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—Has hecho bien en venir —dijo Elrond—. Oirás hoy todo lo que necesitas saber para entender los propósitos del Enemigo. No hay nada que podáis hacer, aparte de resistiros, con esperanza o sin ella. Pero no estáis solos. Sabrás que vuestras dificultades son sólo una parte de las dificultades del mundo del Oeste. ¡El Anillo! ¿Qué haremos con el Anillo, el más insignificante de los Anillos, la fruslería que es un capricho de Sauron? Ése es el destino que hemos de considerar.

”Para este propósito habéis sido llamados. Llamados, digo, pero yo no os he llamado, no os he dicho que vengáis a mí, extranjeros de tierras distantes. Habéis venido en un determinado momento y aquí estáis todos juntos, parecería que por casualidad, pero no es así. Creed en cambio que ha sido ordenado de esta manera: que nosotros, que estamos sentados aquí, y no otras gentes, encontremos cómo responder a los peligros que amenazan al mundo.

”Hoy, por lo tanto, se hablará claramente de cosas que hasta este momento habían estado ocultas a casi todos. Y como principio, y para que todos entiendan de qué peligro se trata, se contará la historia del Anillo, desde el comienzo hasta el presente. Y yo comenzaré esa historia, aunque otros la terminen.

Todos escucharon mientras la voz clara de Elrond hablaba de Sauron y los Anillos de Poder, y de cuando fueron forjados en la Segunda Edad del Mundo, mucho tiempo atrás. Algunos conocían una parte de la historia, pero nadie del principio al fin, y muchos ojos se volvieron a Elrond con miedo y asombro mientras les hablaba de los Herreros Elfos de Eregion y de la amistad que tenían con las gentes de Moria, y de cómo deseaban conocerlo todo, y de cómo esta avidez los hizo caer en manos de Sauron. Pues en aquel tiempo nadie había sido testigo de maldad alguna, de modo que recibieron la ayuda de Sauron y se hicieron muy hábiles, mientras que él en tanto aprendía todos los secretos de la herrería y los engañaba forjando secretamente en la Montaña de Fuego el Anillo Único, para dominarlos a todos. Pero Celebrimbor entró en sospechas y escondió los Tres que había fabricado; y hubo guerra, y la tierra fue devastada, y las puertas de Moria se cerraron.

Durante todos los años que siguieron, Celebrimbor buscó la pista del Anillo; pero como esa historia se cuenta en otra parte, y Elrond mismo la ha anotado en los archivos de Rivendel, no se la recordará aquí. Es una larga historia, colmada de grandes y terribles aventuras, y aunque Elrond la contó brevemente, el sol subió en el cielo y la mañana ya casi había pasado antes que él terminara.

Habló de Númenor, de la gloria y la caída del reino, y de cómo habían regresado a la Tierra Media los Reyes de los Hombres, traídos desde los abismos del océano en alas de la tempestad. Luego Elendil el Alto y sus poderosos hijos, Isildur y Anárion, llegaron a ser grandes señores, y fundaron en Arnor el Reino del Norte, y en Gondor, cerca de las bocas del Anduin, el Reino del Sur. Pero Sauron de Mordor los atacó, y convinieron la Última Alianza de los Elfos y los Hombres, y las huestes de Gil-galad y Elendil se reunieron en Arnor.

En este punto Elrond hizo una pausa y suspiró.

—Todavía veo el esplendor de los estandartes —dijo—. Me recordaron la gloria de los Días Antiguos y las huestes de Beleriand, tantos grandes príncipes y capitanes estaban allí presentes. Y sin embargo no tantos, no tan hermosos como cuando destruyeron a Thangorodrim, y los Elfos pensaron que el Mal había terminado para siempre, lo que no era cierto.

—¿Recuerda usted? —dijo Frodo asombrado, pensando en voz alta—. Pero yo creía —balbuceó cuando Elrond se volvió a mirarlo—, yo creía que la caída de Gil-galad ocurrió hace muchísimo tiempo.





—Así es —respondió Elrond gravemente—. Pero mi memoria llega aún a los Días Antiguos. Eärendil era mi padre, que nació en Gondolin antes de la caída; y mi madre era Elwing, hija de Dior, hijo de Lúthien de Doriath. He asistido a tres épocas en el mundo del Oeste, y a muchas derrotas, y a muchas estériles victorias.

”Fui heraldo de Gil-galad y marché con su ejército. Estuve en la Batalla de Dagorlad frente a la Puerta Negra de Mordor, donde llevábamos ventaja, pues nada podía resistirse a la lanza de Gil-galad y a la espada de Elendil: Aiglos y Narsil. Fui testigo del último combate en las laderas del Orodruin donde murió Gil-galad, y cayó Elendil, y Narsil se le quebró bajo el cuerpo, pero Sauron fue derrotado, e Isildur le sacó el Anillo cortándole la mano con la hoja rota de la espada de su padre, y se lo guardó.

Oyendo estas palabras, Boromir, el extranjero, interrumpió a Elrond. —¡De modo que eso pasó con el Anillo! —exclamó—. Si alguna vez se oyó esa historia en el Sur, hace tiempo que está olvidada. He oído hablar del Gran Anillo de aquel a quien no nombramos, pero creíamos que había desaparecido del mundo junto con la destrucción del primer reino. ¡De modo que Isildur se lo guardó! Esto sí que es una noticia.

—Ay, sí —dijo Elrond—. Isildur se lo guardó, y se equivocó. Tendría que haber sido echado al fuego de Orodruin, muy cerca del sitio donde lo forjaron. Pero pocos advirtieron lo que había hecho Isildur. Estaba solo junto a su padre en este último combate mortal, y cerca de Gil-galad sólo nos encontrábamos Círdan y yo. Pero Isildur no quiso oír nuestros consejos.

”«Lo guardaré como prenda de reparación por mi padre, y mi hermano», dijo, y sin tenernos en cuenta, tomó el anillo, y lo conservó como un tesoro. Pero pronto el Anillo lo traicionó y le causó la muerte, y por eso en el Norte se lo llama el Daño de Isildur. Y sin embargo la muerte era quizá mejor que cualquier otra cosa que pudiera haberle ocurrido.

”Esas noticias llegaron sólo al Norte, y sólo a unos pocos. No es nada raro que no las hayas oído, Boromir. De la ruina de los Campos Gladios, donde murió Isildur, no volvieron sino tres hombres, que cruzaron las montañas luego de muchas idas y venidas. Uno de ellos fue Ohtar, el escudero de Isildur, quien llevaba los trozos de la espada de Elendil; y se los trajo a Valandil, heredero de Isildur, quien se había quedado en Rivendel, pues era todavía un niño. Pero Narsil estaba quebrada, y ya no echaba luz, y todavía no la habían forjado de nuevo.

”¿Dije que la victoria de la última Alianza había sido estéril? No del todo, pero no conseguimos lo que esperábamos. Sauron fue debilitado, pero no destruido. El Anillo se perdió, y no alcanzamos a fundirlo. La Torre Oscura fue demolida, pero quedaron los cimientos; pues habían sido puestos con el poder del Anillo, y mientras haya Anillo nada podrá desenterrarlos. Muchos Elfos y muchos Hombres poderosos y muchos otros amigos habían perecido en la guerra. Anárion había muerto, e Isildur había muerto, y Gil-galad y Elendil no estaban más con nosotros. Nunca jamás habrá otra alianza semejante de Elfos y Hombres, pues los Hombres se multiplican y los Primeros Nacidos disminuyen, y las dos familias están separadas. Y desde ese día la raza de Númenor ha declinado, y ya tiene menos años por delante.

”En el Norte, luego de la guerra y la masacre de los Campos Gladios, los Hombres de Oesternesse quedaron muy disminuidos, y la ciudad de A