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– ¿De dónde eres, Keisha?

– ¿Por qué?

– ¿Por qué? Porque me interesa, nada más. Estás en sucesos y me gusta saber con quién trato.

– Soy de aquí, Bosch. Llegué de Jamaica cuando tenía cinco años. Fui a la Universidad del Sur de California. ¿Tú, de dónde eres?

– De Los Ángeles. Siempre he vivido aquí.

Decidió no mencionar los quince meses que había pasado combatiendo en los túneles de Vietnam ni los nueve que había estado preparándose en Carolina del Norte.

– ¿Qué te ha pasado en la mano?

– Me corté trabajando en casa. He estado haciendo reparaciones mientras estoy de baja. Bueno, ¿qué tal ocupar el lugar de Bremmer en sucesos? Él estuvo muchos años.

– Sí, lo sé. No está resultando fácil, pero me abro camino. Poco a poco. Estoy haciendo amigos. Espero que seas uno de mis amigos, Bosch.

– Seré tu amigo cuando pueda. Vamos a ver qué me has traído.

Russell puso sobre la mesa una carpeta, pero antes de que pudiera abrirla llegó el camarero, un viejo calvo con bigote encerado. Ella pidió un sándwich de ensalada de huevo. Bosch pidió una hamburguesa bien hecha con patatas fritas. Russell torció el gesto y Bosch adivinó el motivo.

– ¿Eres vegetariana?

– Sí.

– Lo siento, la próxima vez elige tú el sitio.

– Lo haré.

La periodista abrió la carpeta y Bosch se fijó en que llevaba diversas pulseras en la muñeca izquierda. Estaban hechas de hilo trenzado en distintos colores. Bosch miró en la carpeta y vio un pequeño recorte de periódico. Por el tamaño y el formato, Bosch supo que era una de las historias que quedaban enterradas en la parte de atrás del diario. Russell se lo pasó.

– Creo que éste es tu Joh

Bosch leyó el artículo. Estaba fechado el 30 de septiembre de 1962.

TRABAJADOR DE CAMPAÑA VÍCTIMA DE UN ATROPELLO

por Monte Kim, de la redacción del Times

Un hombre de 29 años que colaboraba en la campaña de un candidato a la oficina del fiscal del distrito resultó muerto el sábado en Hollywood cuando fue atropellado por un coche que circulaba a gran velocidad, según informó la policía de Los Ángeles.

La víctima fue identificada como Joh

Fox estaba cruzando los carriles sentido sur de La Brea alrededor de las dos de la tarde cuando el vehículo le golpeó. La policía dijo que al parecer Fox murió por el impacto y su cuerpo fue arrastrado varios metros por el coche.

Según la policía, el vehículo que arrolló a Fox frenó momentáneamente después de la colisión; pero enseguida se dio a la fuga. Los testigos explicaron a los investigadores que el coche avanzaba hacia el sur por La Brea a gran velocidad. La policía no ha localizado el vehículo y los testigos no pudieron proporcionar una descripción clara del modelo o la marca. Fuentes policiales aseguraron que la investigación continúa abierta.

El director de campaña de Conklin, Gordon Mittel, explicó que Fox se había unido a la campaña hacía tan sólo una semana.

Localizado en la oficina del fiscal del distrito, donde está a cargo de la sección de investigaciones especiales bajo mando del fiscal en ejercicio John Charles Stock, Conklin manifestó que todavía no había conocido a Fox, pero lamentó la muerte del hombre que trabajaba para su elección. El candidato declinó hacer más comentarios.

Bosch examinó el recorte durante un buen rato después de leerlo.

– ¿Este tal Monte Kim sigue en el periódico?

– ¿Estás de broma? Eso fue hace casi un milenio. Entonces la sala de redacción era un puñado de chicos blancos sentados con sus camisas blancas y corbatas.

Bosch miró su propia camisa y después a ella.

– Lo siento -dijo Russell-. El caso es que ya no está. Y no sé nada de Conklin. Demasiado antiguo. ¿Ganó?

– Sí. Creo que obtuvo dos mandatos. Después recuerdo que iba a presentarse a fiscal general, pero le salió el tiro por la culata. Algo así. Yo no estaba aquí entonces.

– Creía que habías dicho que has estado aquí toda la vida.

– Me fui una temporada.

– ¿A Vietnam?

– Sí.

– Sí, muchos polis de tu edad estuvieron allí. Tuvo que ser un flipe. ¿Por eso os hicisteis polis? ¿Para poder seguir llevando armas?

– Algo así.

– El caso es que si Conklin sigue vivo, probablemente es un anciano. Pero Mittel continúa en activo. Eso ya lo sabes, claro. Probablemente está en uno de esos reservados comiendo con el alcalde.

Ella sonrió y Bosch no le hizo caso.

– Sí, es un pez gordo. ¿Cuál es la historia sobre él?

– ¿Mittel? No lo sé. Primera espada en un bufete de abogados, amigo de gobernadores y senadores y de otra gente poderosa. Lo último que supe de él, era que estaba llevando las finanzas de Robert Shepherd.

– ¿Robert Shepherd? ¿El tío de los ordenadores?

– Más bien el magnate de los ordenadores. Sí, ¿no has leído el diario? Shepherd quería presentarse, pero no quería usar su propio dinero. Mittel está haciendo la recogida de fondos para una campaña de exploración.

– ¿Presentarse a qué?

– Joder, Bosch, ¿no lees el diario ni ves la tele?

– He estado ocupado. ¿Presentarse a qué?

– Bueno como cualquier ególatra creo que quiere presentarse a presidente. Pero por ahora se presenta al Senado. Shepherd quiere ser candidato de un tercer partido. Dice que los republicanos están demasiado a la derecha y los demócratas demasiado a la izquierda. Él está en el centro. Y por lo que he oído, si alguien puede reunir el dinero para que se presente como tercer candidato, ése es Mittel.

– Entonces a Mittel le interesa la presidencia.

– Supongo. Pero ¿por qué me preguntas por él? Soy periodista de sucesos, tú eres un poli. ¿Qué tiene esto que ver con Gordon Mittel? -Russell señaló la fotocopia.

Bosch se dio cuenta de que tal vez había hecho demasiadas preguntas.

– Sólo intento ponerme al día -dijo-. Como has dicho, no leo los diarios.

– El diario, no los diarios -dijo ella sonriendo-. Será mejor que no te vea leyendo el Daily Snews o hablando con ellos.

– El infierno no tiene tanta furia como un periodista desdeñado.

– Más o menos.

Se sintió convencido de que había desviado las sospechas de la periodista. Levantó la fotocopia.

– ¿No hubo seguimiento de esto? ¿Nunca detuvieron a nadie?

– Supongo que no, o habrían escrito un artículo.

– ¿Puedo quedármelo?

– Claro.

– ¿Te apetece darte otra vuelta por la «morgue»?

– ¿Para qué?

– ¿Artículos de Conklin?

– Habrá centenares, Bosch. Dijiste que fue fiscal del distrito con dos mandatos.

– Sólo me interesan los artículos de antes de que lo eligieran. Y si tienes tiempo pon también los artículos sobre Mittel.

– ¿Sabes? Pides mucho. Podría meterme en problemas si se enteran de que estoy buscando recortes para un poli.

Russell hizo un mohín, pero Bosch tampoco hizo caso de eso. Sabía adónde quería llegar.

– ¿Quieres contarme de qué va todo esto, Bosch?

Bosch se mantuvo en silencio.

– Lo suponía. Bueno, mira, tengo que hacer dos entrevistas esta tarde. Voy a irme. Lo que puedo hacer es pedirle a un becario que te busque los artículos y que te los deje con el conserje en el vestíbulo del globo. Estarán en un sobre, así que nadie sabrá qué es. ¿Te parece bien?

Bosch asintió con la cabeza. Había estado antes en Times Square en un puñado de ocasiones, por lo general para reunirse con periodistas. El elemento central del vestíbulo de entrada en First y Spring era un enorme globo que nunca dejaba de girar, igual que las noticias no dejaban nunca de sucederse.