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Capítulo Dos.

¿Se dio usted cuenta de que el Conde de Renminster bailó anoche con la señorita Susa

No se puede decir que la conversación contemplada fuera de las apacibles. En efecto, Esta Autora notó ojos relampagueantes y hasta lo que parecieron ser palabras acaloradas.

El conde se marchó pronto después del baile, pero la señorita Ballister permaneció durante varias horas más, y se atestigua que bailó con otros diez caballeros antes de que ella se marchara en la compañía de sus padres y su hermana.

Diez caballeros. Sí, Esta Autora los contó. Habría sido imposible no hacer comparaciones, cuando la suma total de sus compañeros de baile antes de la invitación del conde era cero.

Revista de Sociedad de Lady Whistledown,

28 de enero de 1814

Los Ballisters no habían tenido nunca que preocuparse del dinero, pero tampoco se podía decir que fueran ricos. Normalmente esto no molestaba a Susa

Pero había una cosa que hacía que Susana deseara que su familia fuera más antigua, más adinerada, o que poseyera un título – cualquier cosa que les hubiera dado más influencia.

Y era el teatro.

Susa

El problema, sin embargo, era que su familia no poseía un palco en ninguno de los teatros que se juzgaban apropiados para la buena sociedad, y no le permitían sentarse en otra parte que no fuera un palco. No era apropiado que las señoritas se sentaran con la chusma, insistía su madre. Lo que significaba que el único modo en el que Susa

Cuando había llegado una nota para ella de sus primos, los Shelbourne, en la que la invitaban a acompañarlos esa tarde para ver a Edmund Kean interpretando a Shylock en el Mercader de Venecia, ella casi había llorado de alegría. Kean había hecho su debut en este papel apenas cuatro noches antes, y ya toda la sociedad hablaba de ello. Lo habían calificado de magnífico, audaz, e incomparable – todas aquellos maravillosos adjetivos que dejaban a una amante de teatro como Susa

Salvo que ella no esperaba que alguien la invitara a compartir su palco en el teatro. Ella sólo recibía invitaciones a grandes fiestas porque la gente sentía curiosidad por ver su reacción ante Clive y su matrimonio con Harriet. Las invitaciones a pequeñas reuniones no eran frecuentes.

Hasta el baile de los Worth el jueves por la noche.

Supuso que debería agradecérselo al conde. Él había bailado con ella, y ahora ella era considerada otra vez conveniente. Había recibido al menos ocho invitaciones a bailar después de que él se hubiera marchado. ¡Oh! muy bien, diez. Las había contado. Diez hombres la habían invitado a bailar, lo cual eran diez más de los que lo habían hecho durante las tres horas anteriores que había permanecido en el baile antes del conde la buscara.

Era espantoso, realmente, cuánta influencia podría ejercer un solo hombre sobre la sociedad.

Estaba segura que Renminster era la razón por la que sus primos habían extendido la invitación. No es que pensara que los Shelbournes la hubieran estado evitando conscientemente – la verdad es que eran primos lejanos y no los conocía muy bien. Pero cuando empezó la temporada de teatro y ellos necesitaron a otra mujer para equilibrar el numero de invitados de ambos sexos, debió resultar muy fácil para ellos decir, "Oh, sí, ¿qué tal la prima Susa

A Susa

"Estaré eternamente celosa," dijo su hermana Letitia mientras esperaban en el salón la llegada de los Shelbournes. Su madre había insistido en que Susa

"Estoy segura de que tendrás una oportunidad de ver la obra pronto," dijo Susa

Letitia suspiró. "Tal vez ellos quieran verla dos veces. "

"Tal vez presten el palco a Papa y Mama," dijo Susa

La cara de Letitia se iluminó. "¡Una idea excelente! Podrías sugerir… – "

"No haré tal cosa," la interrumpió Susa

"Pero si surge la ocasión… "

Susa

Letitia le dirigió una mirada decididamente carente de humor.

En ese mismo momento su mayordomo apareció en la entrada. "Señorita Susa





Susa

"Te esperaré," dijo Letitia, siguiéndola hacia el vestíbulo. "Espero que me lo cuentes todo. "

¿"Y estropearte el final? " bromeó Susa

"Pssh. No es como si no hubiera leído El Mercader de Venecia diez veces por lo menos. Ya sé el final. ¡Solamente quiero que me cuentes sobre Kean! "

"Él no es tan atractivo como Kemble," dijo Susa

"Ya he visto Kemble," dijo Letitia con impaciencia. "A quien no he visto es a Kean. "

Susa

Y luego afrontó el aire helado y camino hacia el carruaje de los Shelbourne.

Menos de una hora después, Susa

Era irónico, en realidad – los mejores asientos del teatro parecían ser los de abajo en el patio de butacas, con toda la chusma, como a su madre le gustaba decir. Aquí estaba ella, en una de los palcos más caros del teatro, y una enorme columna bloqueaba parcialmente su vista.

Iba a tener que enroscarse considerablemente en su asiento, y, de hecho, incluso inclinarse sobre la repisa del palco para poder ver la representación

."Tenga cuidado, no vaya a caer," murmuró una profunda y masculina voz.

Susana dio un respingo. "¡Milord!” dijo sorprendida, girándose para quedar cara a cara con él Conde de Renminster, entre toda la gente asistente. Él estaba sentado en el palco contiguo al de los Shelbournes, lo bastante cercano para poder conversar a través del hueco de la mampara que separaba los palcos.

"Qué sorpresa tan agradable," dijo él, con una agradable y ligeramente misteriosa sonrisa. Susa

"Estoy con mis primos," dijo ella, haciendo un gesto hacia el resto de los ocupantes. "Los Shelbournes," añadió, aunque fuera bastante obvio.

"Buenas noches, Lord Renminster," dijo Lady Shelbourne con excitación. "No me di cuenta de que su palco estaba al lado del nuestro. "

Él saludó con la cabeza. "No he tenido la oportunidad de ver mucho teatro últimamente, me temo. "

La cabeza de Lady Shelbourne se balanceó mostrando su acuerdo. "Es tan difícil encontrar tiempo. Tenemos tantos compromisos este año. ¿Quién habría pensado que tantas personas regresarían a Londres en enero? "

"Y todo por un montón de nieve," no pudo por menos que comentar Susa

Lord Renminster se rió entre dientes ante su tranquilo comentario antes de avanzar y apoyarse en el borde del palco para dirigirse a Lady Shelbourne.

"Creo que va a comenzar la representación," dijo él. "Ha sido, como siempre, un placer verla. "

"En efecto," gorgojeó Lady Shelbourne. "Espero que pueda asistir a mi fiesta de San Valentín el próximo mes."

"No me la perdería por nada del mundo," le aseguró él.

Lady Shelbourne se recostó en su asiento, pareciendo tan satisfecha como aliviada, y luego reanudó su conversación con su mejor amiga, Liza Pritchard, quien, Susa

Susa

Lo que la dejaba a merced de Lord Renminster, quien aún la miraba a través del hueco entre sus respectivos palcos. "¿Le gusta Shakespeare?” le preguntó ella conversacionalmente. Era tal su alegría por haber sido invitado a ver el Shylock de Kean que hasta se las podría arreglar para dirigirle una luminosa sonrisa a él .