Добавить в цитаты Настройки чтения

Страница 62 из 94

- Pero después de oír esa voz.. . -procuro no parecer ansiosa- ¿sentiste que se reavivaban tus sentimientos por mí? Como con un coche antiguo, cuando le das vueltas y vueltas a la manivela y no hace más que toser, hasta que de pronto arranca y se pone a funcionar como si nada. ¿Sentiste que algo se reavivaba en ti?

Josh me observa como si le hubiera formulado una pregunta con trampa.

- Bueno, la cuestión es que oí esa voz en mi cabeza.. .

- ¡Olvídate de la voz! ¿Pasó algo más?

Frunce el entrecejo, irritado.

- ¿Qué más tenía que pasar?

- ¡La foto! -indago a la desesperada-. La de tu móvil. Debiste de conservarla por algún motivo.

- Ah, eso. -Sus facciones se relajan-. Me encanta esa foto. -Saca el móvil y vuelve a mirarla-. Es el paisaje que más me gusta del mundo.

Su paisaje preferido.

- Ya veo -digo al fin. Me duele la garganta de tanto aguantarme las lágrimas. Creo que por fin lo veo claro.

Me limito a pasar el dedo por el borde de la copa una y otra vez, incapaz de levantar la vista. Estaba tan convencida, tan segura de que en cuanto volviera conmigo comprendería.. . de que sintonizaríamos en el acto y todo sería fantástico, igual que antes.. .

Pero tal vez siempre he estado pensando en otro Josh. Existía por un lado el Josh real y, por otro, el Josh que tenía en mi cabeza. Y eran casi, casi iguales, salvo por un pequeño detalle.

Que uno me amaba y el otro no.

Levanto la cabeza y lo miro como si lo viera por primera vez. Su rostro atractivo, su camiseta con el logo de un grupo marginal, el brazalete de plata que siempre lleva en la muñeca.

Sigue siendo el mismo. No tiene ningún problema. Sólo que.. . no es el arco de mi violín.

- ¿Has ido alguna vez a Ginebra? -me pregunta.

Regreso bruscamente a la realidad. Por el amor de Dios. Ginebra. Un zoo. ¿Cómo se le habrán ocurrido estos disparates a Sadie? Le ha armado un desbarajuste monumental en la cabeza. Es una auténtica irresponsable.

Menos mal que se ha limitado a entrometerse en mi vida sentimental, pienso lúgubremente. Menos mal que no ha tratado de influir en los líderes mundiales o algo así. Podría haber desatado un conflicto a escala planetaria.

- Escucha, Josh -le digo finalmente-, no creo que debas trasladarte a Ginebra. Ni convertirte en astrofísico. Ni abrir un zoo. Ni.. . -trago saliva, armándome de valor- ni volver conmigo.

- ¿Cómo?

- Me parece todo un error. Y la culpa es mía -añado-. Lamento haberte atosigado todo este tiempo, Josh. Debería haber dejado que siguieras adelante con tu vida. No volveré a molestarte.

Él me mira patidifuso. La verdad es que ha estado así la mayor parte de la conversación.

- ¿Estás segura? -dice con un hilo de voz.

- Completamente. -Cuando el camarero se acerca, cierro la carta que tengo delante-. No comeremos nada. Sólo la cuenta, por favor.

Mientras regreso al despacho en metro, me siento como anestesiada. Acabo de rechazar a Josh. Acabo de decirle que no tiene sentido que sigamos juntos. Todavía no logro asimilar la magnitud de lo ocurrido.

Sé que he hecho lo debido. Sé que Josh no me quiere. Sé que el Josh que tenía en mi cabeza era una fantasía. Y que acabaré asumiéndolo. Pero resulta muy duro, sobre todo cuando podría haberlo retenido fácilmente. Tan fácilmente.

- ¿Y bien? -Sadie me arranca de mis pensamientos. Obviamente, me estaba esperando-. ¿Te has convencido? No me lo digas. Habéis roto.

- ¿Ginebra? -le digo-. ¿Astrofísica?

Ella estalla en carcajadas.

- ¡Para morirse de risa!

Se cree que todo es pura diversión. La odio.

- ¿Y qué? -Se mece en el aire con regocijo-. ¿Te ha dicho que quería abrir un zoo?

Quiere oír que tenía razón, que hemos roto y que ha sido gracias a sus superpoderes. Pues bien, no pienso darle ese gusto. No voy permitirle que se ría a mi costa. Aunque tenga toda la razón, aunque hayamos roto y aunque se lo deba a sus superpoderes.

- ¿Un zoo? -Finjo perplejidad-. No, no mencionó nada de un zoo. ¿Debería haberlo hecho?





- Ah. -Deja de mecerse de golpe.

- Dijo algo sobre Ginebra, pero enseguida lo descartó como una idea absurda. Luego comentó que últimamente oía una voz irritante, como un relincho. -Me encojo de hombros-. Y que se sentía un poco extraño, pero que lo más importante era que quería seguir conmigo. Y luego acordamos tomarnos las cosas con calma. -Continúo caminando sin mirarla.

- ¿Me estás diciendo que seguís saliendo?

- Pues claro -replico, como si me sorprendiera la pregunta-. Hace falta algo más que un fantasma gritón para romper una relación auténtica, ¿sabes?

Se ha quedado turulata.

- No hablas en serio -acierta a decir-. No puede ser.

- Ya lo creo -respondo, y justo entonces suena un pitido en mi móvil. Le echo un vistazo y veo que es un mensaje de Ed.

¿Sigue en pie lo del tour del domingo? E.

- Es de Josh. -Sonrío con ternura sin alzar la vista de la pantalla-. Nos veremos el domingo.

- ¿Para casaros y tener seis hijos? -replica con sarcasmo, aunque suena a la defensiva.

- ¿Sabes, Sadie? -Le dirijo una mirada condescendiente-. Tal vez seas capaz de manipular la mente de las personas, pero no puedes jugar con sus corazones.

¡Ja! Chúpate ésa, fantasmilla.

Me mira ceñuda y no se le ocurre ninguna réplica. La veo tan perpleja que casi me siento animada. Doblo la esquina y entro en el portal de nuestro edificio.

- Hay una chica en tu despacho -me informa, siguiéndome-. Y no me gusta nada su aspecto.

- ¿Una chica? ¿Qué chica? -Me apresuro a subir; tal vez Shireen haya pasado a saludar. Abro la puerta, entro.. . y me quedo paralizada del susto.

Natalie.

¿Qué demonios hace aquí?

Sentada en mi silla y hablando por mi teléfono. Está sumamente bronceada, viste una camisa blanca y un pantalón pitillo azul marino y no para de salpicar su conversación con una risa ronca. No muestra la menor sorpresa al verme, sólo me hace un guiño.

- Bueno, gracias, Jane. Me alegra que valores nuestro trabajo -dice con su habitual seguridad-. Tienes razón. Clare Fortescue llevaba muy bien guardadas sus cualidades. Posee un inmenso talento. Es un acierto seguro. Yo estaba decidida a ganármela como fuese.. . No, gracias. Es mi trabajo, Janet, para eso cobro mi porcentaje.. . -Suelta otra vez esa risa ronca.

Le dirijo una mirada estupefacta a Kate, que se limita a encogerse de hombros.

- Vale, nos mantenemos en contacto. Sí, hablaré con ella. Obviamente tiene cosas que aprender aún, pero.. . Sí, bueno, he tenido que sacarle las castañas del fuego, pero es una chica prometedora. No la des por imposible. -Me hace otro guiño-. De acuerdo, gracias, Janet. Iremos a almorzar. Cuídate.

Ante mi mirada incrédula, Natalie cuelga y me sonríe con aire perezoso.

- Bueno, ¿cómo van las cosas?

Capítulo 19

Es domingo por la mañana y todavía echo chispas. Contra mí misma. ¿Cómo puedo ser tan pazguata?

El viernes estaba atónita y dejé que Natalie se hiciera con las riendas. No le planté cara. No le puse los puntos sobre las íes. Aunque me zumbaban en la cabeza como moscas atrapadas.

Sé lo que debería haber dicho. Tendría que haberle espetado: «No puedes presentarte aquí como si no hubiera pasado nada.» Y también: «¿Qué tal una disculpa por dejarnos en la estacada?» Y: «¡No te atrevas a ponerte medallas a cuenta de Clare Fortescue, porque ha sido todo mérito mío!» E incluso: «Así que te despidieron, ¿eh? ¿Cuándo pensabas decírmelo?»

Pero no lo hice. Me quedé boquiabierta y le dije débilmente:

- ¡Anda, Natalie! ¿Cómo es que.. . ? Pero.. .

Y ella se embarcó en un largo relato: que si el tipo de Goa resultó ser un gilipollas infiel, que si una no puede permanecer inactiva mucho tiempo sin volverse loca, que si había decidido darme una sorpresa.. . ¿Es que no suspiraba de alivio por su regreso?