicación del personal de RESEUNE UNO—. Tenemos una comunicación telefónica procedente de Administración. El doctor Nye quiere hablar con usted en persona.

No te distraigas —murmuró Justin.

—Tienes razón. Pásala; aquí todos somos de confianza. Justin, aprieta ese botón amarillo en el brazo de tu asiento y pásame el micrófono, ¿quieres? Este está ocupado.

Ari — dijo la voz de Denys por el intercomunicador—. Me parece que estás exagerando la nota.

Ari rió, sin apartar la vista de la pantalla que tenía delante. Extendió la mano izquierda y Justin le acercó el micrófono.

—¿Me oyes, tío Denys?

—Te recibo bien, querida, me gustaría que me dijeras exactamente qué está sucediendo y que detuvieras a tus tropas antes de que causen daños en el ala.

¿Quieres abrir esas puertas, tío Denys? Podemos llegar a un acuerdo. Te prometo que estarás a salvo. Incluso seguiré con Giraud.

—Ignoro qué pasó en Novgorod. Estoy seguro de que es más grave de lo que me dijiste. ¿Podemos hablar de eso?

Si quieres...

—Estoy dispuesto a presentar la dimisión. Quiero protección para mí y para mis hombres. Es una condición razonable.

—Totalmente razonable, tío Denys. ¿Cómo lo hacemos oficial?

Tú detén a tu gente, Y garantízame la custodia de la réplica de Giraud. Estoy totalmente dispuesto a presentar la dimisión. Tengo los medios para hacer que te resulte muy difícil tomar el ala, pero no es necesario llegar a tal extremo. Tengo la sensación de que me culpas por lo de Novgorod.

Ari rió de nuevo, con menos humor, pensó Justin.

—Realmente, no lo sé, tío Denys. No me importa demasiado. Creo que me aparté mucho del plan que habías trazado para mí y ahora ha llegado mi turno. Es el curso del tiempo. Totalmente natural. Puedes tener un ala y comodidades, sé que eso te importa, tío Denys. Puedes trabajar en tus obras, sé lo de los libros. Son muy hermosos. Tienes muchas cosas importantes que hacer todavía.

—Cómo me halagas, joven sera. Quiero a Seely. Ari permaneció en silencio un momento.

—Bajo ciertas restricciones, puedo aceptar eso.

—¡No lo toques!

Yo no haría daño a Seely, tío Denys. Podemos llegar a un acuerdo. Te lo prometo. No voy a presentar acusaciones. Tu vida será exactamente la misma. De todos modos no viajas, y tendrás a Giraud para manteneros ocupados a ti y a Seely, ¿no te parece? Podrías haberme hecho pasar muchas cosas que Geoffrey le hizo a Ari senior, pero arriesgaste el programa y me las evitaste. Realmente te estoy muy agradecida por eso, tío Denys; y también se lo agradezco a Seely y a Giraud. Al final Giraud y yo nos hicimos muy amigos; y sinceramente, no creo que él lo organizara, creo que fue un gusano en las cintas de Abban. Supongo que fue obra tuya. Tal vez no. Tal vez tengo una imaginación demasiado fértil. Van a derribar esas puertas, tío Denys; y prácticamente se te ha acabado el tiempo.

Detenlos.

—¿Vas a salir, tío Denys? ¿Con Seely?

—De acuerdo. Si tú vienes aquí. Quiero una garantía de seguridad.

Tienes mi palabra, tío Denys.

—Te quiero aquí para que controles a tu gente. Entonces, abriré las puertas.

Justin negó con un gesto. Ari lo miró y dijo:

—De acuerdo, tío Denys. Ahora vengo. —Señaló el botón en el asiento de Justin. Él lo pulsó y la comunicación se cortó.

—¿Ari?

Ari apretó el botón de su asiento.

—Hemos terminado. Comunicación finalizada.

—Ari —suspiró Justin—. Te quiere a tiro. Ari miró la pantalla y respondió:

—Tal vez. Pero está en muy mala posición. —Levantó su propio micrófono—. Tenemos contacto con Denys. Dice que esperemos, que acaba de dimitir. Confirmar y grabar. Justin, tú te quedas.

—Mierda, Ari...

—No iría si no creyera que tenemos la posibilidad de acabar con este asunto sin un disparo. Seguridad ya tiene bastante que hacer conmigo; no necesitan otro motivo de preocupación. Si algo sale mal, este avión volverá a Novgorod y tú podrás contar ante el Departamento todo lo que sucedió y hacer lo que quieras. Pero preferiría que volvieras a Reseune y colocaras otro de mis grupos en un tanque. Dejaré en tus manos la elección de los sustitutos.

Él la miró con los ojos muy abiertos.

—Tengo muchos asuntos pendientes —dijo Ari de pie junto al asiento—. Si no salgo de ésta, lo primero y más importante es hacer que yo vuelva. Gehe

Era cierto, pensó él cuando la puerta se cerró. Si se consideraba todo el asunto, era cierto.

Y después pensó en lo que Ari había dicho: «Solamente uno de los problemas» y «tanto como yo a ti»

XVI

—No me gusta esto —dijo Florian, arrodillado junto a Catlin, donde el autobús y la colina ofrecían un buen refugio a la vuelta de las puertas principales de cristal. Tenía las manos frías, expuestas al aire: se colocó a la izquierda bajo el brazo y miró la llegada de datos en el monitor portátil que tenía a la derecha.

—Se trata de averiguar «lo que tiene» —dijo Catlin.

—Sera no podrá manejar a Seejy —comentó Florian. Catlin le dirigió una mirada rápida y dura.

—Francotirador o algo más grande. ¿Quieres esas puertas?

—Una granada puede salvar la situación. Estoy seguro de que ahora que sera ha dejado el aeropuerto, ahí delante están haciendo los preparativos finales. Todo esto es una trampa.

—Vete entonces —sugirió Catlin—. Calcula el tiempo tú mismo. Tiene que haber algo que lo haga estallar en el vestíbulo.