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Una delgada banda de oro blanco rodeaba la garganta del hombre y allí en la base de su cuello descansaba una piedra tan verde como sus inhumanos y brillantes ojos.

Tan rápidamente como vino, el viento se detuvo. La niebla se evaporó. Ahora tanto el hombre como el árbol destacaban flamante y blanco contra el fondo de la noche.

Ese fiero par de ojos rojos parecieron penetrar a Kaiphas. De repente, algo se cerró con fuerza alrededor de su cuello y lo apretó.

Ahogándose, Kaiphas cayó de rodillas.

– Aquí ahora – la voz era profunda y diabólica cuando Jaden saltó de la oscuridad. Aterrizó sobre sus pies en frente de Kaiphas antes de que le diera una patada en el culo.

Incapaz de hablar por la presión que todavía envolvía su garganta, Kaiaphas se enfrentó a la misma cara del mal. Ni humano, ni demonio ni dios, Jaden había nacido del primer poder.

Al-Baraka. El había estado entre los Altos Poderes y el Reino Demoníaco.

Jaden inclinó la cabeza como si estudiara al demonio tendido ante él.

– Kaiaphas…-dejó que el nombre rodara de su lengua. En una latito de corazón, lo supo todo acerca del demonio. Su pasado y su cuestionable futuro.

– ¿Por qué me has despertado?

– Necesito tu ayuda.

Jaden se rió ante la desesperada súplica.

– Claro, la necesitas. Dime que me darás por mis servicios.

– Tres vírgenes sin bautizar.

El bufó ante el demonio. ¿Qué es esto? ¿La edad media? ¿Tres?

– ¿No es suficiente?

Eso dependía de las vírgenes…

Y sus habilidades. En estos días y época, las vírgenes podían ser más promiscuas que las putas del pasado.

– Quizás- siseó Jaden cuando sintió que su brazo se quemaba en respuesta a la cinta que comprimía a Kaiaphas-. ¿Te atreviste a llamarme mientras tu señora te convoca?

– Yo-yo…

Jaden lo fulminó.

– Vete, gusano. Cuando la luna se alce una vez tendrás mi respuesta.

El demonio se desvaneció instantáneamente.

Jaden permaneció allí en la fría calma bajo el abrigo del roble, poniendo sus oídos en el tiempo y espacio. Levantó la cabeza para oler la sangre que corrompía el aire a su alrededor.

Volviéndose, vio el cuerpo de una mujer de veintitantos años. Sus ojos sin vida estaban fijos en el horror.

Fue a ella y se arrodilló ante ella.

– Duerme en paz, pequeña -susurró él, cerrándole los ojos.

Esta era una muerte más que i

Jaden se detuvo cuando captó algo en el viento. El árbol le susurraba, diciéndole todo lo que necesitaba saber. Kaiphas no era el único que sabía de él.

Había otros…

Xypher permanecía sobre el frío suelo de madera cuando oyó respirar a Simone. Se había quedado dormida hacía una hora mientras Jesse estaba en su habitación, poniendo los discos demasiado altos. No sabía como Simone podía dormir con todas las Alteradas Imágenes que sonaban una y otra vez, pero al contrario que él, ella parecía inmune.

Por supuesto, él se había acostumbrado a no dormir. En el Tártaro, parte de su castigo era que alguien le golpeara cada vez que cerrara los ojos para descansar.

– Xypher…

Él se tensó ante la susurrante llamada. Era una profunda voz de barítono mezclada con un agudo acento demoníaco.

Era una voz que no había oído en siglos.

– ¿Jaden?

El Lord Demonio apareció ante la puerta cerrada en una posición agachada.

– ¿Sal? -Jaden se rió. Se puso en pie, caminando hacia la ventana y se lamió el dedo. Su sonrisa se congeló cuando levantó y se llevó el dedo índice a la boca, probó la sal que habían puesto allí.

– Sé que no has estado intentando dejarme fuera con esto.

– Igual que yo. ¿Cómo es que estás aquí?

Jaden no respondió mientras caminaba a la cama donde Simone continuaba durmiendo sin darse cuenta de que uno de los más poderosos entes en la existencia estaba lo suficiente cerca para tocarla.

– Es bastante bonita. ¿Es tu ofrenda?

Tuvo que morderse la furia para no invitar a Jaden a una muerte instantánea.

– No.

– Esa fue una rápida negación. ¿Por qué me buscas, demonspawn?

Como si no lo supiera ya. Pero si había una cosa acerca de Jaden, era que él siempre quería que hablases de tus necesidades.

– Iba a convocarte mañana.

– A la luz del día soy débil-chasqueó él- ¿Qué trato deseas hacer esta vez?

– Necesito recuperar mis poderes y quiero a la humana.

Jaden arqueó una ceja. Se volvió hacia Simone y le acarició la cara.





– Humana…

Los celos estallaron en su interior de tal manera que contenerse era todo lo que podía hacer para no apartar a Jaden de ella. Pero eso sería un error fatal, especialmente ya que necesitaba la cooperación de Jaden.

– Un Daimon nos vinculó y no puedo hacer lo que necesito mientras estemos unidos. Necesito tu ayuda. Tengo que ser libre y desbloquear mis poderes.

Jaden se volvió hacia él.

– Mi ayuda tiene un precio. Ya lo sabes. Ya me lo has pagado una vez.

Xypher quería maldecir ante el recuerdo.

– ¿Es esto digno de ello? -preguntó Jaden.

– Estoy seguro que sabes la respuesta.

– Te lo advertí.

Verdaderamente, lo había hecho. Eso fue lo que atascó con fuerza la garganta de Xypher. Jaden le había dicho en aquel momento que tales tratos rara vez funcionaban. Si sólo le hubiese escuchado.

Jaden se acercó a él.

– Conoces la ley, Xypher. Tienes que darme algo por mis servicios.

– No tengo nada con qué pactar.

– Entonces estás malgastando mi tiempo -Jaden se desvaneció.

– ¡Espera! -lo llamó Xypher- Dime que aceptarías.

Jaden se solidificó una vez más. Su mirada fue a la cama donde estaba Simone.

La sangre de Xypher se volvió fría.

– Ella no.

– ¿Cuánto deseas tu venganza?

– Más que nada.

La mirada de Jaden era dura e implacable.

– Hay una mujer mayor en esta ciudad. Su nombre es Liza. Es propietaria de una tienda de muñecas en Royal Street. En su cuello, lleva un amuleto verde. Tráemelo y te liberaré de esos brazaletes.

– ¿Qué hay de mis poderes?

– Serán completamente restaurados tan pronto tenga mi amuleto.

Xypher no podía creer que hubiese pedido tan poco por ese servicio.

– ¿Eso es todo?

– Créeme, es bastante.

El alivio lo traspasó. Hasta que Xypher recordó algo.

– Una última cosa.

Los ojos de Jaden brillaron al igual que sus colmillos en la oscuridad.

– Pides mucho, demospawn- pero tan rápidamente como vino, su temperamento se fue- Pero me siento generoso…

– Necesito encontrar un espíritu. Su vida acabó por un gallu y su alma parcialmente robada. ¿Sabes donde puedo encontrar su alma y cuerpo?

– Por supuesto.

– ¿Me dirás donde?

– ¿El precio?

Xypher se trasladó al tocador donde Simone tenía una copa de estilo medieval de peltre. Manifestó un cuchillo en su mano antes de cortarse y dejar que la sangre cayera en la copa.

– Necesitas alimentarte. Te daré mi sangre -Desde que era un demonio y un semidios, la sangre de Xypher era mucho más fuerte que cualquiera que Jaden pudiera encontrar en la calle.

Jaden se lamió los labios cuando sus ojos se oscurecieron hasta e

– Trato -la voz de Jaden estaba empañada de necesidad. Xypher le tendió la copa.

Jaden la tomó y vació el contenido de un trago. Una delgada línea de sangre corrió desde la esquina de su boca. Él se la limpió con un dedo antes de lamerlo para limpiarla

– La sangre del maldito. No hay nada más dulce.

– ¿Qué hay de Gloria?

Él chasqueó sus dedos y su fantasma apareció instantáneamente a su lado.

Ella frunció el ceño confundida.

– ¿Dónde estoy?

– A salvo, mi dulce. A salvo.

– ¿Y su cuerpo? -preguntó Xypher- Hay que liberarlo del control de los gallu.

– Me ocuparé de él y te lo dejaré en el césped. A menos que quieras que apeste en la casa…