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– ¿Qué has hecho?

– Mi trabajo.

Una ráfaga invisible le laceró la mejilla hasta el hueso. Jaden maldijo ante el dolor de la herida.

– Pero sin valor. ¿Dejaste ir a la hija de Palackas?

– Cumplí un pacto que fue hecho de buena fe.

Otra ráfaga lo cortó tan profundamente a través del torso que lo forzó a ponerse de rodillas.

– Tu compasión me disgusta.

– Sí, bueno, tú tampoco me emocionas exactamente- Jaden se dio cuenta que debería haberse guardado su opinión para sí mismo cuando fue lanzado contra la pared.

– Un día, perro, aprenderás obediencia.

Jaden tragó cuando sus ropas le fueron arrancadas. Sabía que castigo estaba por llegar e iba a dolerle como el infierno.

Sí, Xypher y Simone le debían más de lo que podían siquiera soñar.

Xypher suspiró cuando se derrumbó contra Simone quien estaba todavía ronroneando de satisfacción.

– Me gusta el sexo demoníaco -dijo ella, rodando para sujetarlo a la cama.

– Te dije que lo haría.

Ella se rió, entonces lo besó sin pensar.

– Gracias, Xypher.

– ¿Por qué?

– Por intentar protegerme.

– Yo no fui la que comerció con mi alma para sacarme del infierno.

– No, pero diste tu vida para mantenerme a salvo. Creo que eso nos pone a la par.

Él acunó su cara en las manos.

– Te amo, Simone. Y juro con cada parte de mí que jamás dudarás de eso.

Ella cogió su mano derecha en las de ella y le besó los nudillos.

– No te preocupes, no lo haré.

Simone sonrió antes de tenderse boca abajo sobre él y mantenerlo cerca. Cerrando los ojos, se dio cuenta de que Xypher le había dado mucho más que su amor. Le había dado una familia y le enseñó cosas sobre ella misma que nunca había conocido.

Por primera vez en su vida, tenía un verdadero futuro hacia el que mirar.

Y una familia que estaría con ella sin importar el qué.


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