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Cuando yo entré en el mundo de don Juan, la enseñanza y la práctica de los pases mágicos eran tan secretas como lo habían sido siempre, pero ya no eran en exceso rituales. Lo que don Juan comentó al respecto fue que los rituales habían perdido su ímpetu a medida que las nuevas generaciones de practicantes se interesaron más en la eficiencia y funcionalidad. Me recomendó, sin embargo, que no debía hablar sobre los pases mágicos con ninguno de sus discípulos, o con la gente en general, bajo ninguna circunstancia. La razón que me dio fue que los pases pertenecían exclusivamente a cada persona y que su efecto era tan avasallador, que sólo aquellos que habían tomado el camino del guerrero con verdadera seriedad podían practicados.
Don Juan me enseñó a mí y a sus tres discípulas, Taisha Abelar, Florinda Do
Necesito aclarar un punto de suma importancia al respecto: don Juan Matus no se interesó jamás en enseñar su conocimiento. Él estaba interesado en perpetuar su linaje. Nosotros, sus cuatro discípulos, éramos los elementos, los medios -escogidos, dijo, por el espíritu mismo ya que él no había participado de manera activa en ello- que iban a asegurar su perpetuación. Por esta razón hizo esfuerzos titánicos para enseñarnos todo lo que sabía acerca del chamanismo, o la brujería, y acerca del desarrollo de su linaje.
En el curso de su enseñanza se dio cuenta de que mi configuración energética era, de acuerdo con él, tan diferente de la suya que eso no podía tener ningún otro significado excepto el fin su línea. Le dije que me molestaba sobremanera su interpretación de cualquier diferencia invisible que pudiese existir entre nosotros. No me gustaba cargar con el peso de ser el último de su línea, ni tampoco comprendía su razonamiento.
– Aunque parece que los chamanes no hacen nada, más que tomar decisiones, en realidad no toman ninguna decisión -explicó-. Lo único que tienen son sus descubrimientos. Yo no decidí escogerte y tampoco decidí que fueras de la manera que eres. Ya que yo no podía escoger a quién impartir mi conocimiento, tuve que aceptar a quien el espíritu me ofrecía; y esa persona fuiste tú, y tú eres energéticamente capaz sólo de terminar, no de continuar.
Dijo que la terminación de su linaje no tenía nada que ver con él o sus esfuerzos, o con su éxito o fracaso como un chamán en búsqueda de la libertad total. Lo comprendía como algo que tenía que ver con una elección que provenía de un nivel más allá del nivel humano, una elección que no fue tomada por seres o entidades, sino por las fuerzas impersonales del universo.
En un acuerdo unánime, las tres discípulas de don Juan y yo aceptamos lo que él llamó nuestro destino. El aceptarlo nos puso cara a cara con otro asunto al cual él se refería como
Antes que nada nos planteamos la pregunta crucial de qué hacer con los pases mágicos: la faceta más pragmática y funcional del conocimiento de don Juan. Decidimos usar los pases mágicos y enseñárselos a quien quisiera aprenderlos. Nuestra decisión de acabar con el sigilo que los rodeaba por un periodo de tiempo indeterminado fue, naturalmente, el corolario de nuestra convicción total de que, en realidad, somos el final del linaje de don Juan. Se volvió inconcebible para nosotros cargar con secretos que ni siquiera son nuestros. Encubrir los pases mágicos con secretos no fue nuestra decisión. Sin embargo, es nuestra decisión terminar con esa condición.
Nosotros cuatro nos dedicamos, entonces, a amalgamar las cuatro líneas diferentes de pases; pases que nos fueron enseñados a cada uno de nosotros separada e individualmente, de acuerdo con nuestra constitución física y mental particular. Tratamos de crear una forma genérica de cada movimiento, una forma adecuada para todos.
Esta amalgama dio como resultado una configuración de formas ligeramente modificadas de cada uno de los pases que nos enseñaron. Hemos llamado a esta nueva configuración
Para explicar qué son los pases mágicos descubiertos por los chamanes de la antigüedad, como don Juan los llamaba, quisiera aclarar algo:
Independientemente de nuestras diferentes opiniones, el sigilo que rodeó los pases mágicos durante eras y el efecto directo que éstos ejercieron sobre mí, han tenido una profunda influencia en la manera como los trato. Lo que estoy presentando en este trabajo es una reflexión íntima de esta influencia. Me siento obligado a elucidar este tema siguiendo estrictamente la forma en que me fue presentado; para poder hacer esto, necesito regresar a los inicios de mi aprendizaje con don Juan Matus.
Comenzó haciendo comentarios sobre la habilidad física de lo chamanes de la antigüedad. Recalcó incesantemente la necesidad de poseer un cuerpo flexible, ágil; promovía su elasticidad y fuerza como el medio más seguro para alcanzar el mayor logro en la vida de un chamán: el conocimiento silencioso.
– La sensatez y la habilidad física eran las dos cosas más importantes en la vida de esos hombres y mujeres -reiteró en un ocasión-. La sobriedad y el pragmatismo son los dos únicos requisitos indispensables para alcanzar el conocimiento silencioso -para entrar en otros reinos de percepción. Para navegar de manera genuina en lo desconocido se necesita una actitud de osadía, pero no de descuido. Para establecer un balance entre la audacia y el descuido, un chamán tiene que ser extremadamente sobrio, cauteloso, hábil y estar en un soberbia condición física.
Don Juan decía que había cinco asuntos en la vida de esos chamanes alrededor de los cuales giraba su búsqueda del conocimiento silencioso.
Estos cinco temas eran: 1. Los pases mágicos; 2. El centro energético en el cuerpo humano llamado