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- ¿De qué estás hablando?

- He escuchado las conversaciones de todo el mundo -explica, muy ufana-. Ya empezaba a creer que sería inútil, pero entonces oí a una mujer llamada Clare cuchicheando con una amiga en un rincón. No está nada contenta. Luchas de poder, ya me entiendes. -Abre mucho los ojos-. Las cosas se están poniendo feas en su empresa y quiere largarse.

- Vale. ¿Y qué?

- ¡Que es directora de marketing! -exclama triunfalmente-. Lo pone en esa plaquita. Es lo que querías, ¿no?, un director de marketing. El mes pasado ganó un premio. Pero su nuevo director ejecutivo ni siquiera la felicitó, el muy cerdo. Por eso quiere irse.

Trago saliva, procurando mantenerla calma. Una directora de marketing que quiere cambiar de empresa. Una directora de marketing laureada.. . ¡Oh, Dios!

- Sadie, ¿hablas en serio?

- ¡Claro! ¡Está allí! -Señala al otro lado del salón.

- ¿Le gustan los deportes? ¿Hace ejercicio?

- Pantorrillas musculosas.

Me acerco al panel más cercano y repaso la lista de invitados. Clare.. . Clare.. .

«Clare Fortescue, directora de marketing de Shepherd Homes», leo excitada. ¡La tenía en la primera lista! ¡Quería hablar con ella, pero no conseguí que me pasaran la llamada!

- Bueno, ahí está. Vamos, te diré quién es.

Avanzo entre las mesas con el corazón palpitante, mirando a todo el mundo y buscando a una mujer con cara de Clare.

- ¡Ahí! -Sadie señala una con gafas y vestido azul marino. Tiene el pelo corto y oscuro, un lunar en la nariz y estatura normal. Ni siquiera habría reparado en ella de no ser por mi tía abuela.

Inspiro hondo y me acerco.

- ¡Hola! ¿Clare Fortescue?

- ¿Sí?

- ¿Podrías concederme un minuto?

- Bueno.. . -Un poco perpleja, me permite que la lleve a un aparte.

- Me llamo Lara -le digo con una sonrisa nerviosa-. Soy consultora de selección de personal. Quería ponerme en contacto contigo hace días. Tu prestigio da que hablar, ¿sabes?

- ¿De veras? -recela.

- ¡Por supuesto! De hecho, tengo que felicitarte por el premio que acabas de recibir.

- Ah. -Un tinte rosado le colorea las orejas-. Muchas gracias.

- Estoy haciendo la selección para un puesto de director de marketing -le digo bajando la voz- y quería comentarlo contigo. Es una empresa realmente interesante de material deportivo, tiene un notable potencial y creo que serías la persona perfecta. Naturalmente, serías mi candidata número uno. -Hago una pausa y añado-: Aunque, claro, puede que ya estés satisfecha con tu puesto actual.. .

Un silencio. No me cuesta adivinar lo que ocurre detrás de las gafas de Clare Fortescue. Estoy tan tensa que casi no puedo respirar.

- De hecho, estaba pensando en hacer un cambio -dice al fin, casi inaudiblemente-. Podría interesarme, pero tendría que ser una oferta seria. -Me lanza una mirada de advertencia-. No voy a comprometerme a la ligera. Tengo mis principios.

Me las arreglo para no dar un grito de alegría. ¡Está interesada! ¡Y es dura!

- ¡Fantástico! Podría llamarte mañana por la mañana. O si ahora tienes unos minutos.. . -procuro no parecer muy desesperada- tal vez podría informarte con más detalle. Aunque sea brevemente. -Por favor por favor por favor.. .

Diez minutos después, camino entre las mesas casi mareada de alegría. Mañana sin falta me enviará su currículo. Jugaba a hockey en su día.. . ¡Es la candidata ideal!

Sadie parece más emocionada que yo mientras regresamos a nuestro sitio.

- ¡Lo sabía! -no deja de repetir-. ¡Sabía que serviría!

- Eres una joya -le digo-. Formamos un gran equipo. ¡Choca esos cinco!

- ¿Que choque qué?

- Esos cinco. ¿No sabes lo que es? Levanta la mano.. .





Bueno, lo de chocar esos cinco con un fantasma resulta un error. Una mujer de vestido rojo ha creído que iba a darle un tortazo. Acelero para dejarla atrás. Al llegar a nuestra mesa, le dedico a Ed una sonrisa radiante.

- ¡Ya estoy aquí!

- Ya veo. -Me mira con aire inquisitivo-. ¿Qué tal te va?

- De perlas, ya que lo preguntas.

- ¡De perlas! -repite Sadie y se sienta en su regazo.

Cojo mi copa de champán. Ahora sí estoy de humor para fiestas.

Capítulo 16

Esta noche está resultando una de las mejores de mi vida. La cena es deliciosa. El discurso de Ed ha tenido pleno éxito y, una vez terminado, la gente no para de acercarse a felicitarlo y él me presenta a todo el mundo. He repartido tarjetas y concertado dos entrevistas para la semana que viene, y una amiga de Clare Fortescue acaba de pasarse para preguntarme discretamente si no tendría algo para ella.

Estoy eufórica. Creo que por fin he empezado a situarme en el mapa de este mundillo.

La única pega es que Sadie, aburrida de tanta charla de negocios, ha empezado a dar la lata para que nos vayamos a bailar. Ha salido a explorar y, según ella, aquí al lado hay un pequeño club que es perfecto.

- ¡No! -mascullo cuando me atosiga por enésima vez-. ¡Y calla! ¡Déjame escuchar al mago!

Mientras tomamos café, un mago se ha ido paseando por las mesas. Acaba de hacer desaparecer una botella ante nuestros propios ojos, algo increíble. Ahora le ha pedido a Ed que escoja una tarjeta de entre cinco y afirma que lo adivinará leyéndole el pensamiento.

- Muy bien -dice Ed, eligiendo una. Miro por encima de su hombro y veo que es un garabato. Había de escoger entre un garabato, un cuadrado, un triángulo, un círculo y una flor.

- Concéntrese en la forma y en nada más. -El mago, con chaqueta de pedrería, falso bronceado y ojos perfilados de negro, lo mira fijamente-. Deje que El Gran Firenzo utilice sus misteriosos poderes y lea su mente.

Se hace llamar El Gran Firenzo, sí. Lo ha repetido ya unas noventa veces, y además todos sus accesorios llevan el rótulo «El Gran Firenzo» en letras rojas muy relamidas.

Se oye un siseo alrededor de la mesa. El Gran Firenzo se lleva las manos a la cabeza, como si estuviese en trance.

- Me estoy comunicando con su mente -dice con voz grave y misteriosa-. El mensaje empieza a llegarme. Usted ha escogido.. . ¡el garabato!

- Correcto -asiente él, mostrando la tarjeta para que la vea todo el mundo.

- ¡Increíble! -exclama una rubia sentada enfrente.

- Impresionante. -Ed le da vueltas a la tarjeta, para examinarla bien-. No es posible que haya visto cuál elegía.

- Es el poder de la mente -salmodia el mago, recuperando la tarjeta-. El poder del.. . Gran Firenzo.

- ¡Hágamelo a mí! -suplica la rubia, excitada-. ¡Léame la mente!

- Muy bien. -Se vuelve hacia ella-. Pero atención: cuando usted me abra su mente, podré leer todos sus secretos, incluso los más oscuros y recónditos. -Sus ojos relampaguean y ella suelta una risita.

Es evidente que le gusta El Gran Firenzo. Seguramente ya le está transmitiendo sus secretos más recónditos.

- Encuentro que la mente de las damas es más fácil de.. . penetrar -dice alzando una ceja-. Son más débiles, más suaves.. . pero más deliciosas por dentro. -Le sonríe con toda la dentadura, y la rubia ríe y medio se ruboriza.

Puaj. Qué asqueroso. Miro a Ed, que también tiene en la cara un rictus de repugnancia.

Todos observamos mientras la rubia elige una tarjeta y la estudia un instante.

- Ya he escogido -dice.

- El triángulo -murmura Sadie, meciéndose a su espalda-. Pensaba que elegiría la flor.

- Relájese. -El mago se concentra-. Mis largos años de estudio en Oriente me han vuelto sensible a las ondas de la mente humana. Sólo El Gran Firenzo es capaz de penetrar en el cerebro a tal punto. No se resista, bella dama. Permita que Firenzo sondee sus pensamientos. Le prometo.. . -dice desplegando su sonrisa dentona- que seré delicado.