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—Quiero un examen de voz acerca de este aspecto —declaró Denys.

—Ningún problema —dijo Giraud—. Desde luego, hay que estudiarlo. ¿Hace referencia a otra gente?

—No —dijo Edwards.

—Ningún miembro de la familia. Amigos. Azi.

—Nelly. «Nelly dice». Cuando está relacionado con algo de la casa. A veces es «a mi tío Denys no le importa» eso o aquello. No respeta lo que dice Nelly ni sus opiniones, pero expresa el deseo de no hacerle daño. «Tío Denys» tiene una referencia mucho más respetuosa, pero se sirve del nombre como de una moneda. Siempre recuerda a los demás que «mi tío Denys se interesa en esto o aquello». —Edwards se aclaró la garganta—. Y va directo al grano, dice que su ascendente con el «tío Denys» puede conseguirme a mí una oficina mejor.

Denys jadeó, sorprendido, y después serió, para alivio de Edwards.

—¿Como la invitación a la fiesta?

—Más o menos, algo parecido.

—¿Y Ollie? —preguntó Giraud.

—Muy pocas veces. Casi nunca. Y ahora soy preciso. Diría que mencionaba mucho a Ollie después de la partida de Jane. Ahora, creo que no he oído el nombre desde hace mucho. Tal vez más de un año.

—Interesante. ¿Justin Warrick?

—Nunca lo menciona. Yo lo saqué a colación, ¿recuerdan? Y ella quería abandonar el tema. Este nombre no aparece nunca.

—Vale la pena hacer que el ordenador busque los nombres —dijo Denys.

En todas las cintas. Años de cintas. Giraud dejó escapar el aire y asintió. Más personal. Más tiempo de ordenadores. Mierda, y había presión externa. Mucha presión. Finalmente estaban preparados para hacerlo público, para dar a conocer la historia; y tenían una anomalía, tenían una niña mucho menos seria que la primera Ari, mucho más caprichosa y con un temperamento más moderado. Los azi no habían ayudado. Últimamente parecía un poco más seria, el vocabulario se había desarrollado un poco: Florian y Catlin eran mejores que ella en las redacciones, pero el problema no consistía en eso, Ari no había olvidado a su madre; y el asunto Warrick, cuando Ya

Dáselo a Jordan, había sugerido Denys. Envía a Justin con Jordan. Los Warrick causarán menos problemas con el proyecto si están ocupados, y tú sabes que Jordan trabajaría en cualquier tema si le diera la oportunidad de ver a su hijo.

Y eso significaba problemas con Defensa: estaban celosos por el tiempo de Warrick. Tal vez Defensa se interesaría en Justin Warrick: no había forma de que pasara desapercibido, y a su manera Defensa quería cualquier cosa que pareciera importante, o útil, o anómala.

Mierda y más mierda.

Ari lo quería,había dicho Ya

Estaba la paradoja del proyecto: ¿hasta dónde debía alcanzar la réplica? ¿Cuántos individuos, esenciales unos para otros? Gracias a Dios las relaciones de la primera Ari habían sido muy limitadas en lo referente a contactos personales, pero habían sido mucho más numerosas en cuanto a las agencias de noticias y al contacto con el público desde una edad muy temprana.

—Tenemos que seguir adelante —declaró Giraud—. Tenemos que ponerla frente al público, por muchísimas razones. Lu ya ha perdido la paciencia y apenas nos queda tiempo. No podemos equivocarnos, nos resultará imposible sobrevivir a un error.

Nadie dijo nada. El peligro y los problemas eran obvios.

—Los resortes de los problemas están todos ahí

—dijo Petros—. No hemos usado todos los recursos. Creo que un poco más de presión académica puede ser de ayuda. Presionémosla. Hay que frustrarla. Darle tareas en las que no tenga posibilidad de éxito. Acelerar el programa.

Petros siempre había aconsejado la misma estrategia.



—No ha experimentado la frustración intelectual

—dijo Denys—, todavía.

—Tampoco queremos que la escuela llegue a aburrirla por completo —ladró Giraud—. Tal vez debamos pensar en esto seriamente. ¿Qué dicen los ordenadores últimamente, cuando no están trabajando con los proyectos escolares de Justin Warrick?

—¿Lo volvemos a pasar por ordenador? —intervino Peterson—. No creo que haya cambios significativos. No creo que podamos olvidar los resultados que tenemos. Acelerar el programa cuando hay una anomalía...

Petros se inclinó hacia delante, con la mandíbula tensa.

—¿Permitir que el programa se estanque mientras la anomalía se extiende? ¿Eso es lo que usted sugiere?

—Doctor Ivanov, permítame terminar con la idea.

—Ya sé cual es su idea, todos la conocemos, mierda. Giraud se sirvió otro vaso de agua.

—Ya basta —dijo—. Ya basta. Vamos a hacer las pruebas. Usaremos tiempo de ordenador. Conseguiremos las respuestas. Tengamos la entrevista mañana, ¿de acuerdo?

Sobre todo el examen de voz, ésa era la mejor pista, pensó. Todas esas sesiones y lecciones para estudiar.

El proyecto devoraba tiempo de ordenador a una velocidad increíble. Y las variantes seguían proliferando.

Y las solicitudes del Comité de Investigación del Concejo, que quería ver los documentos de la forma en que el Departamento de Ciencias, había involucrado en el proyecto Gehe

Los centristas y los abolicionistas querían que se hicieran públicos todos los archivos. El servicio de inteligencia de Giraud informaba que Mikhail Corain estaba consiguiendo pruebas para pedir un proyecto de ley de Publicación de Documentos en el Concejo a fin de que todos los archivos Emory se hicieran públicos. Decían que había otros proyectos secretos, otras bombas de relojería que esperaban su momento, y que la seguridad nacional tenía precedente sobre la soberanía de Reseune, que Reseune no tenía derechos sobre las notas y documentos que había reunido Ariane Emory como canciller de Ciencias, que todo eso se había convertido en propiedad de la Unión tras su muerte y que era necesario aprobar un proyecto de ley de Publicación para descubrir qué pertenecía a Reseune y qué documentos de Emory pertenecían a los archivos de la Unión.

Había bombas de relojería, eso era cierto. La principal era una que tenía ocho años, y exponerla a la hostilidad y a la burla de Novgorod, convertirla en el centro de la controversia...

Todo se reducía a ese punto crítico. Tenían que hacerlo público. Antes de que un proyecto de ley de Publicación pusiera todos los secretos del futuro de Ari a la vista del público, donde una niña precoz de ocho años podía tener acceso a ellos en un momento poco apropiado, fuera de la secuencia del programa.

V

Las clases eran por la mañana. Ari tenía las suyas con el doctor Edwards en la oficina del maestro o en el laboratorio de estudios, pero ahora no eran solamente por la mañana, también después del almuerzo en la biblioteca y en el laboratorio de cintas, así que había mucho control y el doctor Edwards le hacía preguntas y exámenes.

Catlin y Florian también tenían sus clases todos los días, clases de otro tipo, en la ciudad, en un lugar que llamaban los Barracones Verdes; y una vez a la semana tenían que quedarse allí a pasar la noche. Eso era cuando hacían una Habitación o un ejercicio especial. Pero casi siempre se encontraban con ella en la biblioteca o el laboratorio y la acompañaban a casa.

Ese día lo hicieron, los dos muy correctos y solemnes en sus uniformes negros, pero más solemnes que siempre cuando la llevaron hasta las puertas y al exterior, al sendero.

—Este es el lugar más seguro para hablar —indicó Catlin.

—Pero no se sabe nunca —dijo Florian—. Hay equipos que pueden llegar hasta aquí si ellos quieren. No podemos asegurar que no estén escuchando, lo mejor es cambiar de sitio constantemente para que no esperen que digamos algo que ellos quieren oír y entonces no se molesten en escuchar. Es mucho trabajo instalar un espía si el sujeto se mueve constantemente.