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La miraron sin decir nada. No eran tontas. Tal vez Maddy era superficial y le faltaba sentido común, pero no era tonta cuando se trataba de hacer encajar las cosas; y Amy era la más inteligente de sus amigos, de eso no había duda. Siempre había sido así.

—Estás hablando en serio —suspiró Amy.

—Claro que sí.

Amy gruñó y se sentó en el gran sillón con las manos entre las rodillas. Y Maddy también se sentó.

—Esto no es un juego —dijo Amy, levantando la vista—. Ya no es un juego, ¿verdad?

—Nada es un juego ahora.

—No sé —murmuró Amy—. No sé. Dios, Ari, aquí cabrían camiones enteros. ¿No hay nadie de noche, o algo así? ¿No tienes miedo?

—¿Por qué? Puedo pedir cualquier cosa a Mantenimiento, como si estuviera en casa del tío Denys. Seguridad nos cuida noche y día. Cocinamos, limpiamos, hacemos todo. Nos las arreglamos solos. El Cuidador nos despertaría si hubiera algún problema.

—Apuesto a que denoche viene alguien —dijo Maddy.

—No. No es fácil engañar al Cuidador; ni siquiera Mantenimiento puede entrar sin que alguno de nosotros lo controle. Así manejamos la Seguridad. Porque mis Enemigos también son reales. No es un juego. Si algo entra aquí sin permiso, muere. En serio. Muere. —Se sentó al otro lado del sillón—. Así que esto es mío. Todo. Y no pueden poner espías. Florian y Catlin lo registraron de punta a punta. Podemos reunimos tantas veces como queramos y no tenemos que preocuparnos por Seguridad. Podemos hacer muchas cosas aquí, sin mayores que estén encima.

—Nuestras madres lo sabrán —objetó Amy—. Seguridad se lo va a decir.

—Estamos seguras —insistió Ari.

—Pero tal vez no les guste —dijo Amy.

—Bueno, tampoco les gustaría lo de los túneles, ¿no os parece? Eso no te asustaba.

—Esto es diferente. Van a saber que estamos aquí. Saben que la gente se mete en problemas, Ari, mi mamá está preocupada porque voy mucho contigo, está muy preocupada y no quería que tomara el asunto de los guppies, ¿te acuerdas?

—Dijo que le parecía bien.

—Todavía está preocupada. Creo que alguien habló con ella.

—Entonces, te va a dejar. No le importará.

—Ari... esto es diferente. Muy diferente. Va a pensar que sin mayores nos vamos a meter en líos. Y realmente nos puede pasar. Podrían decir que fuimos nosotros. Y nos iríamos a Fargone. Así, puff, en un abrir y cerrar de ojos.

Así que de pronto Ari intuyó lo que les pasaba a Amy y a Maddy, aunque no alcanzara a captar todo el problema.

—No vamos a meternos en líos —replicó ella—. Nos meteríamos en muchos problemas si nos encontraran en los túneles. Ya os he dicho que sabré inmediatamente si está sucediendo algo en Seguridad. Y Florian y Catlin son Seguridad. Descubren muchas cosas, incluso cosas que no están en el sistema.

—No son Seguridad de verdad —replicó Maddy—. Son niños.

—Desde que mataron a esos azi, son Seguridad, ahí es donde aprenden todo. Lo pone en sus tarjetas-llave. Y trabajan en operaciones de oficina durante muchas de las horas en que están allí. Operaciones reales. Pueden entrar y salir y descubren muchas cosas.

Como la grabación en cinta en mi apartamento.Pero no iba a decirles nada de eso tampoco.

—Nuestras madres no saben lo de los túneles —dijo Amy—, pero sabrán que venimos aquí.

—No, si no se lo decís de entrada. Seguridad no correrá a contárselo el primer día, ¿no os parece? Entonces podéis decirles que hace tiempo que lo estáis haciendo y no habrá problema. ¿O no hacemos eso siempre para conseguir lo que queremos? No seas tonta, Amy.

Todavía parecían preocupadas.

—¿Sois mis amigas? —preguntó ella, mirándolas a los ojos—. ¿O no?





—Somos tus amigas —decidió Amy. La habitación estaba en silencio. Nada se movía.

Y ella se sintió un poco fría por dentro, como si algo fuera diferente y ella fuera realmente mayor, y estaba creciendo más a cada momento, más rápido que Amy, más rápido que cualquier persona que conociera. Estaba haciendo el curso a otra velocidad, pensó y recordó el momento en que Florian llegó al vestíbulo demasiado rápido, demasiado rápido para el otro equipo.

Florian, que había tenido apenas un cuarto de segundo para darse cuenta de que aquello ya no era un Ejercicio e iban a morir de verdad.

Tengo que portarme bien,pensó. No quiero que nadie se vuelva loco de miedo. No quiero que se asusten.

Así que les habló como siempre, saltó y les preparó bebidas sin alcohol y les mostró el bar y el congelador.

Y todo lo que había en el armario que se abría desde allí. El vino y todo.

—¡Señor! —exclamó Maddy—. Podríamos celebrar una fiesta con todo esto.

—Creo que no —decidió Ari, terminantemente. Porque aquel armario de vino era algo muy caro, y Maddy no iba a pagarlo con su dinero, claro que no; además, pensó, una Maddy Strassen borracha, con risitas y payasadas alrededor de la Base Uno era algo que podía asustar a cualquiera. Sin mencionar a los otros amigos, como los chicos a los que Maddy andaba siempre rondando.

Maddy pensaba que era una vergüenza que no pudieran hacerlo.

Amy dijo que las madres olerían el alcohol cuando volvieran, y se meterían en serios problemas y tal vez Ari también, por darles el alcohol.

Y ésa era la diferencia entre Maddy y Amy.

Esa noche llegó un mensaje del tío Denys a la Base Uno. Decía: «Por supuesto que te estoy controlando, Ari. Lo has hecho muy bien. Sabía que lo harías.»

Ella le contestó así: «Mensaje a Denys Nye. Claro que sabía que me estabas controlando. No soy tonta. Gracias por enviarme mis cosas. Gracias por ayudarme. Me olvidaré del enfado la semana que viene, tal vez. Tal vez tarde dos semanas. Grabarme fue un truco asqueroso.»

Eso lo Trabajaría bien. Que se preocupara.

III

El nombre del Probador era Will, un tipo Gamma, un supervisor de almacenes en el tiempo en que no hacía pruebas, sencillo como el pan y totalmente tranquilo y claro en cuanto a los procesos internos que los azi Gamma solían pasar por alto completamente.

Si hubiera sido CIUD, habría sido muy flemático: mayor, experimentado. Y tozudo.

—Quiero verte en mi oficina —decía el mensaje de Ya

Eran buenas noticias. Buenas noticias, no importaba cómo las mirara ni desde qué lado las considerara.

Cuando volvió de la oficina, Justin informó a Grant, que le escuchó con tanta ansiedad como él había mostrado poco antes.

—Dijo que le ha ido bien. Por qué me llamó Ya

Grant se levantó de donde estaba sentado y abrazó a Justin durante un momento. Después, a dos pasos de distancia, declaró:

—Ya te lo decía.

—Eso no quiere decir que el comité vaya a aprobarlo. —Justin trataba desesperadamente de mantener el equilibrio mental y de no ir demasiado lejos y creer que las cosas estaban funcionando. Disciplina, equilibrio. Las cosas no marchaban tan bien cuando se asentaban las cenizas. Siempre había desastres, circunstancias que no se habían previsto, y los cambios de humor de Administración. Se daba cuenta de que las manos tendían a llenarse de temblores y el estómago a anestesiarse cuando empezaba a creer que todo iba a funcionar bien. Mierda. Quería que funcionara, lo quería con tanta pasión... Y eso era peligroso—. Mierda, ahora tengo miedo yo.

—Ya te lo decía. Te dije que yo no tenía miedo. Deberías creerme, CIUD. ¿Qué comentó Ya