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—La gente que me protege, no quiere que permanezcas junto a mí. Por eso he esperado y he dejado que Grant se fuera, porque sabía, porque sé que es una trampa contra ti; y por eso te he llamado para que vinieras.

—¿Por qué? ¿Qué quieres?

—Tengo que saberlo todo. Eso en primer lugar. Y sé cómo odias este lugar, pero es el único sitio en el que confío. —Buscó en su bolsillo izquierdo y sacó una ampollita. Cristal color ámbar—. Esto es kat. Una dosis profunda. Puedes ayudarme con esto o irte. Pero ésta es mi única oportunidad. Ven al laboratorio, tómalo y deja que te haga una cinta. Te prometo... te prometo, Justin, que no habrá ningún truco sucio. Solamente la verdad en la cinta, para que pueda usarla. Es lo que necesito. Es el tipo de prueba que puedo presentar al Departamento si las cosas se ponen feas. Es mi única oportunidad para creerte.

Él tuvo un destello, muy fuerte, y se quedó totalmente desorientado, incapaz de sentir nada durante unos segundos. Después estiró la mano y cogió la ampolla que ella le ofrecía.

Porque no tenía más remedio. Era lo único que podía hacer. Solamente pensó: Dios, no sé si podré soportarlo. No sé si no voy a volverme loco.

¿Dónde? —preguntó.

—Florian —dijo ella, y él se levantó temblando y siguió a Florian, que le indicó el camino hacia la derecha.

La puerta abierta conducía a la biblioteca de cintas, con un sillón y todos los aparatos para el estudio profundo. Entró en la habitación y se sentó, puso la ampolla en el sillón a su lado y se sacó el suéter, con la mente un poco mareada.

—Quiero que Ari esté aquí —exigió—, quiero hablarle.

—Sí, ser —dijo Florian—. No hay nada malo, ser, solamente una almohadilla, déjeme ayudarlo.

—Quiero hablar con Ari.

—Estoy aquí —dijo ella—. Estoy aquí.

—Presta atención —dijo él brevemente. Y sacó la ampolla y tomó la pastilla mientras el monitor cardíaco parpadeaba en rojo con la alarma. Él observó las luces y se concentró, tratando de calmarse—. Tu paciente tiende a aterrorizarse, sera, espero por Dios que lo tengas presente.

—No lo olvido —dijo Ari con la voz muy tranquila.

Él trabajó con el monitor, observándolo, concentrándose solamente en el pulso de las luces. Se le coló un pensamiento sobre su padre, sobre Grant, solamente un segundo, y la luz osciló más rápido; despacio, pensó él, eso era todo, mientras empezaba a marearse y el horror parecía ganar terreno. Sintió un toque en su hombro y escuchó la voz de Florian que le decía:

—Acuéstese, ser, por favor, acuéstese. Yo lo sostendré.

Él parpadeó y pensó un momento en el Florian niño, que giraba a través de los años hasta convertirse en este Florian, lo bastante fuerte para soportar todo su peso; Florian, que se inclinaba sobre él...

—Tranquilo, ser —murmuró la voz amable—. Tranquilo. ¿Está cómodo?

Él sintió un horror subterráneo, muy difuso. El mareo aumentó y empezó a perder el mundo de vista. El corazón empezó a latirle, cada vez más rápido, cada vez más, desbocado.

—Tranquilo —dijo Ari en una voz que lo sacudió a través del pánico, absoluta—. Cálmate. Todo está bien. Todo está bien, ¿me oyes?

III

—¿Trabajó tu padre con esa gente? —preguntó Ari, sentada al lado del sillón, sosteniendo la mano inerte de Justin.

—No —respondió él. Eso, claro, era lo que Justin sabía. No, no y no. Vio que el monitor cardíaco saltaba con una subida muy alta en el ritmo de las pulsaciones.

—¿Conspiró con alguien contra la Administración de Reseune?

—No.

—¿Y tú?

—No.

No conspiró con nadie. Ni contra Reseune, ni contra Ariane Emory. Justin, al menos, no estaba enterado de ningún complot.

—¿Nunca te sientes frustrado con Seguridad?

—Sí.

—¿Crees que las cosas cambiarán algún día?

—Eso espero.

—¿Qué desearías?

—Tranquilidad. Vivir tranquilo. Que la gente me crea. Entonces, las cosas cambiarían.

—¿Tienes miedo?





—Siempre.

—¿De qué?

—Errores. Enemigos.

Esperaba que, tal vez, si podía colaborar con ella, probaría algo sobre sí mismo y sobre su padre, en un mundo más tranquilo.

Tenía más miedo por Grant que por Jordan. Su padre tenía la condición de Especial como protección. Grant... Si lo sometían a psicotest estaría sujeto a que intentaran imponerle cosas, ideas y actitudes. Grant se resistiría. Grant se arrojaría al vacío de la nada y se quedaría allí. Lo había hecho antes. Pero si seguían trabajándolo...

Si lo arrestaban a él, aquí, en Reseune, si la Administración quería que hubiera un caso, no tendrían ningún problema en hacerlo. Suponía que era posible, que la política siempre importaba más que la verdad. Y más que la vida de un Warrick, eso siempre.

—Jordan no es un asesino —dijo—. No forma parte de su personalidad. Lo que pasó, fuera lo que fuese, se trató de un accidente. Cometió un error al tratar de ocultarlo, eso es lo que me dijeron.

—¿Cómo lo sabes?

—Conozco a mi padre.

—¿Incluso después de veinte años?

—Sí.

Estaba cerca del límite, cerca del momento en que la droga empezaría a desvanecerse. Y ella estaba casi afónica de tantas preguntas tensas.

Pensó: Casi sé lo suficiente para seguir el trabajo de Ari. Casi, Pero él no es el chico con quien colaboró ella.

Podría Trabajarlo y hacer que me deseara. Sería muy fácil. Muy fácil.

Recordó la cinta, la recordó con destellos sexuales que la perturbaron.

Y pensó, pensó en las múltiples intersecciones con tantos, tantos nudos en los grupos de Justin: Mierda, no. Mierda, Ari, no tan rápido, no así, sin reflexionarlo.

Podría hacerlo feliz. Podría hacerle olvidar toda esta angustia.

La política es auténtica y todo lo demás queda en segundo término, él lo sabe. Eso está por encima del resto de sus preocupaciones.

Podría hacer que se preocupara menos. Puedo hacer que confíe en mi.

Y eso, incluso eso, ¿es justo? ¿O seguro, en un mundo como éste y dentro de Reseune?

Se levantó, desconectó el grabador y se sentó al borde del sillón junto a Justin. Le tocó la cara muy despacio, vio cómo aumentaban los latidos en el monitor.

—Shhh, está bien. Todo está bien —murmuró hasta conseguir que los latidos disminuyeran—. Justin —dijo cuando todo se calmó—. Te creo. Nunca me harías daño. Nunca dejarías que me lo hicieran. Sé todo eso. No creo que vayan a actuar contra Grant ahora que te tengo grabado. Puedo contarle a mi tío lo que tengo y, al mismo tiempo, advertirle que Grant trabaja en mi ala y que será mejor que lo deje tranquilo. Lo puedo hacer porque te creo. ¿Entiendes?

—Sí. —Un latido más rápido en el monitor.

—No dejes que este lugar te ponga nervioso. Es mi casa. Mi predecesora ya no está. Todo aquello ya pasó. Todo pasó. Aquí estás a salvo. Quiero que lo recuerdes. No puedo hacerlo en el hospital sin que ellos lo averigüen, pero quiero que hagas una fijación profunda para mí, como lo hacía Grant, ¿Puedes? Interioriza, siéntete bien y recuérdalo.

—Sí.

—Quiero que pienses: «Voy a creer en esto para siempre.» Te prometo que si me crees, si tanto tú como Grant recurrís a mí cuando necesitéis ayuda, yo haré todo lo que esté en mi mano. Ahora puedes descansar. Cuando te despiertes, te sentirás bien y estarás tranquilo. ¿Me oyes?

—Sí.

Nada de latidos apresurados ahora, solamente un corazón firme, fuerte. Ari se levantó, hizo un gesto a Florian y a Catlin para que guardaran silencio y palmeó con dulzura el hombro de Justin. Quédate con él, indicó con gestos a Florian.

Y en el vestíbulo, preguntó a Catlin:

—¿Qué has averiguado?

—Nada nuevo.

—Quédate aquí por si Florian te necesita. Ari se fue a la oficina para hablar por teléfono con Denys.

—Seely —dijo—. Necesito a Denys ahora mismo. —Y cuando Denys apareció en la línea—: Tío Denys, ¿cómo estás?