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ÁRBOLES GENEALÓGICOS

Los nombres que se dan en estos Árboles Genealógicos son sólo una selección entre muchos otros. La mayoría pertenece a los invitados a la Fiesta de Despedida de Bilbo, o a sus antepasados directos. Se reproducen también unos pocos más de las personas que intervinieron en los acontecimientos de la Comarca. Se da además cierta información genealógica acerca de Samsagaz, el fundador de la familia Jardner, más tarde muy famosa e influyente.

Las cifras que siguen a los nombres indican el año del nacimiento (y el de la muerte cuando quedó registro de la fecha). Todas las fechas corresponden al cómputo del tiempo de la Comarca, calculado a partir del cruce del Brandivino por los hermanos Marcho y Blanco en el Año 1 de la Comarca (Tercera Edad, 1601).

Apéndice D

CALENDARIO DE LA COMARCA

PARA TODOS LOS AÑOS



LOS CALENDARIOS

El Calendario de la Comarca difería del nuestro en varios aspectos. El año, no cabe duda, tenía la misma duración 64, pues aunque aquellos tiempos parezcan lejanos en relación con los años transcurridos y la duración de la vida de los hombres, no son tan remotos de acuerdo con la memoria de la Tierra. Los Hobbits han registrado que no tenían «semana» cuando eran todavía un pueblo nómada, y aunque tenían «meses» gobernados más o menos por la luna, su registro de las fechas y cálculos del tiempo eran vagos e inexactos. En las tierras occidentales de Eriador, cuando habían empezado a asentarse, adoptaron el cómputo del Rey de los Dúnedain, que, en última instancia, era de origen Eldarin; pero los Hobbits de la Comarca introdujeron varias alteraciones menores. Este calendario, o «Cómputo de la Comarca» como se lo llamó, fue finalmente adoptado también en Bree, salvo que en la Comarca contaban el Año 1 como el año de la colonización de la región.

Es a menudo difícil descubrir en las viejas historias y tradiciones datos precisos sobre cosas que la gente conocía perfectamente y daba por sobrentendidas en su propio tiempo (tales como el nombre de las letras, o de los días de la semana, o el nombre y duración de los meses). Pero como consecuencia del generalizado interés en la genealogía y en la historia que mostraron los eruditos hobbits después de la Guerra del Anillo, las gentes de la Comarca se interesaron no poco por las fechas; y hasta idearon unos cuadros complicados para señalar las relaciones de sus propios sistemas con otros. No soy un especialista en estos temas, y puede que haya cometido muchos errores; pero de cualquier modo la cronología de los años cruciales 1418 y 1419 C. de la C. ha sido trazada en el Libro Rojo con tanto cuidado, que en este punto no puede haber muchas dudas acerca de los días y de los tiempos.

Parece claro que los Eldar en la Tierra Media, que disponían de más tiempo, como observó Samsagaz, computaban en períodos largos, y la palabra Quenya yén, que a menudo se traduce como «año» (p. I. 490), significa en realidad 144 años de los nuestros. En la medida de lo posible, los Eldar preferían contar en grupos de seis y de doce. Al «día» solar lo llamaban , empezaba con la puesta de sol y concluía en la puesta de sol siguiente. El yéncomprendía 52.596 días. Por motivos rituales más que prácticos, los Eldar observaban una semana o enquiëde seis días; y el yéncomprendía 8.766 de estas enquier, computadas a lo largo de todo el período.

En la Tierra Media los Eldar observaban también un período breve o año solar llamado coranaro «ronda solar», cuando se lo consideraba desde un punto de vista astronómico. Pero por lo común se lo llamaba loa, «desarrollo» (especialmente en las tierras del noroeste), pues los Elfos solían dar más importancia a los cambios vegetales que acompañaban a las estaciones. El loase dividía en períodos, que podrían considerarse meses largos o estaciones cortas. Por supuesto, éstas variaban de acuerdo con las distintas regiones; pero los Hobbits sólo citan el Calendario de Imladris. En ese calendario había seis de esas estaciones, cuyos nombres Quenya eran tuilë, lairë, yávië, quellë, hrívë, coirë, que pueden traducirse «primavera, verano, otoño, marchitamiento, invierno, movimiento». Los nombres Sindarin eran ethuil, laer, iavas, firith, rhîw, echuir. «Marchitamiento» se llamaba también lasse-lanta, «caída de las hojas» o, en Sindarin, narbeleth, «mengua del sol».

Lairëy hrívëtenían ambas 72 días, y el resto 54 cada una. El loaempezaba con yestarë, el día inmediatamente anterior a tuilë, y terminaba con mettarë, el día inmediatamente posterior a coirë. Entre yáviëy quellëse insertaban los tres enderio «días medios». Doblando los enderi(agregando 3 días) cada 12 años, se completaba un año de 365 días.

No se sabe con certeza cómo resolvían las posibles inexactitudes. Si el día fuera entonces de la misma duración que ahora, el yénhabría sido demasiado largo, en más de un día. Había sin duda alguna inexactitud, como se advierte en una nota de los Calendarios del Libro Rojo. En el «Cómputo de Rivendel», dice la nota, el último año de cada tres yénse acortaba en tres días; y se omitía la duplicación de los tres enderide ese año; «pero eso no ocurría en nuestro tiempo». No se registra como enmendaban las otras inexactitudes.

Los Númenóreanos cambiaron estos cómputos. Dividieron el loaen períodos más breves, de longitud más regular; e iniciaron el año en mitad del invierno, como habían hecho los Hombres del Noroeste en la Primera Edad. Más adelante dieron a la semana una duración de 7 días, y computaron el día desde la salida del sol (en el mar oriental) hasta la puesta.

El sistema Númenóreano, tal como se lo utilizaba en Númenor y también en Arnor y Gondor hasta el fin de los reyes, se llamaba Cómputo de los Reyes. El año normal tenía 365 días. Se dividía en 12 astaro meses, de los que diez tenían 30 días y dos 31. Los astarlargos estaban situados antes y después del Año Medio, aproximadamente nuestros junio y julio. El primer día del año se llamaba yestarë, el día medio (el 183), loëndë, y el último, mettarë; estos tres días no pertenecían a ningún mes. Cada cuatro años, salvo el último de una centuria (haranyë), dos enderio «días medios» se sustituían por el loëndë.