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”«Saruman el Blanco —respondió Radagast—. Y me mandó a decirte que si te parece necesario, él te ayudará, pero tendrías que pedírselo en seguida, o será demasiado tarde.»

”Y este mensaje me dio esperanzas. Pues Saruman el Blanco es el más grande de mi orden. Radagast es, por supuesto, un mago de valor, maestro de formas y tonalidades, y sabe mucho de hierbas y bestias, y tiene especial amistad con los pájaros. Pero Saruman estudió hace tiempo las artes mismas del Enemigo, y gracias a esto a menudo hemos sido capaces de adelantarnos a él. Fueron las estratagemas de Saruman lo que nos ayudó a echarlo de Dol Guldur. Era posible que hubiese encontrado alguna arma que haría retroceder a los Nueve.

”«Iré a ver a Saruman», dije.

”«Entonces tienes que ir ahora—dijo Radagast—, pues perdí mucho tiempo buscándote, y los días empiezan a faltar. Me dijeron que te encontrara antes del solsticio de verano, y ya estamos ahí. Aunque partieras ahora, es difícil que llegues a él antes que los Nueve descubran esa tierra que andan buscando. Por mi parte me vuelvo en seguida», y diciendo esto montó y se dispuso a partir.

”«¡Un momento! —dije—. Necesitaremos tu ayuda, y la de todas las criaturas que estén de nuestro lado. Mándales mensajes a todas las bestias y pájaros que son tus amigos. Diles que transmitan a Saruman y a Gandalf todo lo que sepan sobre este asunto. Que los mensajes sean enviados a Orthanc.»

”«Así lo haré», dijo Radagast, y se alejó al galope como si lo persiguieran los Nueve.

”No pude seguirlo en ese momento. Yo había viajado mucho ese día, y me sentía tan cansado como el caballo, y tenía que pensar algunas cosas. Pasé la noche en Bree, y decidí que no tenía tiempo de regresar a la Comarca. ¡Nunca cometí mayor error!

”No obstante, le escribí una nota a Frodo, y le pedí a mi amigo el posadero que se la enviase. Me alejé a caballo al amanecer, y al cabo de una larga marcha llegué a la morada de Saruman. Ésta se encuentra lejos en el sur, en Isengard, donde terminan las Montañas Nubladas, no lejos del Paso de Rohan. Y Boromir os dirá que se trata de un gran valle abierto entre las Montañas Nubladas, y las estribaciones septentrionales de Ered Nimrais, las Montañas Blancas de su país. Pero Isengard es un círculo de rocas desnudas que rodea un valle, como un muro, y en medio de ese valle hay una torre de piedra llamada Orthanc. No fue edificada por Saruman, sino por los Hombres de Númenor, en otra época; y es muy elevada y tiene muchos secretos; sin embargo no parece ser obra de verdaderos artesanos. Para llegar a ella hay que atravesar necesariamente el círculo de Isengard, y en ese círculo hay sólo una puerta.

”Tarde, una noche llegué a esa puerta, como un arco amplio en la pared de roca, y muy custodiado. Pero los guardias de la puerta ya habían sido prevenidos y me dijeron que Saruman estaba esperándome. Pasé a caballo bajo el arco, y la puerta se cerró en silencio a mis espaldas, y de pronto tuve miedo, aunque no supe por qué.

”Seguí a caballo hasta la torre de Orthanc, y tomé la escalera que llevaba a Saruman, y allí él salió a mi encuentro y me condujo a una cámara alta. Llevaba puesto un anillo en el dedo.

”«Así que has venido, Gandalf», me dijo gravemente; pero parecía tener una luz blanca en los ojos, como si ocultara una risa fría en el corazón.

”«Sí, he venido —dije—. He venido a pedirte ayuda, Saruman el Blanco», y me pareció que este título lo irritaba.

”«¡Pero qué me dices, Gandalf el Gris! —se burló—. ¿Ayuda? Pocas veces se ha oído que Gandalf el Gris pidiera ayuda, alguien tan astuto y tan sabio, que va de un lado a otro por las tierras, metiéndose en todos los asuntos, le conciernan o no.»

”Lo miré asombrado.





”«Pero si no me engaño —dije—, hay cosas ahora que requieren la unión de todas nuestras fuerzas.»

”«Es posible —me dijo—, pero este pensamiento se te ha ocurrido tarde. ¿Durante cuánto tiempo, me pregunto, estuviste ocultándome, a mí, cabeza del Concilio, un asunto de la mayor gravedad? ¿Qué te trae de tu escondite en la Comarca?»

”«Los Nueve han salido otra vez —respondí—. Han cruzado el Río. Así me dijo Radagast.»

”«¡Radagast el Pardo! —rió Saruman, y no ocultó su desprecio—. ¡Radagast el domesticador de pajaritos! ¡Radagast el Simple! ¡Radagast el Tonto! Sin embargo, la inteligencia le alcanzó para interpretar el papel que yo le asigné. Pues has venido, y ése era todo el propósito de mi mensaje. Y aquí te quedarás, Gandalf el Gris, y descansarás de tus viajes. ¡Pues yo soy Saruman el Sabio, Saruman el Hacedor de Anillos, Saruman el Multicolor!»

”Lo miré entonces y vi que sus ropas, que habían parecido blancas, no lo eran, pues estaban tejidas con todos los colores, y cuando él se movía las ropas cambiaban y refulgían, como irisadas, confundiendo la vista.

”«Me gusta el blanco», le dije.

”«¡El blanco! —se mofó—. Está bien para el principio. La ropa blanca puede teñirse. La página blanca puedes cubrirla de letras. La luz blanca puede quebrarse.»

”«Y entonces ya no es blanca —dije—. Y aquel que quiebra algo para averiguar qué es, ha abandonado el camino de la sabiduría.»

”«No necesitas hablarme como a uno de esos simplones que tienes por amigos —dijo Saruman—. No te he hecho venir para que me instruyas, sino para darte una posibilidad.»

”Se puso de pie y comenzó a declamar como si estuviera diciendo un discurso ensayado muchas veces.

”«Los Días Antiguos han terminado. Los Días Medios ya están pasando. Los Días Jóvenes comienzan ahora. El tiempo de los Elfos ha quedado atrás, pero el nuestro está ya muy cerca: el mundo de los Hombres, que hemos de gobernar. Pero antes necesitamos poder, para ordenarlo todo como a nosotros nos parezca, y alcanzar ese bien que sólo los Sabios entienden.»

”Saruman se acercó y me habló en voz más baja.

”«¡Y escucha, Gandalf, mi viejo amigo y asistente! Digo nosotros, y podrá ser nosotros, si te unes a mí. Un nuevo Poder está apareciendo. Contra él no nos servirán de nada las viejas alianzas. Ya no podemos poner nuestras esperanzas en los Elfos o el moribundo Númenor. Hay una sola posibilidad para ti, para nosotros. Tenemos que unirnos a ese Poder. Es el camino de la prudencia, Gandalf. Hay esperanzas de ese modo. La victoria del Poder está próxima, y habrá grandes recompensas para quienes lo ayuden. A medida que el Poder crezca, también crecerán los amigos probados; y los Sabios como tú y yo podríamos con paciencia llegar al fin a dominarlo, a gobernarlo. Podemos tomarnos tiempo, podemos esconder nuestros designios, deplorando los males que se cometan al pasar, pero aprobando las metas elevadas y últimas: Conocimiento, Dominio, Orden, todo lo que hasta ahora hemos tratado en vano de alcanzar, entorpecidos más que ayudados por nuestros perezosos o débiles amigos. No tiene por qué haber, no habrá ningún cambio real en nuestros designios, sólo en nuestros medios.»