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Enanos. Los Enanos constituyen una raza aparte. De su extraño comienzo y por qué son semejantes a los Elfos y a los Hombres y a la vez difieren de ellos, lo cuenta el Silmarillion; pero de esta historia los Elfos menores de la Tierra Media no tenían conocimiento, mientras que las historias de Hombres posteriores se confunden con memorias de otras razas.
Constituyen en su mayoría una raza persistente, grave, reservada, laboriosa, que no olvida las injurias (ni los actos de bondad), amantes de la piedra, de las gemas, de las cosas que cobran forma en sus manos de artesanos, más que de las cosas con vida propia. Pero no son malos por naturaleza, y pocos son los que sirvieron al Enemigo por libre voluntad, sea lo que fuere lo alegado por los Hombres. Porque los Hombres de antaño codiciaban los tesoros y las obras de los Enanos, y hubo enemistad entre ambas razas.
Pero en la Tercera Edad, y en muchos lugares, había aún gran amistad entre los Hombres y los Enanos; y era propio de la naturaleza de los Enanos que, al viajar y trabajar y traficar por las tierras, como lo hicieron después de la destrucción de sus antiguas mansiones, emplearan las lenguas de los hombres entre los que vivían. No obstante, en secreto (un secreto que, a diferencia de los Elfos, no revelaban de buen grado ni siquiera a los amigos), empleaban su extraña propia lengua, muy poco cambiada por los años; porque se había convertido en una lengua de sabiduría más que en una lengua materna, y la atendían y la guardaban como un tesoro del pasado. Pocas son las gentes de otras razas que hayan podido dominarla. En esta historia sólo aparece en los nombres de lugares que Gimli reveló a sus compañeros; y en el grito de batalla que lanzó en el sitio de Cuernavilla. Ése al menos no era un secreto, y había sido escuchado en muchos campos de lucha desde que el mundo era joven. Baruk Khazâd! Khazâd aimênu!«¡Hachas de los Enanos! ¡Los Enanos están sobre vosotros!»
El nombre del propio Gimli, sin embargo, y los nombres de toda su parentela son de origen septentrional (humano). Sus propios nombres secretos e «interiores», sus verdaderos nombres, los Enanos no los han revelado nunca a nadie de otra raza. No los inscriben ni siquiera sobre sus tumbas.
II
SOBRE LA TRADUCCIÓN
Al presentar el asunto del Libro Rojo como historia que pueda leer la gente de la actualidad, el entero marco lingüístico se ha traducido en la medida de lo posible a términos de nuestro propio tiempo. Sólo las lenguas ajenas a la Lengua Común se han dejado en su forma original; pero éstas aparecen sobre todo en los nombres de personas y lugares.
La Lengua Común, como lenguaje de los Hobbits y sus historias, inevitablemente se ha volcado al inglés [castellano] moderno. En el proceso se han reducido las diferencias entre las variedades observadas en el Oestron. Se ha intentado en parte representar estas variedades como variaciones del inglés [castellano]; pero la divergencia entre la pronunciación y el idioma de la Comarca y la lengua Oestron en boca de los Elfos y los altos hombres de Gondor era mayor que lo que se muestra en este libro. En verdad, los Hobbits hablaban en su mayoría un dialecto rústico, mientras que en Gondor y Rohan se utilizaba una lengua más antigua, más formal y más tersa.
Puede observarse aquí un punto de esta divergencia, puesto que, aunque con frecuencia importante, no fue posible representarlo. La lengua Oestron, en los pronombres de la segunda persona (y a menudo también en los de la tercera), hacía una distinción, independientemente del número, entre el tratamiento «familiar» y el «respetuoso». Pero una de las peculiaridades del idioma de la Comarca consistía en que las formas de tratamiento respetuoso habían desaparecido del uso coloquial. Sólo se conservaban entre los aldeanos, especialmente los de la Cuaderna del Oeste, que las utilizaban como tratamientos de afecto. A cosas como ésta se refería la gente de Gondor cuando hablaba de la rareza de la lengua Hobbit. Peregrin Tuk, por ejemplo, en los primeros días que pasó en Minas Tirith, utilizaba las formas familiares con las gentes de todo rango, incluyendo al Señor Denethor. Esto pudo haber divertido al viejo Senescal, pero los sirvientes seguramente se asombraron. Sin duda esta utilización pródiga de las formas familiares contribuyeron a esparcir el rumor de que Peregrin era persona de alta jerarquía en su país 88.
Se advertirá que algunos Hobbits, como Frodo, y otras personas como Gandalf y Aragorn, no siempre emplean el mismo estilo. Esto es intencional. Los más eruditos y capaces de entre los Hobbits tenían cierto conocimiento del «lenguaje de los libros», como se lo llamaba en la Comarca; y eran rápidos para observar y adoptar el estilo de aquellos con los que tenían trato. De cualquier modo era natural para gente tan viajera que hablaran poco más o menos como aquellos que encontraban, especialmente en el caso de hombres a quienes, como Aragorn, les era difícil ocultar de dónde venían y la empresa que tenían entre manos. Sin embargo en aquellos días los enemigos del Enemigo veneraban lo antiguo, en la lengua no menos que en otros asuntos. Los Eldar, que por sobre todo eran hábiles con las palabras, dominaban múltiples estilos, aunque hablaban con un máximo de naturalidad en el modo que más se aproximara a su propio lenguaje, aún más antiguo que el de Gondor. También los Enanos la hablaban con habilidad, adaptándose sin trabajo a la compañía de los Eldar, aunque algunos opinaban que la pronunciación era algo gutural y áspera. Pero los Orcos y los Trolls hablaban a su antojo, sin amor por las palabras ni las cosas; y su lenguaje era de hecho más degradado e inmundo que lo que he mostrado. No creo que nadie desee una transmisión más fiel, aunque no es difícil encontrar ejemplos. Todavía suele oírse un modo de hablar semejante entre gente de mentalidad no muy distinta de la de los Orcos; monótono y repetitivo de odio y desprecio, demasiado alejado del bien como para retener siquiera fuerza verbal, salvo para los oídos de aquellos a los que sólo lo sórdido resulta vigoroso.
Traducciones de este tipo, por supuesto, son frecuentes por inevitables en cualquier narración que trate del pasado. Rara vez van más allá. Pero yo las he dejado atrás. También he traducido todos los nombres en Oestron de acuerdo con su sentido. Cuando en este libro aparecen nombres o títulos ingleses [castellanos] esto significa que los nombres en Lengua Común eran corrientes por ese entonces, además, o en lugar de, los que aparecen en lenguas extrañas (de ordinario élficas).
Los nombres Oestron eran por regla general traducciones de otros más antiguos: como Rivendel, Fontegrís, Cauce de Plata, Playa Larga, El Enemigo, la Torre Oscura. La significación de algunos difería: como Monte del Destino para Orodruin, «montaña ardiente», o Bosque Negro para Taur e-Ndaedelos, «bosque del gran temor». Unos pocos eran alteraciones de nombres élficos: Lune y Brandivino, por ejemplo, derivaban de Lhûny Baranduin.
Este procedimiento necesita quizá de una cierta defensa. Me pareció que presentar todos los nombres en su forma original habría oscurecido un rasgo esencial de esos tiempos tal como lo percibían los Hobbits (cuyo punto de vista quise preservar por sobre toda otra cosa): el contraste entre una lengua ampliamente difundida, tan ordinaria y habitual para ellos como es para nosotros el inglés, y los restos vivientes de lenguas mucho más antiguas y venerables. Si todos los nombres se transcribieran tal cual, serían igualmente remotos para el lector moderno; por ejemplo, si el nombre élfico Imladrisy la traducción Oestron Karningulse hubieran dejado los dos inalterados. Pero referirse a Rivendel como Imladris, sería como llamar hoy Camelot a Winchester, excepto que la identidad era indudable, mientras que en Rivendel vivía aún un señor de renombre, mucho más viejo de lo que sería hoy Arturo si fuera todavía rey en Winchester.