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IX

Florian llegaba tarde otra vez.Había un atajo entre el 240 y el 241 y lo tomó. Corrió entre dos grupos de mayores y dio media vuelta para inclinarse y murmurar:

—Perdonen, por favor.

Luego volvió a girar y echó a correr a toda velocidad a través del camino hacia Seguridad.

—Lo siento mucho —jadeó al llegar al escritorio dentro del Cuadrángulo Uno. Estaba tratando de tranquilizar su respiración cuando le dio el vale al azi que estaba en el escritorio. El hombre examinó el vale y lo insertó en la máquina.

—Azul a blanco a marrón —dijo—. Cambio en marrón. Instrucciones allí.

—Sí —dijo Florian, y miró hacia donde señalaba el hombre. El azul empezaba en aquella puerta y se encaminó hacia allí, no corriendo pero sí muy apurado.

Sabía que todavía era muy tarde cuando llegó a marrón. El azi a cargo lo estaba esperando.

—Lo siento —dijo él—. Soy Florian AF-9979. El hombre miró por encima del hombro y dijo:

—Tamaño 6M, vestuarios en la pared, ve a cambiarte. Date prisa.

—Sí —dijo él y fue hasta el cubículo, buscó el 6M, sacó el paquete de plástico y lo arrojó sobre el banco mientras se desnudaba. Se puso el uniforme negro, se sentó con rapidez para quitarse los calcetines y ponerse las sandalias, luego colgó el uniforme AG sobre las perchas junto a uniformes de todos los tamaños y colores. Estaba tan nervioso que casi se olvidó de su nueva tarjeta llave, pero la sacó de su otro mono y se la puso en el negro, luego se pasó una mano por el cabello y salió, dándose prisa.

—Por el pasillo —indicó el azi con la pizarra—. Marrón a verde. ¡Corre!

Florian corrió. Y siguió los pasillos hasta que encontró una puerta marcada con verde en marrón. En el interior, un gimnasio. Se dirigió a toda velocidad hacia un hombre con una pizarra y otra joven, vestida como él, con un mono negro. Era una chica. Se impresionó, pero a la altura del estómago; reaccionó ante el supervisor e hizo una pequeña reverencia.

—Siento llegar tarde, ser.

El supervisor lo miró lo suficiente como para preocuparlo y él no se atrevió a mirar de nuevo a la chica que estaba allí como él, para encontrarse con su compañero para esa asignación, estaba seguro.

Luego el supervisor hizo una marca en su pizarra y dijo:

—Florian, ésta es Catlin. Catlin será tu compañera.

Florian miró a la chica de nuevo y el corazón le latió en el pecho. Era un error. Tenía que ser un error. Había llegado tarde. Tenía una compañera, una mujer. Se suponía que iba a cambiar de litera y que iba a dormir con su compañero. Pero estaba equivocado. No sabía dónde iba a dormir.

Quería volver a sus clases. Se había preocupado con la nueva Asignación a pesar de que su supervisor le había dicho que podía hacer AG en sus horas de Rec. Quería...

Pero la chica lo preocupaba. Parecía...

Era rubia, de ojos azules, una cicatriz en el mentón. Era más alta que él, pero eso no era raro. Tenía la cara delgada, muy seria. Él pensó que la había visto antes. Ella lo miró de forma poco educada, de frente. Luego se dio cuenta de que había estado haciendo lo mismo.

—Catlin —dijo el supervisor—, sabes cómo se va desde aquí. Acompaña a Florian a Armamento, habla con el supervisor de allí.

—Sí, ser —dijo ella y Florian estuvo a punto de pedirle al supervisor que comprobara si había algún error, pero había llegado tarde, había empezado mal con ese hombre y no sabía por qué estaba tan confuso, pero sentía pánico. Catlin ya se iba. Él la alcanzó cuando la joven azi se dirigió hacia otra puerta detrás de las colchonetas colgadas al final del gimnasio. Usó la tarjeta llave, mantuvo la puerta abierta para que él pasara y entraron en otra gran habitación de cemento.

Luego, por unas escaleras, hacia abajo. Y a otra habitación de cemento.

—¿Tengo una Asignación con litera? —preguntó finalmente, detrás de ella.

Ella lo miró mientras subía por las escaleras y él la alcanzó en el largo pasillo al final de los escalones.

—22. Como yo —dijo ella—. Vamos con mayores. Los compañeros duermen juntos, dos y dos.

Florian estaba impresionado. Pero ella parecía controlar la situación y no estaba asustada. Así que avanzó junto a ella, preguntándose si los ordenadores habrían cometido un error y si deberían haberle administrado cinta para explicar todo eso y ayudarle a no cometer errores. Tendría que hablar al supervisor del lugar adonde iban, pensó.



Desembocaron en otro sitio. Catlin abrió y había un supervisor sentado ante un escritorio.

—Ser —se presentó Catlin—. Catlin y Florian, ser.

—Tarde —comentó el supervisor.

—Sí, ser —dijo Catlin.

—Es por mi culpa —se disculpó Florian—. Ser...

—Las excusas están de más. Os han asignado a Seguridad. Id a Armamento y llevaos lo que podáis necesitar. Y los dos estaréis bien. Muy bien. Quince minutos para reunir el equipo. Iréis a comer, tendréis la noche para organizares, pasaréis una Habitación mañana por la mañana. Es un curso de una hora, podéis hablar de ello. Esperamos que habléis. Podéis iros.

—Yo... —murmuró Florian—. Ser, tengo que alimentar a los cerdos. ¿Se supone que tengo que haber hecho cinta sobre esto? No la hice.

El supervisor lo miró fijamente a los ojos.

—Florian, harás AG cuando no estés trabajando para Seguridad. Ésa es tu Asignación ahora. Puedes ir a AG en tu tiempo de Rec. Cuatro horas de Rec por cada Habitación pasada con éxito. No hay cinta para esto. Levantarse a las 0500, ejercicios a las 0530, desayuno a las 0630, luego cinta, Habitación o Rec, lo que señale el horario; almuerzo cuando podáis llegar, seguid el horario; cena a las 2000, seguid el horario; en las literas a las 2300 la mayoría de las noches. Si tenéis algún problema, hablad con el instructor. Catlin lo sabe. Pregúntale a ella.

—Sí, ser. —Florian jadeaba, pensando: ¿Y Andy?¿Y los cerdos? Dijeron que podía ir a AG.Y como el supervisor había contestado y él tenía mucho miedo de que ésa fuera realmente la asignación, alcanzó a Catlin.

Era una habitación de Armamento, como en el juego que conocía. Su antiguo supervisor había dicho que era una Asignación, que habría Habitaciones, todo eso lo sabía; sería como las Habitaciones que había pasado antes y después de eso sería más Seguridad que AG.

Pero no le parecía bien. Se suponía que iba a dormir con una chica. Lo habían puesto en un lugar que ella conocía y él no. Iba a cometer más errores. Siempre le habían dicho que un supervisor nunca se negaba a contestar a un azi, pero el que habían visto le había hecho pensar que ya estaba cometiendo errores.

Como llegar tarde, para empezar.

Llegó a la habitación de Armamento detrás de Catlin; sabía que iba a ser una Habitación del tipo de las de Seguridad, y no le impresionó mucho ver que había revólveres y cuchillos sobre la mesa de herramientas, pero no quiso tocarlos y el estómago le dio un vuelco cuando vio que Catlin cogía un revólver. Él cogió pinzas y un testerde circuitos; Catlin eligió un trozo de cable fino y él examinó la bandeja de recambios, escogió varias cosas y se las colocó en el bolsillo ordenadas por categorías.

—¿Electrónica? —preguntó ella.

—Sí. ¿Militar?

—Seguridad. ¿Sabes de armas?

—No.

—Entonces, será mejor que no te lleves ninguna. ¿De qué tipo eran tus Habitaciones?

—Trampas. Alarmas.

Las pálidas cejas de Catlin se levantaron. Asintió, un poco más amistosa.

—Emboscadas. Generalmente hay un Enemigo. Te mata.

—Las trampas también.

—¿Eres bueno? Él asintió.

—Creo que sí.

Y la estaba mirando fijamente de nuevo. La cara de Catlin lo inquietaba. Era como si la conociera. La conocía como se conocen las cosas por cinta. Tal vez ella también lo recordaba así, porque lo estaba mirando fijamente. El no estaba sorprendido del todo: la cinta nunca lo sorprendía. Sabía que no había error posible si la conocía por cinta. Ella debía de ser importante para él, tanto como los estudios, pero nunca había pensado que le sucedería esto hasta que tuviera un Contrato con alguien.