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Así que cuando tengas ese sentimiento, piensa muy bien si puedes permitirte el lujo de entregarte a él y si eres capaz de manejarlo sin desviar toda tu vida en una dirección que no es inteligente, que no te conviene. El momento para aceptar ese sentimiento es cuando puedas hacerlo sin perder nada, de la misma forma en que no se debe gastar dinero si uno no cuenta con él ni prometer cosas que no se tiene tiempo de hacer ni empezar proyectos que no se pueden terminar. Si es algo sin importancia y nadie va a salir perjudicado, hazlo. Si ves complicaciones, no lo hagas hasta que estés bien segura de que puedes manejarlo y sepas hasta dónde pueden ramificarse las complicaciones. A los diez años, no puedes darte cuenta de todo. Yo tuve diez años y lo sé. Créeme, yo me enredé con una persona una vez y realmente me gustaba de verdad; por desgracia, él no era tan inteligente como yo y quería decirme cómo hacer las cosas y cómo vivir, porque se daba cuenta de que yo estaba muy enredada con él y a él le gustaba mandar. A mí también me gusta, claro. Así que cuando me di cuenta, y eso me llevó más tiempo que otras cosas porque las neuronas trabajan mucho más rápido que las glándulas —es una broma, claro—, le dije que se fuera, invertí la situación y por supuesto que él empezó a odiar todo aquello. Y me odió a mí, claro. Así que no solamente perdí el sentimiento, también perdí un buen amigo que hubiera podido conservar si yo no le hubiera permitido que se convirtiera en un poder para mí. Te lo digo ahora porque se puede aprender sobre el fuego de dos maneras: o pones la mano sobre él y lo entiendes con las neuronas que quedan de tu cuello para abajo, o me escuchas y lo aprendes con las de la cabeza. Tu cerebro es el centro de operaciones que debe mantener tu mano lejos del fuego en primer lugar, así que si me crees y usas el sentido común que tienes porque naciste con él, puedes abonarte el dolor y la vergüenza de una experiencia desagradable.

El cerebro y el sexo luchan por controlar tu vida, y gracias a Dios el cerebro empieza a funcionar antes que el sexo. El sexo será tu punto flaco. El cerebro, la lógica, será tu principal arma. El cerebro debe ganar para que puedas tener una vida segura en la que también pueda haber sexo. Eso es todo. Recuérdalo.

Ahora, no me interpretes mal: no es malo ser vulnerable a veces, pero es una estupidez andar por ahí con los sentimientos a flor de piel. Habrá demasiada gente que estará esperando esa oportunidad. Es una estupidez perder la experiencia del sexo por miedo a que alguien se aproveche de ti, usa el cerebro, querida y encuentra el lugar, la persona y el momento adecuados. El cerebro sería la forma en que la naturaleza se aseguraría de que vivieras lo suficiente para poner tus huevos, si fueras una rana. Pero tú eres más que una rana, cariño. Así que trata de vivir al máximo.

Y por Dios, nunca uses el sexo para conseguir algo cuando no puedas conseguirlo con la cabeza. Es lo más estúpido que se puede hacer, porque en ese momento estarás operando sin el cerebro, ¿entiendes? Es la forma más clara en que puedo explicártelo.

Quiero que releas esto más de una vez, hasta que entiendas todo lo que te digo.

Si hubiera aprendido esto antes de cuando lo aprendí, habría sido más feliz.

Buena suerte, Ari. Espero por Dios que aproveches mis consejos.

Estuvo reflexionando sobre ello mucho rato por la noche, en una noche muy solitaria porque Nelly se había ido, y Florian y Catlin no estaban, y se sintió muy mal a la mañana siguiente.

Después descubrió por qué se encontraba mal y por qué le dolía la barriga y tenía ganas de matar a alguien. Pero fue y buscó las cosas en el baño y leyó las instrucciones y lo entendió todo: la doctora Wojkowski le había dejado un folleto con el paquete, un folleto que era muy claro y repetía muchas de las cosas que decía la cinta.

Era más biología de la que pudiera querer en una sola semana, mierda. Y se sintió avergonzada y enfurecida cuando el Cuidador le dijo que el tío Denys la estaba esperando para el desayuno.

—Iré cuando pueda —le gritó al Cuidador.

Y se tomó la pastilla, se aseó y se fue a desayunar.

—¿Estás bien? —le preguntó el tío Denys. Ella lo miró con rabia, pensando que él lo sabía todo, que todo el mundo lo sabía.

—Estoy muy bien —espetó, y comió sin pronunciar palabra mientras él leía los informes de la mañana.

Florian y Catlin volvieron tarde, magullados y cansados, Catlin con las manos todas vendadas y los dos llenos de historias, en qué había consistido el Ejercicio, cómo se había cortado la mano Catlin para conseguir u a pedazo de metal con el propósito de poner una trampa, pero había funcionado y habían sobrevivido todo el curso. Y los jóvenes no sobrevivían.

Ella hubiera querido tener algo que contarles que no fuera la noticia de la pérdida de Nelly. Y no iba a decirles por qué estaba sollozando en el dormitorio y sintiéndose de lo más desgraciada.

Por lo menos, no se lo iba a contar a Florian. Pero separó a Catlin de Florian y le explicó a Catlin lo que pasaba. Catlin la escuchó con atención, hizo una mueca y dijo que bueno, que eran cosas que pasaban; que si uno estaba en una Operación, podía tomar una pastilla y hacer que se adelantara o se atrasara.





Nunca tomes pastillas para azi, le había advertido mamá, pero aquello sonaba muy atractivo.

Valía la pena preguntar. A la doctora Wojkowski, claro, no iba a preguntárselo al doctor Ivanov.

Y era una forma muy fea de aterrizar después de todo lo interesante que había aprendido sobre el sexo. No había derecho.

Justo cuando sus amigos volvían a casa.

Y uno de ellos era un chico y un azi, y ella era su supervisor, lo cual significaba que debía ser responsable.

Mierda.

Mamá había tenido a Ollie. Ari pensaba mucho en él, cuando pensaba en chicos. Ollie era el administrador de LÍNEAS ESPACIALES RESEUNE, hacía el trabajo de mamá. Pero Ollie no le escribía nunca. Y Ari pensaba que habría podido hacerlo si hubiera querido. O mamá nunca había recibido las cartas. O no las había querido.

Eso dolía demasiado. No valía la pena seguir con ello. Sabía lo que pensaba: que mamá no las había recibido nunca. Giraud las había retenido. Y Giraud haría que las cartas no le llegaran a Ollie.

Así que trató de olvidar esa parte del asunto. Sólo quería pensar en Ollie, en lo bueno que había sido con ella, en lo comprensivo y paciente que había sido con mamá; y en cómo mamá estaba triste y a veces venía Ollie y le apoyaba la mano en el hombro, y mamá se sentía mejor y eso era todo.

Estaba Sam. Sam iba a ser grande y fuerte como Ollie. Pero Sam era una de esas personas de las que hablaba Ari senior, esas personas que lo quieren a uno sin ser correspondidos.

Se sintió bien por haberse dado cuenta de eso antes de que Ari senior se lo explicara, como si probara que su predecesora le estaba dando buenos consejos.

Se sentía igual con respecto a Tommy: le gustaba trabajar con él, pero era tozudo, era bueno como primo de Amy y número dos detrás de Amy, y eso significaba que mantener cualquier relación con Tommy arruinaría su amistad con Amy. Esa parte de los consejos de Ari senior también tenía sentido: era complicado.

Había chicos más mayores: Mika Carnath-Edwards, Will Morley, Stef Dietrich, y valía la pena pensar en ellos. Pero Mika era demasiado mayor, eso no funcionaba; Will era un tonto; y Stef iba con Ivgnia Wojkowskí, que tenía la misma edad que él.

Ari suspiró y volvió una y otra vez a lo mismo, y observó a Florian cuando él no se daba cuenta.

Florian era más inteligente y más divertido que los demás. Incluyendo a Sam.

Florian era tan guapo, no con aquella cara de bebé, como Tommy, ni torpe como Sam. Se descubrió observando sus movimientos, mirando la forma de su mandíbula o los brazos o...