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Había joyas. Cosas carísimas. Mucho más que las de mamá, sobre todo oro, algunos eran rubíes, ahí sobre la cómoda, todos estos años, pero ¿quién iba a robarlos en la Casa?

Para guardar el vino había un sitio más alto de lo que ella podía alcanzar, vino que seguramente no se había echado a perder, ella lo sabía, y que probablemente sería muy bueno ahora; y había whisky y otras cosas en el bar, cosas que no debían de haberse estropeado por todos esos años de espera.

Había una gran biblioteca de cintas. Muchas hablaban de la Tierra y de Pell. Muchas eran de cosas técnicas. Muchas, de entretenimiento. Y muchas de ésas tenían un rótulo que indicaba: «Para mayores de veinte años.» Y títulos que la pusieron nerviosa y la avergonzaron.

Cosas sexuales. Muchas.

Sintió lo mismo al mirar los cajones de Ari senior en el dormitorio, porque era algo privado, y a ella le molestaría mucho que se lo hicieran si fuera mayor y hubiera muerto; no le habría gustado que una niña de doce años registrara los cajones y descubriera que tenía esas cosas en la biblioteca, pero al mismo tiempo era interesante y la asustaba. La primera Ari había dicho que no había nada malo en los pensamientos que tenía, que era solamente porque era muy joven y que debía ir con cuidado para no portarse como una tonta.

Pero que estaba bien cuando una era mayor.

Ella recordaba cómo se sentía con lo de la primera cinta. Cerró la puerta y se preguntó qué habría en estas cintas, y si serían como aquella otra. Eran cintas E, sólo eso. No eran profundas ni nada por el estilo. No podían hacerle daño.

Si eran suyas, como todo lo que había en el apartamento, entonces podía hacer lo que quisiera con ellas, cuando se instalara, cuando estuviera segura de que estaba a salvo allí.

No era como ser estúpida con la gente,porque con la gente el sexo podía lastimarla.

Se suponía que los niños eran curiosos. Y no había forma de que nadie averiguara que las estaba usando. Sólo Catlin y Florian, y ellos no iban a tocar sus cosas. Ahora podía tener intimidad, auténtica intimidad, y el tío Denys no sabría nada al respecto.

Cuando se instalara. No había que usar cintas de entretenimiento cada vez que uno tenía ganas, como no había que comer todo lo que uno quería. Primero había que hacer el trabajo.

Incluso si uno se ponía a pensar en lo interesante que sería y en lo que había que descubrir, y en cómo se había sentido con la cinta de aprendizaje.

Mientras tanto, iba a mantener el armario cerrado.

—Está bien, adelante —dijo, y pasó a Amy y a Maddy por los guardias de Seguridad y las llevó en el ascensor. Usó su tarjeta en la puerta y las dejó entrar. El Cuidador le dijo que Florian y Catlin no estaban, que habían ido a las clases para aprender a arreglarse y a disfrazarse, como ella les había ordenado.

Vio que Amy y Maddy se miraban y observaban la gran habitación de enfrente, realmente impresionadas.

Algo le dijo que no debía dejar que nadie viera todo el apartamento donde vivía o cómo estaban diseñadas las cosas. Sabía que Catlin se preocuparía por eso. Pero les enseñó la mitad, que era la habitación grande de enfrente, la cocina y el comedor con el jardín de invierno, donde todavía no crecía nada, y otra vez la habitación delantera y la otra ala, donde estaba la gran sala de estudio hundida y el bar y después su oficina y su dormitorio y los dormitorios que habían sido de Florian y de Catlin (y que ahora eran de ellos otra vez).

Ellas se impresionaron mucho por todo al principio y cuando ella dijo que había habitaciones al otro lado de la cocina, sobre todo oficinas y todo eso. Y más sobre el jardín. Pero sólo recorrieron esa parte, otro salón con más habitaciones más adelante. Lo miraron y a ella le pareció que estaban muy raras.

Eso la molestó. Estaba acostumbrada a entender a la gente, y ahora no alcanzaba a captar lo que estaban pensando, excepto tal vez que estaban preocupadas porque podía haber algo peligroso en todo eso, o en ella, o en el tío Denys.

—Ya no tenemos por qué encontrarnos en los túneles —dijo ella—. Podemos hacerlo aquí y no hay forma de que averigüen lo que hacemos porque Florian y Catlin registraron todo el apartamento para que nadie nos pueda espiar. Ni siquiera el tío Denys.

—Pero pueden averiguar quiénes somos —objetó Amy—. Quiero decir, que me conocen a mí y a Maddy, tal vez a Sam, pero no a todos.





Así que era eso. Se preguntó de nuevo cuánto debía decirles, sobre todo a Maddy. Eso la preocupaba. Pero había algunas cosas que sí debían saber, porque ella no quería que tuvieran ideas equivocadas.

—Está bien —les dijo y después respiró hondo y decidió confiarles un gran secreto—. Mirad, he arreglado las cosas para que si Seguridad hace algo contra alguno de vosotros o vuestras familias, yo lo sepa en cuanto suceda.

—¿Cómo puedes hacer eso? —preguntó Maddy.

—Por mi ordenador. La Base que tengo. Mi nivel de acceso es mayor que el vuestro, tal vez no mayor que cualquiera que pueda poner una marca e impedir que sepa algo, pero he arreglado mi Base para que cuando haya información a la que no tengo acceso, me diga lo que está pasando.

—¿Cómo? —preguntó Maddy.

—Porque estoy en el Sistema de la Casa. Porque tengo una Base altísima y una serie de accesos que en general los niños no tienen. Las tengo con este lugar. Muchas cosas. No os preocupéis. Los tengo muy controlados. Si algo entra en el sistema, algo que se refiera a vosotros, el sistema me lo dirá enseguida.

—¿Cualquier cosa?

—No los asuntos privados. Todo lo relacionado con Seguridad. Y os voy a decir otra cosa. —Otro suspiro. Ari metió las manos debajo del cinturón y pensó con mucho cuidado en lo que estaba diciendo y en lo que dejaba traslucir; pero Amy y Maddy eran las jefas de la banda—. Si contáis esto a alguien, os mato. Pero vosotras dos no tenéis por qué preocuparos. Ninguno de mis amigos tiene por qué preocuparse. Sé por qué pasaron las Desapariciones y no creo que vuelvan a ocurrir. Excepto en el caso de que yo lo pida. Si hubiera alguien a quien yo realmente quisiera perder de vista... Y eso no me va a pasar con ninguno de vosotros, siempre que seáis mis amigos.

—¿Por qué hubo Desapariciones? —preguntó Amy.

—Porque... (Porque esas cosas tenían que pasarme. Como a Ari senior. Eso explica la mayor parte de mi vida. La mayor parte.) —Se encogió de hombros—. Porque se suponía que yo no debía saber ciertas cosas y mis tíos pensaban que esa gente me las diría.

Ellas permanecieron en silencio un rato. Después Amy dijo, con mucho cuidado:

—¿Hasta tu mamá?

Ari volvió a encogerse de hombros.

—Mamá, Valery, Julia Strassen. —Quería dejar el tema—. Sé por qué lo hicieron. Eso es todo. (Mi mamá aceptó irse. Pero no voy a decirle eso a nadie. Pensarían que no me quería.Y no es verdad.)Sé muchas cosas. Ahora tienen que cuidarse, porque sé que no pueden hacerme lo que quieran porque si me hacen algo de ahora en adelante, saben que voy a quejarme, que me acordaré. Y me voy a acordar si Atrapan a cualquiera de mis amigos, porque sé quienes son y ellos saben hasta dónde pueden llegar conmigo.

—¿Quiénes son? —preguntó Amy.

—Mis tíos. El doctor Ivanov. Mucha gente. Porque soy una R de Ariane Emory. Esta es la razón. Este lugar le pertenecía a ella. Ahora es mío porque soy una R. Todo lo que era de ella ahora es mío. Como antes había una Catlin y un Florian y murieron, hicieron una réplica para mí.

Eso les dio cosas en qué pensar. Sabían lo de las réplicas. Sabían muchas cosas, como lo de Florian y Catlin. Pero no entendían cómo encajaban todos los datos.

—Os voy a decir —continuó ella mientras las tenía Atrapadas— por qué no quieren que me enfade. Reseune me necesita, porque si soy una R tengo derecho a muchas cosas que ellos desean, y porque si soy menor pasará un tiempo hasta que los enemigos de Ari puedan hacer algo contra mí, por la ley, porque si mis tíos me hacen más cosas de las que ya me han hecho, se van a meter en un lío terrible, ellos saben que me voy a defender. No me olvido de lo de mamá. No me olvido de muchas cosas. Así que no van a molestar a mis amigos. Podéis estar seguras.