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Por supuesto, se dijo que el idioma podía no ser una forma de inglés. No tenía base para creer que estuviese aún en una porción del continente norteamericano. Podía encontrarse en Eurasia o en África. Y aquel idioma podía proceder de cualquiera del millar que existía en su época.

Aun así, los números arábigos no deberían haber cambiado. Y no aparecían por ninguna parte, salvo por unos símbolos que parecían eles. Quizás los números se deletreasen, por alguna razón.

Cuziz Zine Nea. Estas eran las únicas palabras escritas con mayúscula. ¿Significarían Ulises Singing Bear? El fonema inicial de Ulises se había africado por alguna razón, quizás porque le precediese una palabra final africada… quizás, en algunos casos, el sonido final de palabra inmediatamente anterior al sonido inicial de palabra de la siguiente influyese, al ser de una determinada clase. Lo mismo que Zine podía haber sido Singing antes, y la s hacerse z por ir precedida de un sonido fuerte. El ing se habría convertido en en, y luego la n en una nasalización de la s, pero durante la evolución del lenguaje había influido a todas las palabras que, siguiéndola, comenzaban con una fonema milabial o labiodental. Así pues, aunque la n final de Zine hubiese desaparecido, Bear (primero Ber luego Be fue Ne cuando seguía a cualquier palabra que hubiese tenido alguna vez una m o n final.

Si seguía adelante con esta teoría… silbó y murmuró luego:

– ¡Creo que lo tengo!

Aquellas palabras cobraban sentido. Las letras procedían del alfabeto fonético internacional o de algo parecido. El lenguaje había sido inglés, pero había pasado a tener una estructura análoga a la de las lenguas celtas de su tiempo. Había palabras que no podía traducir o cuyo significado sólo podía sospechar. En realidad, cada idioma admite palabras nuevas constantemente, y algunas de ellas se hacen más o menos permanentes. Y había que tener en cuenta posibles elisiones e intrusiones.

Pero no cabía duda. Aquí… ULISES SINGING BEAR; FAMOSO HOMBRE PETRIFICADO, ACCIDENTALMENTE… ESTASIS MOLECULAR DURANTE EXPERIMENTOS CIENTÍFICOS EN SIRACUSA, NUEVA YORK, LA ANTIGUA NACIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA. ESTADO «PETRIFICADO» DESDE…

La fecha era ininteligible. No se utilizaban, por alguna razón, los números árabes. Pero la fecha tenía que ser el equivalente al 1985 después de Cristo. La fecha de la erección del monumento era también ilegible.

No importaba que fuese el 6985 después de Cristo o el 50.000 después de Cristo, aunque era más probable que la primera fecha estuviese más cerca de la realidad que la segunda. En cincuenta mil años el idioma se habría hecho totalmente irreconocible.

No importaba. Lo que importaba era que había estado en otro tiempo sentado allí sobre aquella plataforma de metal o plástico con aquella placa y que muchos visitantes, quizás millones, habían desfilado ante él y leído aquellas palabras (en diversas formas según los cambios del lenguaje) y contemplado sus inmóviles rasgos con asombro. Y también divertidos, pues los humanos no podían evitar los pensamientos irónicos ni siquiera en presencia de la muerte. Le contemplarían también con envidia, si hubiesen sabido que volvería a vivir después de que ellos fuesen polvo, muchos siglos después.

Se preguntó qué podría haberle sucedido. ¿Le habrían robado? O, más probable, ¿habrían sido localizados él y la plataforma en otro lugar y luego llevados allí? ¿Le habrían separado de la plataforma en el camino? ¡Quién podía saber lo sucedido!… Había sucedido además hacía tanto tiempo que siempre sería un misterio.

Alzó la cabeza, y Zhishbroom echó a andar delante de él. Bajaron varios pasillos y al final el neshgai se detuvo ante una pared encalada. Pronunció una palabra, y la pared pareció fundirse y luego se hizo borrosa, y luego se convirtió en un paso abierto. Ulises siguió al gigante a una pequeña habitación que parecía el interior de una pelota. Una sustancia reflectora y plateada cubría el interior en cuyo centro colgaba en el aire un inmenso disco plateado. Zhishbroom cogió a Ulises de una mano y le guió frente al disco. El disco colgaba vertical ante él y reflejaba su imagen.





Pero no reflejaba la de Zhishbroom, que estaba de pie detrás de él.

– Yo no soy capaz de leer el Libro -dijo el neshgai con tristeza, y añadió-: Llama cuando termines de leer. La puerta se abrirá. Te conduciré entonces ante Kuushmurzh, y podrás decirle lo que leíste.

Ulises no oyó salir al neshgai. Continuó contemplando su reflejo en el disco, y de pronto el reflejo desapareció. Fue como si se evaporara. Su carne se desvaneció capa a capa; sus huesos se perfilaron frente a él; pero también ellos se hicieron nada; sólo el disco quedó.

Dio un paso hacia adelante, pensando que no podía penetrar en el material sólido (¿pero cómo sabía que era sólido?) y luego estaba dentro. O creía estarlo. Como Alicia atravesando el espejo.

Aparecieron cosas a su alrededor como si hubiesen estado ocultas por una niebla invisible que se fundiera al sol de su presencia.

Continuó caminando y extendió una mano y no pudo tocar nada. Atravesó el gran árbol que había ante él, cruzó la oscuridad y salió por el otro lado. Una mujer, una hermosa mujer morena que sólo llevaba pendientes, un anillo en la nariz, anillos en los dedos, cuentas y dibujos pintados sobre la mitad de su cuerpo, cruzó ante él. Avanzaba con rapidez, como en una película en cámara rápida.

Las cosas corrían a su lado. Alguien incrementaba aún más la velocidad de la película. Luego la velocidad disminuyó, y se encontró ante otro árbol gigante a la luz de la luna. La luna llena era la luna que él había conocido antes de convertirse en piedra. El árbol era tres veces mayor que la mayor secoya de California. Había en su base varias entradas de las que salía una luz suave. Un joven de unos dieciséis años, con cintas y adornos en su enmarañado pelo y alrededor de sus orejas, dedos, pies, y otros apéndices, penetró en el árbol. Ulises le siguió por unas escaleras hacia arriba. No comprendía cómo podía subir por allí y sin embargo no ser capaz de tocar nada. Ni cómo su mano podía penetrar en el joven cuando intentaba tocarle.

El joven vivía dentro del árbol con una docena más. Los apartamentos, o celdas, del árbol tenían unos cuantos elementos decorativos y mobiliario. Había una cama de un material parecido al musgo, algunas mesas que no levantaban más de un metro del suelo, una pequeña cocina, y algunos cacharros y cubertería. Había una caja de madera, pintada por algún aficionado, en un rincón. Contenía alimentos y diversos líquidos. Y eso era todo.

Abandonó el árbol y vagó por el parque, que empezaba a desvanecerse. Tenía una sensación de paso del tiempo. Mucho tiempo. Cuando las cosas se estabilizaron aún era de noche. La luna había cambiado. Evidentemente tenía una atmósfera y mares, pero no el aspecto de planeta completo que tenía la luna del mundo en el que había despertado. Crecían a su alrededor muchos árboles, mucho mayores que los tipos secoya, a través de los cuales pasaba como un espectro. Tenían un gran tronco central e inmensas ramas que iban radiándose con vástagos verticales que servían de apoyo y por último se inclinaban y se hundían en la tierra. Eran versiones mucho más pequeñas de Árbol que él conocía. Formaban pequeños pueblos, y en ellos crecían árboles que proporcionaban todos los alimentos que necesitaban los ciudadanos, salvo la carne.

Había también árboles que contenían laboratorios experimentales. Albergaban éstos gatos y perros con capacidad craneana mucho mayor que la de los animales de su época. Y había allí monos que habían perdido la mayor parte de su pelo y el rabo y caminaban erguidos. Y muchos animales más que evidentemente estaban modificando los ingenieros genéticos.