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— No demasiado para recordar, no, pero sí demasiado para digerir bien. Podía haberme quedado aquí abajo y dictar muchos y muchos libros sobre todo lo que había visto hacer o oído decir, pero aunque entendiera una buena parte de ello mi gente no lo hubiera hecho.
Había algo que necesitaban más y poco a poco llegué a comprender lo que era.
«Es un método, Nils. Esa es la forma en que vosotros resolvéis los problemas, mediante la conjunción de la experimentación y la imaginación. Eso era lo que mi gente tenía que aprender y lo que yo tenía que mostrarles. Después de todo, sus problemas son diferentes de los vuestros y tendrán que solucionárselos ellos mismos. De acuerdo que los hechos son también importantes, pero no les ofrecí demasiados. Sólo muestras dispersas de información para que puedan comprobar sus respuestas de vez en cuando.
— Entonces… ¡Entonces es por mi propia falta que estás haciendo esto!
Deliberadamente te hice llegar información de todos los campos que pude para que no tuvieras ninguna oportunidad de haberla registrado toda antes del momento de la muerte.
— ¡No! No es falta tuya, si es que se le puede llamar así. Me enseñaste, indirectamente lo admito, todo lo que necesitábamos aprender. Estaba buscando una excusa para no quedarme atrapado en las Murallas; si dices que me la proporcionaste tú, de acuerdo, y gracias — dejó de hablar; habían llegado a la plataforma y Dar empezó sin más preámbulos a asegurarse de que su planeador se hallaba dispuesto para el despegue.
— Pero… ¿no puedes venir con nosotros? No tienes por qué volver a Kwarr y… y… — Kruger no pudo acabar su frase. Dar dejó su tarea y le miró estrechamente. Durante un momento pareció dudar en tomar una decisión; después movió su cabeza haciendo el gesto negativo que había aprendido de Kruger.
— Me temo que no. Creo sentir cómo te sientes, amigo Nils, y en cierto modo me da pena dejarte atrás, pero… ¿vendrás tú conmigo? — casi hizo su equivalente a una sonrisa al preguntar esto. Kruger permanecía en silencio.
— Por supuesto que no…, no podrías. Esperas vivir aún mucho tiempo, aunque no sepas cuánto — apretó una de las manos de Kruger con su pequeña zarpa —. Nils, dentro de muchos de tus años habrá aquí bastante gente que serán parte de mí. Yo me habré ido, pero tal vez estés tú aún por el mundo. Tal vez con lo que tú y yo hemos hecho por ellos algunos lleguen a ser científicos, y sabrán tener respeto en vez de desprecio por los «calientes», y empezarán algo que con el tiempo podrá convertirse en una civilización como la vuestra. Me gustaría pensar que tú les estarás ayudando.
Saltó al asiento del planeador y, sin dejar al chico tiempo para decir una palabra, soltó la catapulta.
Kruger contempló cómo el pequeño aeroplano desaparecía de su vista, lo cual no tardó mucho en suceder, ya que sus ojos no se encontraban todo lo despejados que debían; pero aún estaba con la cara vuelta hacia donde se había ido cuando murmuró: — ¡Estaré! — se dio la vuelta a la vez que el ruido sordo de una gran puerta sonaba desde el túnel.
FIN