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Pero estaba bien. Justin era inteligente y sabía que si Denys se enfadaba, todo iba a estallar. Pero ella era demasiado lista para dejar que sucediera eso. Abrió el regalo del tío Denys primero. Era un reloj que podía hacer casi de todo. Un auténtico reloj. Ella estaba encantada, pero incluso si no le hubiera gustado, habría dicho que sí, porque quería que el tío Denys estuviera contento. Fue y le dio un beso en la mejilla y se mostró tan cariñosa como pudo.

Después, abrió el regalo del tío Giraud, sólo para que el tío Denys estuviera contento de verdad, y era una fantástica holo de todo el planeta Cyteen. Cuando se movía, las nubes se desplazaban alrededor. Todos estaban realmente impresionados con ella, especialmente el doctor Edwards, y el tío Giraud explicó que era un tipo especial de holo totalmente nuevo. Así que el tío Giraud fue una sorpresa, había intentado buscarle un buen regalo, y era evidente que le gustaba lo que había encontrado. Ella nunca había sospechado que al tío Giraud le gustaran esas cosas, pero claro, era él quien le había dado el pájaro en el cubo. Así que ahora sabía algo sobre Giraud que era distinto de esa forma desagradable en que se portaba siempre. Le dio un gran beso y fue a abrir el regalo del doctor Ivanov, que era una caja rompecabezas.

Y después el del doctor Edwards, que era un pedazo de plástico dorado, pero cuando se apoyaban los dedos en él o se ponía algo como un lápiz encima dibujaba sombras en distintos colores según el calor que tuviera, y se podían hacer dibujos con eso y los dibujos duraban un rato. Era muy bonito. Ella sabía que el regalo del doctor Edwards sería bonito, fuera lo que fuese. Pero no hizo muchos aspavientos, no más que con el rompecabezas del doctor Ivanov o el libro del doctor Peterson sobre ordenadores, y sobre todo, no más que con el reloj del tío Denys o la holo del tío Giraud.

Y además, funcionaba. Estaban pasándolo bien. Abrió el regalo de Nelly, que era ropa interior (claro, típico de Nelly), y luego abrió el de Justin; era una pelota en una pelota en una pelota, todas talladas. Era hermoso. Era el tipo de cosa que hubiera hecho decir a mamá: Ari, no toques eso.Y era suya. Pero no debía hacer aspavientos. No importaba lo mucho que le gustara. Dio las gracias y siguió buscando en la pila de cosas de gente que no había asistido a la fiesta.

Había regalos de los niños. Hasta la estúpida de Amy le había enviado una bufanda. Y Sam, un bicho robot que caminaba y buscaba el camino por todo el apartamento sin tropezar. Era caro, ella lo sabía, lo había visto en la tienda; y era hermoso que Sam se lo hubiera regalado.

Había muchos libros y cintas, y algunas pinturas y mucha ropa; pensó que el tío Denys probablemente les había dicho la talla porque todos habían acertado. Y había arcilla para moldear y muchos juegos y varios brazaletes y un par de coches y hasta un rompecabezas de pelota de Mary, la azi de los laboratorios. Era muy bonito, bonito de verdad. Pensó que enviaría una nota a Mary para darle las gracias.

Y también a Sam.

Los regalos eran buenos para que todos se pusieran contentos. Los mayores tomaron vino y el tío Denys le dejó beber un cuarto de vaso. Tenía un gusto sospechoso, como si estuviera podrido o algo así. Todos los adultos se rieron cuando ella lo comentó; hasta Justin sonrió, pero el tío Denys dijo que no, que no estaba podrido, se suponía que ése precisamente era el gusto, y no podía tomar más porque se sentía rara y tendría sueño.

Así que no bebió más. Cogió la caja rompecabezas y la abrió mientras los adultos bebían y reían unos con otros, y, mientras tanto, el tío Denys le puso el reloj en marcha con la fecha correcta. No era una fiesta aburrida.

Ari bostezó y todos decidieron que era hora de irse. Y llamaron a los azi y le desearon feliz cumpleaños mientras ella se quedaba en la puerta con el tío Denys, como hacía con mamá, y les decía adiós y les agradecía que hubieran venido.

Todos estaban animados y contentos, hacía mucho que ella no los veía así. Denys sonreía sinceramente al doctor Edwards y le estrechó la mano con fuerza y le dijo que estaba muy satisfecho de que hubiera venido. Y eso puso contento al doctor Edwards porque el tío Denys era el administrador y ella quería que el tío Denys apreciara al doctor Edwards. Y el tío Denys se mostró amable hasta con Justin y le sonrió abiertamente a él y a Grant cuando se fueron.

Así que todo, todo lo que ella había organizado, funcionaba.

Todos se fueron, hasta el tío Giraud; y ahora había que limpiar y ordenar los regalos. Pero Ari pensó que no era demasiado tarde para poner en claro otro punto con el tío Denys, así que fue y lo besó.

—Gracias —dijo—. Ha sido una fiesta muy divertida. Me encanta el reloj. Gracias.

—Gracias a ti, Ari. Ha sido muy hermoso lo que has dicho.

Y sonrió de una manera rara. Como si de verdad estuviera realmente contento por muchas razones.

La besó en la frente y le dijo que se fuera a la cama.

Pero ella se sentía bien y decidió ayudar a Nelly y a Seely a recoger los regalos y dio instrucciones especiales a Nelly para que cuidara mucho a los preferidos.

Puso en funcionamiento el bicho de Sam y lo hizo correr muy rápido.

—¿Qué es eso? —gritó Nelly y el tío Denys salió a ver la razón del alboroto.

Así que ella dio palmas y lo detuvo y lo cogió y se lo llevó a su habitación.

Rápido. Porque estaba tratando de ser buena.

XIV



Ari se despertó por la mañana con el Cuidador repicándole en la cabeza y le ordenó que se callara, que ya lo había oído. Se frotó los ojos y deseó poder quedarse ahí, pero se suponía que debía ir a cinta, ese mismo día. Y no había forma de pasar por la oficina de Justin.

Tenía muchos juguetes nuevos en el dormitorio y mucha ropa nueva. Pero sobre todo, le habría gustado quedarse en la cama y dormir, excepto que muy pronto Nelly entraría a decirle que se levantara.

Así que decidió adelantarse a Nelly. Rodó y salió de la cama. Y fue al baño y se quitó el pijama y se duchó y se cepilló los dientes.

Generalmente Nelly estaba en la habitación a esa hora.

Así que se puso la ropa que Nelly le había dejado la noche anterior y dijo:

—Cuidador, llama a Nelly.

—Nelly no está —dijo el Cuidador—. Nelly ha ido al hospital.

Ari se asustó entonces. Pero ése podía ser un mensaje atrasado. Dijo:

—Cuidador, ¿dónde está el tío Denys?

—Ari —dijo el Cuidador con la voz del tío Denys—, ven al comedor.

—¿Dónde está Nelly? —insistió Ari.

—Nelly está en el hospital. No te preocupes. Ven al comedor.

Ella se peinó rápido. Abrió la puerta y se encaminó por el vestíbulo de su suitehasta la habitación de Nelly. Abrió la puerta del apartamento principal y se dirigió al comedor.

El tío Denys estaba sentado a la mesa detrás del arco. Ella entró, introdujo su tarjeta y el tío Denys le indicó que debía sentarse y tomar el desayuno.

—No me apetece. ¿Qué le pasa a Nelly?

—Siéntate —ordenó el tío Denys.

Así que Ari se sentó. No iba a saber nada hasta que no se sentara. Conocía al tío Denys. Cogió un panecillo y mordisqueó un poco. Y Seely llegó y le sirvió un poco de zumo de naranja. Sentía el estómago revuelto.

—Muy bien —dijo el tío Denys—. Nelly está en el hospital porque van a darle más cinta. Nelly no puede mantenerse a tu nivel, Ari. Deberás tener cuidado con ella de ahora en adelante. Te estás haciendo mayor y más lista, y la pobre Nelly cree que es su deber mantenerse a tu nivel. Los doctores van a decirle que no tiene la culpa. Hay muchas cosas a las que tiene que ajustarse. Pero tú tienes que recordar que no debes hacerle daño.

—No lo hago. No se me ocurrió que ese bicho podía asustarla.

—Si lo hubieras pensado, te habrías dado cuenta.

—Supongo que sí —dijo ella. Era una mañana triste sin Nelly. Pero al menos Nelly estaba bien. Puso un poco de mermelada en el pan. Ahora sabía mejor.