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Bien. No era culpa de Grant. Todo estaría bien si Grant no había llamado la atención de Giraud una vez más. Volver con Ya

Quería sentarse un momento. Pero no podía. Tenía que impedir que Grant se diera cuenta de lo mal que se sentía.

—Ya

Justin volvió a palmearlo en el hombro.

—Mira, estoy seguro de que todo irá bien. Y si no, yo lo arreglaré. No te preocupes.

—¿Justin?

Había dolor en la voz de Grant. Su culpa. Como la crisis.

—Ya

—Basta. —Grant lo aferró por los hombros y le obligó a darse la vuelta. Frente a frente ahora—. No te pongas en plan supervisor conmigo. Sabía lo que hacía.

Justin lo miró fijo.

—No soy tonto, Justin. Si quieres, pégame. Pero no me sometas a esa rutina de «tranquilo, tranquilo». —Rabia. Simplemente, rabia. Justin se impresionó. Era una salida cuando él había pensado que no había ninguna. Estaba temblando cuando Grant le soltó el brazo y le puso la mano junto a la mejilla—. Señor Justin, ¿qué estás pensando?

—Que me apoyo demasiado en ti.

—No. Ellos se apoyan demasiado en ti. Y se lo dije a Ya

Ari, ésa era la respuesta obvia. Grant lo estaba desafiando. Y Justin se quedó helado.

—Un muñeco, ¿no?

—Basta, Grant.

—¿Y qué?

—Tal vez... —Justin recuperó el aliento y se volvió—. Tal vez es el orgullo. Tal vez es porque toda mi vida me han enseñado que yo era el más fuerte. Y sé que he estado derrotado durante años. Y que me apoyé en ti. Mierda. Me siento culpable por eso.

—Es otro tipo de presión —dijo Grant—. La mía no puede venir de ningún otro lado. Solamente de ti. ¿No lo sabes, ser humano?

—Bueno, yo te empujé a la oficina de Ya

—Dame una oportunidad, amigo. No soy un robot. Tal vez mis sentimientos son de plástico, pero son de lo más reales. Si quieres gritarme, grítame. No me hagas ese numerito de supervisor.

—¡Entonces, no actúes como un maldito azi!

Justin no podía creer que hubiese dicho esto. Se quedó ahí, de pie, inmóvil. Y Grant también, durante un instante. Con aquellas palabras colgando en el aire entre los dos.

—Bueno, soy azi —sentenció Grant luego, encogiéndose de hombros—. Pero no tengo la culpa. ¿Y tú?

—Lo siento.

—No, adelante. Maldito azi todo lo que quieras. Prefiero ser eso que ver cómo te lo guardas. Trabajas hasta el agotamiento, te estás comiendo a ti mismo, y un psicogrupo aberrante de otro azi te mandará del otro lado. Así que soy todo lo maldito azi que quieras. Me alegra que te protejas un poco a ti mismo. Ya era hora.



—Dios, no me psicoanalices.

—Lo lamento, no puedo evitarlo. Gracias a Dios, sólo tengo un ser humano por el que preocuparme. Dos me llevarían directo al hospital. Malditos humanos. Causan miles de problemas. Tenías razón con respecto a Ya

Espías, pensó Justin con un sobresalto, y recorrió la conversación hacia atrás, con pánico, tratando de recordar qué habían dicho.

Hizo un gesto a Grant para que tuviera cuidado y Grant asintió.

—Lo lamento —dijo Justin después, más tranquilo. Y mientras tanto, deseaba encontrar un lugar oscuro donde esconderse. Pero Grant estaba bien. Grant estaba bien, con una dignidad que él no lograba aparentar—. Grant... son reacciones a las cosas... Pensamiento contradictorio. Tienes que entender.

—Eh... —dijo Grant—. Yo no entiendo. Me maravilla. El número de niveles ante el que podéis reaccionar es realmente sorprendente. El número de cosas que podéis creer al mismo tiempo es increíble. No lo entiendo. Podría pasarme días pensando en esta reacción y probablemente todavía perdería algunos matices.

—Es muy simple. Estoy aterrorizado. Pensé que sabía dónde estaban las cosas y, de pronto, tú te me confundes. Así que todo pasó a formar parte de valores en oposiciones absolutas. Los hombres son realmente lógicos.

—¡Señor! La vida sería tan aburrida si no hubiera seres humanos. Me pregunto en qué lío estaba Ya

—¿Estaba tranquilo?

—Mucho.

—Entonces, tienes la sartén por el mango, ¿no?

—Tenemos que aprender a no agitaros a vosotros, los hombres. Creo que deberían poner eso en las primeras cintas. «Los seres humanos excitados pasan a grupos programables alternados. Todos los seres humanos están locos. Y todos odian a sus alter egos.» Esa es toda la clave del comportamiento CIUD.

—No estás muy equivocado.

—A la mierda. He estudiado por endocrinas durante años. Realmente, estoy sorprendido. Lo hice directamente. Opiniones duales y triples. Tengo que decir que prefiero mi psicogrupo natural. Mi psicogrupo natural, gracias. Mucho más fácil para el estómago. ¿Quieres ir a almorzar?

Justin miró a Grant, a Grant con las ventanas abiertas de nuevo, con esa sonrisa irónica, leve, que era su forma de desafiar al destino, al universo y a la Administración Reseune. Durante un momento, se sintió afortunado y aterrorizado.

Como si por primera vez todo lo que se le había estado escapando se hubiera detenido y temblara en el punto exacto en que tal vez podía volver atrás.

—Claro —dijo—. Claro. —Tomó el brazo de Grant y lo llevó hasta la puerta—. Si puedes hablar con Ya

—Ah, ah. No. Tengo un empleo fijo, gracias.

La gente los miraba. Justin soltó el brazo de Grant. Y se dio cuenta de que la mitad del Ala debía de haberlo oído gritarle. Y lo estaban mirando para ver señales de afectación.

Eran una fuente de chismes por miles de razones. Y ahora había una nueva.

Eso también llegaría a oídos de Ya

VIII

Había cosas nuevas cada día. Nelly llevó a Ari a la tienda en el Ala Norte y volvieron llenas de paquetes. Era divertido. Compró cosas para Nelly, y ella estaba tan contenta que Ari se sentía bien de verla con un traje nuevo, tan bonita y orgullosa.

Pero Nelly no era mamá. Al principio le gustaba que Nelly la abrazara, pero Nelly era siempre Nelly, no había más, y de pronto una noche se sintió muy vacía cuando Nelly la abrazó.No se lo dijo a Nelly porque la azi le estaba contando un cuento. Pero después de eso fue cada vez más difícil soportarla cuando la tenía en brazos, ahora que mamá se había marchado. Así que se movía de un lado a otro y se sentaba en el suelo para oírla contarle cuentos, al parecer Nelly estaba conforme.

Seely era nadie. A veces Ari se burlaba de él, pero Seely nunca se reía. Y eso era muy molesto. Así que ella lo dejó tranquilo excepto cuando quería pedirle una bebida o una galletita. Y le daban más cosas de las que a mamá le hubiera gustado. Así que trató de ser buena y no pedir, y de comer verduras y no tomar demasiado azúcar. No es bueno para ti, decía mamá. Y todo lo que decía mamá era algo que ella trataba de recordar ahora y de seguir haciendo, porque cada cosa de mamá que se olvidara era como olvidarla a ella. Así que comía las malditas verduras y se le hacía un nudo en la garganta porque algunas eran horribles, mezcladas con una pasta cremosa. Aj. Le daban ganas de vomitar. Pero lo hacía por mamá y la ponía tan triste y tan furiosa al mismo tiempo que quería llorar.