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Todo.

Era más atractivo que los demás, sencillamente, a pesar de que trabajaba más. Se movía de una forma distinta, mejor que los demás, porque tenía los músculos más trabajados que los de Tommy, y era suave y felino, no como Sam. Y tenía las pestañas largas y los ojos oscuros y una boca armoniosa y una línea del mentón que no tenía nada de niño pequeño.

Era el compañero de Catlin. Formaba parte de un todo de dos y habían estado juntos desde siempre, y dependían el uno del otro de una forma que se relacionaba con cosas que podían matarlo a uno si la pareja fallaba como tal. Esto era más serio que herir los sentimientos de alguien. Y confiaban en ella y dependían de ella de una forma distinta a la de cualquier otra persona, ahora y siempre, mientras Ari viviera.

Así que releyó el consejo de Ari senior una y otra vez cuando estaba sola en su habitación, en silencio, por si los de Seguridad estaban vigilando, y se dijo que tenía que haber alguien seguro, alguien al que no pudiera herir, alguien que no complicara las cosas.

El sexo no era divertido, decidió, era un lío terrible, provocaba calambres y enredaba las cosas y hacía que los mayores desconfiaran unos de otros. Y si una realmente tenía mala suerte o se equivocaba mucho, quedaba embarazada o hacía que sus mejores amigos se odiaran para siempre.

No era justo. No era nada justo.

VII

Llegó la primavera. La primavera número once. Y la potranca se removía en el tanque, un nudo de patas y cuerpo; ya hacía mucho tiempo que era demasiado voluminosa para observarla con las lentes.

Florian estaba encantado, la quiso desde el momento en que empezó a parecerse a un caballo y sera lo llevó al laboratorio y le dejó mirar en el tanque. Y cuando llegó el momento de que naciera, sera dijo que se sentía como si ella hubiera estado embarazada todos esos meses porque había tenido muchísimo trabajo por ella, para hacer todos los papeles, Florian le indicó quién era la mejor persona en AG para ayudarle y quién era lo bastante fuerte para manejar a la potranca e impedir que sera se hiciera daño y quién sabía cómo hacerlo.

Se lo dijo a sera y ella se lo ordenó al personal del laboratorio de AG y aceptó sus consejos inmediatamente. Así que vino Andy, un Andy muy contento, que le estrechó la mano a sera con mucha timidez y dijo amablemente: «Gracias, sera»; porque Andy amaba al caballo y a todos los parientes del caballo, y a sera también le gustaban a pesar de que el caballo le había roto el brazo, y ése probablemente había sido el peor momento de la vida de Andy.

Así que Andy llegó al laboratorio de AG radiante de alegría, y supo que lo que le había dicho Florian en los graneros era cierto, que sera no estaba enfadada con el caballo, a sera también le gustaba y quería hacer más de su especie, sera estaba trabajando para dar a luz a otro, otra hembra, y después iba a montarla y les mostraría a todos lo que el caballo y sus parientes podían hacer.

—Sera —saludó Andy y se inclinó.

—Florian dice que eres el mejor —dijo sera y entonces Florian estuvo seguro de que Andy se daba cuenta de que su sera era la más inteligente, la más buena, la mejor de Reseune.

—No lo sé —murmuró—, no lo sé, sera. Pero la cuidaré lo mejor que pueda.

Así que empezó el trabajo del parto por la noche y ellos vigilaron sin descanso mientras el potrillo se deslizaba por el canal hacia la cama de fibras; y vigilaron mientras los técnicos de AG cortaban el cordón y Andy sacaba esponjas y toallas y secaba a la potranca y la levantaba sobre las temblorosas patitas.

Entonces sera la tocó por primera vez. Sera la acarició y ayudó a secarla, y Florian también ayudó; hasta Andy dijo que ya era suficiente y levantó a la potranca: Andy era muy fuerte y dijo que no había forma de transportarla en un camión al granero, que él podría llevarla.

—Quiero verla —dijo sera.

—Podemos ir caminando —sugirió Florian y miró a Catlin, que se había quedado de pie, aparte, mirando y comprendiendo todo (Florian sabía cómo pensaba Catlin) pero muy extrañada por la emoción detodos, por los bebés y por la preocupación de sera hacia la potranca.

Estaba sana, estaba bien: Florian leía la mente de Catlin; así que no entendía por qué se preocupaba sera. Los bebés venían al mundo. Se suponía que tenían que estar estudiando. Pronto tendrían un Ejercicio.

—Yo iré —dijo Florian a Catlin—. Sera y yo volveremos dentro de una hora.

—De acuerdo —aceptó Catlin. Porque Catlin tenía mucho que estudiar. Porque si él hacía eso, era Catlin la que tendría que salvar al equipo; él sabía que iba a equivocarse, a menos que Catlin le resumiera todo bien y con exactitud.





Pero ni sera ni la potranca tenían la culpa. Los animales no elegían el momento en que nacían; no dudó: el entrenamiento era el entrenamiento y sera era... ella lo era todo. Así que Andy llevó a la potranca colina abajo, hacia el granero, y Florian caminó con sera, contento como ella porque ella estaba contenta, y porque ahora había tres caballos en el mundo, en lugar de dos.

Andy puso a la potranca en un establo pequeño y cálido y trajo el alimento que ya tenían tibio y preparado y dejó que sera se lo diera al bebé, que se quedó de pie sobre las patas temblorosas y empujó con la nariz como si pudiera hacer que la leche bajara más rápido. Sera rió y se alejó un poco, y la potranca la siguió, tropezando.

—Quédese quieta, sera —dijo Andy—. Sostenga el biberón y nada más.

Sera rió y lo sostuvo.

Abajo, en su establo, la yegua relinchó con fuerza y se inclinó sobre la cerca.

—Creo que huele al bebé —comentó sera—. Eso puede ser un problema. O tal vez la acepte después. No lo sé.

—Yo tampoco —dijo Andy.

—Como hay solamente tres —explicó sera— todo es así, los libros no dicen nada sobre un caballo que solamente ha visto a otro caballo en toda su vida.

—Y está preñada —añadió Andy con su voz tranquila, tímido frente a una CIUD—, y ya tiene leche. Y los animales son como los CIUD, sera, tienen su personalidad. No es el mismo psicogrupo y no hay cinta para ellos.

Sera lo miró fijamente, pero no enfadada, sólo como si estuviera un poco sorprendida de que Andy supiera todo eso. Pero era verdad, Florian lo sabía. Un cerdo era un problema, mientras que sus hermanas de carnada no. Dependía de muchas cosas, y cuando los bebés venían como los de los cerdos, con una hembra y un macho, se estaban manejando grupos genéticos mezclados y no se sabia lo que se tenia, como con los CIUD .Al menos, la potranca probablemente sería como con su hermana genética, la yegua, lo cual significaba que iba a ser fácil de manejar.

¡Pumba! En la cerca desde el otro lado de la fila. La yegua relinchaba, con fuerza. Y los azi que estaban allí contemplando al nuevo bebé fueron corriendo hacia el establo de la yegua.

—Esto es muy complicado —dijo sera, preocupada.

—Los animales son así —comentó Andy—. Está bien. Sería bueno que aceptara al bebé. Los animales saben muchas cosas. Es como si nacieran sabiendo.

—Instinto —explicó sera—. Tú deberías diseñar una cinta. Estoy segura de que sabes más que esos malditos libros.

Andy sonrió y rió, avergonzado.

—Soy Gamma, sera, no soy como Florian. Soy Gamma. —Y cuando uno de los técnicos de AG llegó corriendo a decirles que la yegua estaba bien, ellos estaban a punto de trasladar a la potranca a otro establo fuera de allí.

—No, mudémosla pero pasémosla por allá —dijo Andy—. Pero sostenedla. Veamos cómo reacciona. Sera, si hay jaleo, mejor será que esté preparada para subirse a esa cerca y pasar al otro establo. Florian y yo sostendremos al bebé y los muchachos a la yegua, pero no queremos que usted se rompa otro brazo.

—Puedo ayudar a sostenerla.

—Por favor, sera. No sabemos lo que va a pasar. Esté lista para salir de aquí.