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—Número cuatro, sera. Aquí.

—Todavía es feo —comentó Ari—. ¿Podemos ver uno bonito?

—Bueno, sigamos cazando.

El próximo era mejor. El siguiente todavía mejor. Finalmente los bebés se hicieron tan grandes que no cabían en la pantalla. Y se movían. Ari estaba excitada, realmente excitada, porque mamá decía que iba a haber un nacimiento.

Había muchos técnicos cuando pasó eso. Mamá cogió con firmeza los hombros de Ari y la puso delante de ella para que pudiera ver; y le indicó dónde mirar, ahí, justo en ese tanque.

—¿No se ahoga? —preguntó Ari.

—No, no, los bebés viven en líquido, ¿no? Ahora, justo ahora, la parte interior del tanque está haciendo lo mismo que hace una persona cuando un bebé está a punto de nacer. Va a empujar al bebé. Como sí fueran músculos, pero son bombas. Y va a sangrar, porque hay mucha sangre que entra y sale de las bombas, y algunos de los vasos del bioplasma van a romperse cuando empuje así.

—¿El bebé tiene un cordón y todo?

—Ah, sí, es necesario. Es un cordón de verdad. Todo es auténtico, hasta el bioplasma: eso es lo más complicado, realmente puede hacer crecer un sistema sanguíneo. Ahora mira, se enciende esa luz roja. Eso quiere decir que los técnicos tienen que estar preparados. Aquí viene. Ahí está la cabeza. Esa es la dirección que deben tener los bebés.

—¡Splassh! —gritó Ari y palmeó las manos cuando el bebé tocó el tanque. Y se quedó quieta cuando el bebé nadó y toda aquella cosa fea salió al agua.

—Ah.

Pero los técnicos azi lo sacaron de allí y tomaron el cordón y el bebé siguió moviéndose. Ari se puso de puntillas para ver cuando lo llevaron hacia la mesa, pero Mary, la azi, hizo que se detuvieran y le mostraran al bebé que hacía muecas. Era un varón.

Luego lo lavaron y empolvaron y lo envolvieron, y Mary lo sostuvo en brazos y lo meció.

—Es un GY-7688 —dijo mamá—. Se llama Augusto. Va a ser uno de nuestros guardias de Seguridad cuando crezca. Pero será bebé durante mucho tiempo. Cuando tú tengas doce años, él tendrá los que tú tienes ahora.

Ari estaba fascinada. Le dejaron lavarse las manos y tocar al bebé. El bebé la amenazó con un puño y pateó y ella rió en voz alta. Era muy gracioso.

—Di adiós —dijo mamá—. Gracias, Mary.

—Gracias —murmuró Ari y realmente lo sentía. Era divertido. Esperaba poder volver algún día.

—¿Te ha gustado el laboratorio? —preguntó mamá.

—Me ha gustado cuando nació el bebé.

—Ollie nació así. Nació en este laboratorio.

Ella no podía imaginarse a Ollie tan chiquito y divertido. No quería pensar así en Ollie. Arrugó la nariz y puso a Ollie en el lugar que correspondía en su mente otra vez.

Crecido y guapo en su uniforme negro.

—A veces nacen CIUD de los tanques —explicó mamá—. Si por alguna razón sus madres no pueden tenerlos. Los tanques lo hacen. ¿Sabes qué diferencia hay entre un CIUD y un azi cuando nacen de la misma manera?

Era una pregunta difícil. Había muchas diferencias. Algunas eran reglas y otras la forma de ser de los azi.

—¿Cuál es? —preguntó a mamá.

—¿Qué edad tenías cuando te pasaron la primera cinta?

—Tengo seis.

—Eso es. Y tuviste tu primera cinta el día que siguió a tu cumpleaños. No te asustó, ¿verdad?

—No —dijo ella. Agitó la cabeza y el cabello le voló alrededor. Le gustaba hacerlo. Mamá era lenta con las preguntas y ella se aburría entre una y otra.

—¿Sabes cuándo tendrá Augusto su primera cinta?

—¿Cuándo?



—Hoy. Ahora mismo. Lo pondrán en una cuna y la cuna tiene una especie de cinta y él la oye.

Ari estaba impresionada. Celosa. Augusto era una amenaza si iba a ser tan listo.

—¿Por qué yo no la tuve?

—Porque tú ibas a ser CIUD. Porque tienes que aprender mucho de la forma antigua. Porque las cintas son buenas, pero si tienes un papá y una mamá que te cuiden, aprendes muchas cosas que Augusto no aprenderá hasta que sea mucho mayor. Los CIUD avanzan más de esta forma. Los azi aprenden mucho sobre cómo ser bueno y hacer lo que deben, pero no son muy listos para saber qué hacer con cosas que no han visto antes. Los CIUD son buenos para ocuparse de las emergencias. Los CIUD pueden decidir qué hacer. Lo aprenden de sus mamas. Aprender por cinta es bueno, pero no lo es todo. Por eso mamá te dice que prestes atención a lo que ves y oyes. Por eso tienes que aprender eso primero para saber que la cinta no es tan importante como tus ojos y tus oídos. Si Augusto tuviera una mamá que se le llevara a casa hoy, sería CIUD.

—¿Y Mary no puede ser su mamá?

—No, porque Mary tiene muchos niños que atender. Tiene quinientos al año. A veces más. No podría con todo el trabajo. Así que lo tiene que hacer la cinta. Por eso los azi no pueden tener mamas. No hay suficientes.

—Yo podría llevarme a Augusto.

—No, las mamas tienen que ser adultas. Yo tendría que llevarlo a casa y él tendría que dormir en tu cama y compartir tus juguetes y tener pañales sucios y llorar todo el rato. Y tú tendrías que compartir a mamá con él para siempre. No se puede devolver un bebé porque te cansas de él. ¿Te gustaría que él tuviera la mitad de tu habitación, y a mamá, a Nelly y a Ollie cuidándolo todo el tiempo? Él sería el bebé y mamá tendría que estar con él casi todo el día.

—¡No! —No le parecía buena idea. Ari aferró la mano de mamá y decidió que ningún bebé iba a entrometerse y quedarse con la mitad de todo. Compartir cosas con malos amigos era suficiente.

—¿Tienes comida para peces?

—No —dijo mamá y palmeó la roca donde estaba sentada—. Ven y siéntate aquí, Ari. Dime lo que piensas de los bebés.

Lecciones. Ari suspiró y dejó a los peces que nadaban entre los nenúfares; se agachó en una roca más pequeña desde donde veía la cara de mamá y apoyó los codos sobre las rodillas.

—¿Qué piensas de ellos?

—Están bien.

—Sabes que Ollie nació aquí.

—¿Ese bebé va a ser otro Ollie?

—Tú sabes que no. ¿Por qué? Ari frunció el ceño y pensó.

—Porque es un GY algo y Ollie es AO. Ni siquiera es un Alfa.

—Correcto. Correcto. Eres muy lista. A Ari le gustaba oír eso. Se movió.

—Sabes que naciste en esa habitación, Ari. Ari oyó eso de nuevo en su mente. Y no estuvo segura de si mamá estaba haciendo una broma o no. La miró, tratando de comprender si era un juego. No parecía un juego.

—Mamá no podía llevarte en la barriga. Era muy vieja. Mamá estuvo en rejuv durante años y años y no puede tener bebés. Pero los tanques sí. Así que mamá le dijo a Mary que hiciera un bebé especial. Y mamá estuvo aquí en el laboratorio cuando el bebé nació, y mamá lo sacó del agua y ésa eras tú, Ari.

Ari miró a mamá con los ojos muy abiertos. Y trató de ponerse en esa habitación y en ese tanque y ser el bebé que Mary había levantado del tanque. Se sintió distinta. Se sintió como si fuera otra persona. No sabía qué hacer con eso. Mamá extendió los brazos.

—¿Quieres que mamá te coja, cariño? Si quieres...

Sí, Ari quería que la cogieran. Quería ser pequeña y sentarse en la falda de mamá, y lo intentó, pero hacía daño a mamá porque era demasiado mayor, así que se sentó junto a mamá en la piedra y se sintió grande y torpe mientras mamá la abrazaba y la besaba. Pero se sentía más segura.

—Mamá te quiere, cariño. Mamá te quiere mucho. No hay nada malo en nacer en esa habitación. Eres la mejor hijita que mamá pudiera tener. No te cambiaría por nada del mundo.

—Todavía soy tuya.

Mamá no iba a contestar/mamá iba a contestar, un cambio tan brusco que Ari se asustó mucho hasta que mamá dijo:

—Todavía eres mía, cariño.

Ari no sabía por qué le latía tanto el corazón. No sabía por qué le había parecido que mamá no iba a responder eso al principio. Eso la asustaba más que cualquier otra cosa. Estaba contenta de que mamá la abrazara.Tenía frío.

—Ya sabes que no todo el mundo tiene un papá. Pero tú tuviste un papá, Ari. Su nombre era James Carnath. Por eso Amy es tu prima.