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"Desde luego que no," acordó él.

Sus ojos volaron hacia él. "Ahora está siendo condescendiente. "

"No soñaría con ello," dijo él, con bastante franqueza.

"¿Entonces qué es esto? "

"¿Esto? " repitió él, dando a su cabeza una inclinación interrogante.

"Bailar conmigo. "

David quiso sonreír, pero no quería que ella pensara que se reía de ella, así que se las arreglo para conservar los labios serios mientras decía, "Usted es bastante suspicaz para ser una dama que esta a mitad de un vals. "

Ella contestó, "Los valses son precisamente el momento en el que una dama debe ser más suspicaz. "

"De hecho," dijo él, sorprendiéndose con sus propias palabras, "quería pedirle perdón. " Se aclaró la garganta. "Por lo que pasó el pasado verano. "

“¿A qué," preguntó ella, con palabras cuidadosamente medidas, "se refiere usted? "

La miró con lo que esperaba fuera una expresión amable. No era una expresión a la que estuviera particularmente acostumbrado, así que no estaba bastante seguro de estar haciéndolo bien. De todos modos, trató de parecer comprensivo cuando dijo, "Creo que usted ya lo sabe. "

Su cuerpo se puso rígido, incluso mientras bailaban, y él habría jurado que pudo ver como su espina dorsal se convertía en acero. "Quizás", dijo ella envaradamente, "pero no creo que eso sea algo que le concierna. "

"Puede ser que no," admitió él, "pero, sin embargo, no aprobé el modo en que fue tratada por la sociedad después del compromiso de Clive. "

"¿Se refiere usted a los chismes," preguntó ella, con expresión suave, "o a los desaires que me dirigieron? ¿O tal vez a las mentiras? "

Él tragó, inconsciente de que su situación hubiera sido tan desagradable. "A todo," dijo calmadamente. "No fue nunca mi intención – "

“¿Su intención? " lo cortó ella, sus ojos destellando con algo próximo a la furia. “¿Su intención? Yo suponía que Clive había tomado su propia decisión. ¿Admite entonces que Harriet era su opción, no la de Clive? "

"Ella fue su elección," dijo él firmemente.

“¿Y la suya? " insistió ella.

Parecía haber poco valor- y poco honor – en mentir. "Y la mía. "

Ella apretó los dientes, pareciendo de alguna manera vindicada, pero también un poco desinflada, como si hubiera estado esperando este momento durante meses, y ahora que estaba aquí, no era tan dulce como había esperado.

"Pero si él se hubiera casado con usted," dijo David tranquilamente, "yo no me habría opuesto. "

Sus ojos volaron a su cara. "Por favor, no me mienta," susurró ella.

"No lo hago. " Él suspiró. "Usted será una esposa estupenda para alguien, señorita Ballister. De eso no tengo la menor duda. "

Ella no dijo nada, pero sus ojos se pusieron brillantes, y él podría haber jurado que durante un momento sus labios temblaron.

Algo comenzó a tirar en su interior. No estaba seguro de lo que era, y no quería pensar en que lo sentía alrededor del corazón, pero advirtió que simplemente no podía verla tan cercana a las lágrimas. Aunque no había nada que pudiera hacer excepto decir "Clive debería haberla informado de sus planes antes de anunciarlos en sociedad. "

"Sí," dijo ella, la afirmación quebrada por una áspera risa. "Debería haberlo hecho. "

David sintió que su mano apretaba ligeramente la cintura de ella. No se lo estaba poniendo fácil, pero, en realidad, no tenía ninguna razón para esperar que ella así lo hiciera. En verdad, admiró su orgullo, respetó el modo que se conducía recta y con la cabeza alzada, como si no permitiría que la sociedad le dijera como debía juzgarse a si misma.

Era, se dio cuenta con un estremecimiento de sorpresa, una mujer notable.

"Debería haber hecho," dijo él, repitiendo inconscientemente sus palabras, "pero no lo hizo, y por eso es por lo que debo pedirle perdón. "

Ella inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos casi divertidos cuando dijo, "Uno imaginaría que la disculpa sería mejor viniendo de Clive, ¿no cree? "





David sonrió sin humor. "En efecto, pero deduzco que él no lo ha hecho. Por lo tanto, como un Ma

Ella resopló entre dientes, lo cual no lo divirtió.

"…Como un Ma

Él había esperado una réplica rápida, y efectivamente, ella abrió la boca inmediatamente, sus ojos destellando con oscuro fuego, pero entonces, con una velocidad que le cortó el aliento, pareció cambiar de opinión. Y cuando finalmente habló, dijo, "Gracias. Acepto su disculpa en nombre de Clive. "

Había una tranquila dignidad en su voz, algo que lo hizo querer acercarla más, entrelazar sus dedos para algo más que simplemente sostener sus manos.

Pero aunque hubiera querido explorar ese sentimiento más estrechamente – y él no estaba seguro de querer hacerlo- su oportunidad se perdió cuando la orquesta finalizó el vals, haciendo que se detuviera de pie en medio del salón de baile e inclinándose en un elegante saludo que Susa

Ella murmuró un cortés, "Gracias por el baile, milord," y estaba claro que su conversación había finalizado.

Pero mientras miraba cómo ella abandonaba el salón de baile dirigiéndose a dondequiera que hubiera estado yendo cuando él la había interceptado -no podía sacudirse el sentimiento…

Quería más.

Más de sus palabras, más de su conversación.

Más de ella.

Más tarde esa noche, tuvieron lugar dos acontecimientos muy extraños.

El primero ocurrió en el dormitorio de Susa

No podía dormir.

Esto no habría parecido raro a mucha gente, pero Susa

Incluso en los días posteriores a la traición de Clive, Susa

Pero esta noche era diferente. Susa

O más bien, era en qué intentaba pensar cada vez que resueltamente expulsaba al Conde de Renminster de su mente. Ya que la realidad era que no podía dormir porque no podía dejar de revivir su conversación con él, deteniéndose a analizar cada una de sus palabras, y tratando luego de ignorar la estremecedora sensación que la recorría cuando ella recordaba su vaga y algo irónica sonrisa.

Todavía no podía creer que se hubiese enfrentado a él. Clive se refería siempre a él como "el anciano," y le llamó, en varias ocasiones, aburrido, altivo, altanero, arrogante, y condenadamente molesto.

Susa

Pero se había mantenido firme y había conservado su orgullo.

Ahora no podía dormir por pensar en él, pero no le importaba demasiado – no con este vertiginoso sentimiento.

Hacía mucho tiempo que no se sentía orgullosa de sí misma. Había olvidado lo agradable que era esa sensación.

El segundo acontecimiento extraño ocurrió en la otra punta de la ciudad, en el distrito de Holborn, frente a la casa de A

Pero la señorita Miniver era inconsciente de que algo extraño sucedía en el exterior. En efecto, la única persona que lo noto fue el conde mismo, quien había ordenado a su cochero llevarlo directamente del baile de los Worth a la elegante residencia de A

Lo que para el conde era, en efecto, bastante extraño.