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Eso estaba mucho mejor. Ari se sentó un poco y apoyó los codos en los brazos de la silla. Y miró al tío Denys con una cara mucho más amable.

—Nelly tampoco tiene que ir al hospital —dijo.

—Ari, querida, Nelly tiene que ir al hospital porque la has puesto muy triste. No ha sido culpa mía, que digamos. La pusiste en una situación muy incómoda y si tiene que ir a descansar un rato, no la culpo.

—Eso es muy feo, tío Denys.

—Bueno, también es feo robar la tarjeta de Nelly. Nelly volverá mañana por la mañana, y estará bien. Llamaré a Justin y le diré a Mary que te has acordado de ella. Estará encantada. Pero no te prometo nada. Te portarás bien y después ya veremos. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —dijo ella.

Todavía estaba furiosa porque tenía que quedarse en el pasillo de la planta baja cuando fuera y viniera de cinta; y trataba de idear la forma de no hacerlo, pero todavía no sabía cómo.

Así que no iban a tener una fiesta en la gran sala de la planta baja ese año porque el tío Denys le había dicho que últimamente tenían tanto trabajo que mucha gente no podría asistir. Así que tendrían una fiestecita, nada más, en el apartamento, pero el personal de cocina iba a preparar la comida y a traerla; y habría sólo algunos mayores y tendrían una sabrosa cena y ponche y tarta, y abrirían los regalos. Ella tendría que disponer la cena con Nelly y sentarse a la cabecera de la mesa y le darían todo lo que quisiera. Y Justin y Grant tal vez vendrían a comer, había dicho Denys.

Y vinieron.

Justin y Grant aparecieron en la puerta y Justin le dio la mano a Denys. Luego, el sentimiento de miedo corrió por la habitación. Justin tenía miedo cuando entró. Grant también. Y todos estaban resentidos y se sentían mal y trataban de fingir lo contrario.

Era su fiesta, maldita sea. Ari se levantó con una sensación de inquietud en el estómago y corrió y se mostró tan amistosa como pudo. No se llegaba a ninguna parte aconsejando a los demás que se portaran bien. Lo que había que hacer era llamarles la atención y sacudirlos hasta que se fijaran en ella en lugar de pensar constantemente en lo que les rondaba por la cabeza y luego podría manejarlos. No tenía tiempo para descubrir quién estaba haciendo qué, fue directa a Justin: él era la clave de todo el asunto y ella lo sabía, lo había sabido desde el principio.

El tío Giraud estaba allí y el azi de Giraud, Abban; y el doctor Ivanov y una azi muy linda, llamada Ule, que era de él. Y el doctor Peterson y su azi, Ramey; y su instructor favorito, el doctor Edwards, y su azi, Gale, que era más viejo que él, pero muy bueno: el doctor Edwards era uno de los invitados que había elegido ella. El doctor Edwards era bioquímico, pero sabía de todo y trabajaba mucho con ella después de la cinta. Y estaba el tío Denys, claro, que ahora hablaba con Justin.

—¡Hola! —saludó ella, poniéndose entre los dos.

—¡Hola! —respondió Grant y le dio un regalo. Ella lo sacudió. No era pesado. No hacía ruido.

—¿Qué es? —preguntó. Sabía que no se lo dirían. Lo que ella quería era dominarlos. Y ahora la estaban mirando.

—Tienes que esperar para abrirlo, ¿no? —dijo Justin—. Por eso está envuelto.



Ella saltó y se lo dio a Nelly para que lo pusiera con todos los demás, que estaban amontonados alrededor de la silla del rincón. Era como si toda la habitación respirara un poco. Ella observó un momento para ver lo que iban a hacer los mayores ahora que sabían seguro que Justin y Grant eran sus invitados.

Los mayores bebían y se pusieron a hablar y todos se estaban portando bien. Iba a ser agradable. Ella haría que fuera agradable aunque el tío Denys se enfadara con Justin. Era su fiesta y ella era quien decidía, y no iba a dejar de hacerlo. Iba a pasárselo bien a toda costa. Nadie iba a echarle a perder sus proyectos; o ella los Atraparía a todos.

Giraud era el malo. Ella lo vigilaba de cerca y vio cómo miraba cuando nadie más lo estaba observando y lo miró de frente, con severidad, para que supiera cómo estaba la situación. Luego saltó y tomó a Justin de la mano y le hizo mirar la pila de regalos, y presentó a él y a Grant a Nelly, lo cual avergonzó a Nelly pero al menos sabía que Nelly iba a ser buena y no haría que todo se fuera abajo.

Luego fue a su habitación y buscó algunas de sus cosas más bonitas y más raras para enseñárselas a la gente. Y todos se pusieron a mirarla sólo a ella. Muy pronto todos se estaban portando mucho mejor y la gente empezó a hablar y a pasárselo bien mientras tomaban un trago antes de la cena. Pero ella no. Ella no quería estropear la cena.

Era diferente de otras fiestas con niños. Llevaba una blusa azul brillante. Había venido una peluquera por la tarde y le había trenzado el cabello. Tuvo mucho cuidado con el cabello y con la ropa cuando se sentó en el suelo. Estaba muy bonita y se sentía muy mayor e importante y sonreía a todos ahora que la gente se portaba bien. Cuando Seely dijo que era hora de cenar y que el personal de la cocina iba a traer la comida, Justin se sentó junto a ella a un lado de la mesa y el doctor Ivanov se sentó junto a él al otro lado, con el doctor Edwards enfrente para estar a salvo de Giraud, especialmente porque el doctor Peterson estaba junto al doctor Edwards. Y eso hacía que el tío Denys y el tío Giraud estuvieran bien lejos. Se suponía que no debía haber un número impar de personas sentadas a la mesa. Pero así era. Ella hubiese querido que Grant estuviera allí, pero el tío Denys había dicho que Grant disfrutaría más con los otros azi, y hasta Nelly, mientras la ayudaba a vestirse, le dijo que Grant se sentiría incómodo si era el único azi en la mesa donde comían los CIUD. Así que si Nelly lo decía, decidió que el tío Denys sabía de lo que estaba hablando.

Se sentó a la cabecera de la mesa, y se puso a hablar con los adultos acerca de laboratorios y de cosas que ella no sabía, pero siempre se aprendía algo cuando se escuchaba y no le importó que los mayores dejaran de hacerle preguntas acerca de los estudios y los peces y empezaran a hablar entre ellos.

Era mucho mejor que las fiestas de niños en los que todos eran malos y estúpidos.

Cuando Justin y Grant entraron, todos se habían portado exactamente como actuaban los otros chicos cuando ella se acercaba. Ari odiaba eso: No sabía por qué lo hacían. Había pensado que los mayores eran más adultos que eso. Resultaba deprimente enterarse de que no.

Al menos los adultos lo ocultaban mejor. Y ella pensaba que debía de ser más fácil manejar la situación si uno no era el blanco. Así que empezó a pensar de dónde vendrían los problemas.

El tío Giraud era el peor. Siempre. El tío Giraud cuidaba sus modales pero todavía pensaba con rabia en alguna cosa y hablaba de negocios con el tío Denys, que no quería hablar de eso.

Justin no decía nada. No quería. El doctor Peterson estaba como tonto y hablaba con el doctor Ivanov, que se aburría y trataba de escuchar lo que decía el doctor Edwards acerca de los problemas a que se enfrentaba el proyecto de las algas. El tío Denys estaba observando toda la situación y se portaba bien y trataba de hacer que Giraud, que estaba de pie a su lado, dejara de hablar.

Ari sabía lo de las algas. El doctor Edwards se lo había contado. Le había mostrado todas aquellas botellas cerradas con distintos tipos de algas y le había dicho lo que tenían los océanos de la Tierra y por qué eran distintos a los de Cyteen.

Así que ella trataba de escuchar aquella conversación y a veces contestaba al doctor Peterson cuando él intentaba hablar con ella en lugar de con el doctor Ivanov.

Era mejor que jugar con Amy Carnath. Y nadie se portaba mal con ella.

Así que cuando trajeron tarta y ponche y llegó el momento en que los adultos tomaran una copa, cogió a Justin de la mano y lo sentó en el círculo de sillas al final, al lado del tío Denys. Y ¡ay!, eso puso muy nervioso a Justin.