Добавить в цитаты Настройки чтения

Страница 83 из 85

Los soldados que volvían del tiro al blanco, me hicieron saber que habían encontrado en la ruta a un hombre desconocido, con el fusil en la mano y la mochila a la espalda. Este caminante avanzaba, alegre y feliz, canturreando una melodía. No podía ser otro más que Dersu.

Alrededor de unos quince días después de su partida, recibí de uno de mis amigos el telegrama siguiente: «Hombre enviado por usted a la taiga, encontrado asesinado».

«Es Dersu», pensé enseguida. Me acordé de haberle dado mi tarjeta de visita para evitarle ser arrestado en la ciudad por la policía. Al dorso de esta especie de salvoconducto, había mencionado que el goldhabitaba en mi casa. Sin duda, esta tarjeta encontrada sobre él, era la causa del envío del telegrama. Al día siguiente, partí para la estación Korforovskaia, situada al sur de la cresta de Jekhtzir. Allí me enteré de que unos obreros habían encontrado a Dersu sobre la ruta, en medio de la selva. Marchaba solo, llevando una carabina, y había dirigido la palabra a una corneja posada sobre un árbol.

Como mi tren había llegado a Korforovskaia hacia el crepúsculo, la hora era ya muy avanzada para ir inmediatamente al lugar. Decidí ir, con un compañero, al día siguiente por la mañana. Pero no pude dormir en toda la noche, roído por una angustia mortal. Un hombre que me era verdaderamente querido acababa de desaparecer. ¡Habíamos pasado juntos tantas experiencias! ¡Cuántas veces me había salvado la vida en momentos en que la suya propia pendía de un hilo! Para distraerme, tomé un libro, pero no me sirvió de nada. Mis ojos corrían maquinalmente de una letra a otra, mientras mi pensamiento volvía constantemente a Dersu pidiéndome que le devolviese la libertad, en el curso de nuestra última conversación. Me reprochaba haberlo traído a la ciudad. Pero ¡quién hubiera podido prever aquel desenlace!

Dejamos la casa a las nueve de la mañana. Era fin de marzo. El sol, que se había elevado ya muy alto, en el cielo, lanzaba sobre la tierra sus brillantes rayos. Se sentía todavía en el aire, y más particularmente a la sombra, el frescor de las ligeras heladas nocturnas; pero la nieve fundida, el agua de los arroyos y el aspecto alegre de los árboles en fiesta, demostraban que esas noches frescas no daban miedo ya a nadie.

Un sendero minúsculo nos condujo hacia la taiga. Al cabo de un kilómetro y medio, percibí una hoguera encendida a la derecha del sendero y rodeada de tres hombres. En uno de ellos yo reconocí al pristav,funcionario de la policía local. Los otros dos eran obreros ocupados en cavar la fosa, al lado de la cual estaba extendido en tierra un cuerpo recubierto de una estera. Sólo por el calzado, que me era tan familiar reconocí ya al muerto.

—¡Dersu, Dersu! —fue la única exclamación que dejé escapar.

Los obreros me miraron asombrados. No queriendo manifestar mis sentimientos delante de aquellos extraños, me retiré un poco aparte, para sentarme sobre un tronco y entregarme a mi dolor.

La tierra estaba aún congelada. Los obreros la hacían fundir al fuego y se limitaban a sacar los terrones que sus palas alcanzaban a coger. Al cabo de cinco minutos, el policía vino hacia mí, con aire contento y feliz, como si hubiera llegado de una fiesta. Según todos los indicios, habían matado a Dersu mientras dormía. Los bandidos, que esperaban encontrarle dinero, tuvieron que contentarse con robarle su fusil.

Alrededor de hora y media más tarde, la tumba estaba dispuesta. Los obreros se aproximaron a Dersu y levantaron la estera. En este momento, un rayo de sol atravesó la espesura y penetró hasta el suelo, iluminando el rostro del muerto. Apenas había cambiado. Sus ojos abiertos miraban al cielo. A juzgar por su expresión, se hubiera dicho que Dersu había olvidado algo y que trataba entonces de recordarlo. Los obreros lo echaron en la tumba y se pusieron a rellenarla.

—Adiós, Dersu —dije suavemente—. Nacido en la selva, es en la selva donde has ajustado tus cuentas con la vida.

Al cabo de veinte minutos un pequeño montículo se levantó por encima del lugar donde se encontraban ahora los despojos del gold.Habiendo terminado su tarea, los obreros encendieron sus pipas, recogieron sus útiles y siguieron al pristavhacia la estación ferroviaria.

Yo me quedé sentado en tierra, cerca del sendero, y pensé largamente en mi amigo muerto. Cuadros del pasado de desarrollaron como en un filme ante mí. En aquel momento, un trepador voló hacia la zarza que crecía al lado de la tumba. Se posó allí tranquilamente, gorjeando y mirándome con confianza.

«Un hombre dulce», el sobrenombre que Dersu aplicaba a esos pájaros de la taiga, me vino a la memoria. El pequeño trepador saltó de su lugar para volar hacia otras zarzas, mientras el sufrimiento se apoderaba de nuevo de mi corazón.

Me fui enseguida, volviéndome aún para fijar bien en mi memoria el lugar donde Dersu acababa de ser enterrado. Dos grandes cedros que lo abrigaban bajo su sombra, eran bastante característicos para poder ser percibidos, incluso de lejos.

—Adiós, Dersu —dije, por última vez, antes de dirigirme a la estación.

Al verano siguiente, emprendí un nuevo viaje que duró casi dos años.

Después, volví a Jabarovsk en pleno invierno y fui enseguida a Korforovskaia para visitar la tumba que me era querida. Pero no reconocí más el lugar; todo había cambiado. Una colonia entera se había creado cerca de la estación, donde se habían empezado a explotar canteras de granito en los contrafuertes del Jekhtzir, a abatir el bosque, y se desbastaban traviesas para construir la vía férrea. En varias ocasiones traté de encontrar la tumba de Dersu, pero fue en vano... Los dos grandes cedros habían desaparecido, reemplazados por rutas, terraplenes y excavaciones de fecha reciente. Los alrededores mostraban entonces la huella de una vida nueva.





Vocabulario

Relación de nombres propios con la grafía que figura en la traducción castellana

A

Agdy (trueno)

Amagú (río)

Amur (río)

Anutchino (lugar)

Arinin (n. p.)

Arzamassovka (río y ciudad)

B

Beissilaza-Datani

«Bezchumny» (torpedero)

Bilihe (río)

Bobrov (n. p.)

Bui (río)

C