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CAPITULO 19
– Dentro de tres días, -empezó Roarke- hay una función de caridad, una cena y baile para recolectar fondos para transportes médicos y equipo necesario para la Clínica Canal Street. Creo que la Dra. Dimatto te mencionó esto, teniente.
– Estoy al tanto.
– Acepté la invitación para concurrir semanas atrás. Así que es de público conocimiento si alguien está pensando cuando puedo estar socializando en alguna función pública en la ciudad. El evento se va a realizar en uno de los salones del Hotel Grand Regency. Sucede que es uno de los míos.
– Sorpresa. -Dijo Eve en una voz que goteaba sarcasmo como miel enveneneda. -Asombroso.
– También sucede que la propiedad es manejada por una de mis subsidiarias, y no es fácil rastrearla hasta mi. No quiere decir que todos los honorarios apropiados de negocios y tasas no sean puntualmente pagados. -agregó con fresca diversión, -pero una mirada casual, incluso una más curiosa no sacaría necesariamente mi nombre, lo que acaba cualquier reticencia que tendría Julia
Aunque hizo una pausa no obtuvo respuesta de Eve, no es que hubiera esperado alguna. -Solo para enfriar la torta, le dejamos caer a los medios desde mi gente de relaciones públicas que no sólo voy a concurrir a la función, sino que haré una considerable donación. La donación será lo bastante robusta para asegurar una fuerte atención de los medios por un tiempito.
El había tomado por asalto la habitación, reflexionó Eve. No sólo la discusión sino la maldita habitación. Estaba al comando ahora, y eso la enfurecía.
– Por ahora, si ella no está ya al tanto de esto, va a saber que voy a estar concurriendo e un evento público donde habrá una gran cantidad de gente, gran cantidad de comida y bebida, y un gran cantidad de personal sirviéndolos. Va a saber que mi esposa va a concurrir conmigo. Es una oportunidad a medida para ella. La va a tomar. Lo apostaría, ya ha planeado hacerlo.
– No podemos estar seguros de eso. -corrigió Eve. Aunque ella ya había pensado en eso, había estado planeando encontrar una forma de esquivar el evento. -Si ella está al tanto de esto, tiene una estrecha ventana de tiempo para mezclarse con seguridad en la lista de invitados, y para nosotros, -agregó Eve- para evaluar confidencialmente y ajustar la seguridad para asegurar la protección de civiles. Tú no vas a ser el único bastardo rico ahí. Esta propuesta pone a otros en riesgo.
El descartó las preocupaciones y objeciones de ella con un elegante encogimiento de hombros. Un gesto que él sabía que la sacaría de quicio. -La función se va llevar a cabo con o sin mi presencia. Si ella ha marcado a algún otro además de mi, ellos ya están en riesgo. Y si ella ha marcado a algún otro, la tentación de volverse hacia mi mientras tú estás ahí debería ser muy grande. Es a ti a quien quiere herir, teniente. Yo sólo soy su arma contra ti. Crees que me voy a dejar usar para eso? Por quien sea?
– En su opinión, -dijo Whitney en el tenso silencio- la sospechosa tiene alguna razón para creer que usted conoce su intención de atacar a Roarke?
– No puedo saber lo que ella…
– Teniente. -El tono de Whitney fue cortante. -Su opinión.
El entrenamiento luchó contra el temperamento, y ganó. -No, señor. Este sujeto no encaja en su pauta, y ella me informó específicamente del tipo que marcaba. Ella no debería tener razón para sospechar o creer que yo esté preocupada en esta área, que yo miraría fuera de la caja. Ella me respeta, pero está confiada en que estoy corriendo detrás de ella siguiendo sólo las pistas que me deja.
– Siga el juego, Dallas. -Whitney se puso de pie- -Controle los ángulos, hurgue en los agujeros, cierre la caja. Cualquier equipo o refuerzo que necesite, lo tendrá. Vamos a discutir estos detalles mañana. Mañana. -repitió, anticipándose a la protesta. -cuando el malhumor no esté tan cerca de la superficie. Yo respeto su temperamento, teniente, tanto como su rango y sus habilidades. Pueden retirarse.
No confiando en lo que podía decir, Eve le hizo un seco asentimiento y salió.
Cuando Peabody trotó detrás de ella, el gruñido de Eve fue suficiente para mantenerla lejos.
– Mantente fuera de la línea de fuego. -Roarke puso una mano en el hombro de Peabody. -Es a mi a quien quiere hacer volar en pedacitos sangrantes, pero podrías quedar atrapada en la marea y has tenido un buen día hasta ahora.
– Desde donde estoy parada te mereces un tiro. No crees que ya tuvo bastantes golpes ayer?
Para la considerable sorpresa de Roarke, Peabody giró sobre sus pies y marchó en dirección opuesta. Con su temperamento pasando de fuego lento a rápida ebullición, fue detrás de su esposa. La alcanzó justo cuando ella entraba a su oficina y logró poner una mano sobre la puerta un instante antes de que le pegara en cara.
– Fuera de aquí. Demonios, fuera de aquí. -Ella manoteó los discos, los empujó dentro de un archivo. -Esta es mi área.
– Vamos a discutir ésto.
– No tengo nada que discutir contigo. -Ella se colgó la bolsa de archivos del hombro, y lo empujó cuando él le bloqueó el camino hacia la puerta.
– Prefieres pelear? Bueno, porque estoy justo de humor para eso. Pero vamos a hacerlo en territorio neutral.
– Territorio neutral, mi culo. No hay territorio neutral contigo. Posees toda la maldita ciudad.
– Vamos a hacer ésto fuera de aquí, teniente, a menos que quieras tener una sangrienta y violenta pelea con tu esposo con un par de docenas de policías escuchando. No es un maldito problema para mí, pero tal vez tú lo lamentes cuando recuperes tus sentidos.
– Yo tengo todos mis sentidos. -Y porque los tenía, se las arregló para mantener su voz tranquila. -Vamos a terminarlo afuera, amigo.
– Afuera será.
No volvieron a hablarse, pero el volumen de su silencio hizo que varios policías se hicieran atrás cuando entraron al elevador. Ella descendió en el nivel del garage delante de él, y le apartó la mano cuando él alcanzaba la puerta del lado del conductor.
– Yo conduciré – le dijo a ella- tienes demasiada sangre en tu ojo para hacer el trabajo.
Decidiendo elegir sus batallas, Eve dio la vuelta al vehículo y se dejó caer en el asiento del pasajero.
El no salió a toda velocidad del garage, aunque quería hacerlo. Ella trataba de hacer que lo arrestaran por alguna violación de tráfico, pensó rencorosamente. El también estaba eligiendo sus batallas. Navegó a través del tráfico con una suerte de controlada violencia que hizo que los otros vehículos se apartaran. En otro momento ella lo hubiera admirado, pero en ese momento su destreza simplemente reforzaba su resentimiento.
El frenó sobre el costado oeste de Central Park, saliendo del auto con un portazo mientras ella hacía lo mismo en el lado opuesto.
– Yo no poseo ésto.
– Apuesto a que lo tienes apuntado en tu lista.
– Lo que poseo, o no poseo, adquiera, o no adquiera, es irrelevante.
– Tú no posees mi placa.
– No quiero tu maldita placa. -El cruzó la acera y siguió caminando a través del césped.
– Controlar algo es lo mismo que poseerlo.
– No deseo controlar tu placa, o a ti por este caso.
– Eso suena bastante pobre de alguien que se las arregló para hacer ambas cosas.
– Por Dios santo, Eve, no se trata de eso. Usa tu cabeza por un minuto. Deja de ser tan orgullosa, tan incendiariamente terca que ves en cada cosa un ataque sangriento. Crees que Whitney hubiera estado de acuerdo en considerar este ángulo si no hubiera creído que era un método viable de detener a esta mujer? No fue tu primer gol?
– No te pares ahí a decirme cual de mis goles es. -Ella le hundió un dedo en el pecho. -No te pares ahí a decirme como es mi trabajo. Yo estaba haciendo este trabajo mientras tú todavía estabas pasando contrabando. Yo sé lo que hago.
Ella se apartó tormentosamente. Orgullosa? Terca? Hijo de puta. Entonces se volvió. -Tú pasaste sobre mi cabeza, pasaste por mi espalda, y no tienes derecho, no tienes derecho a ir con mi superior e imponer tus ideas en esta investigación en una forma que socava mi autoridad, que niega esa autoridad delante de mi equipo. Y si alguien te hubiera hecho eso a ti, ya tendrías su cabeza en una puta bandeja con su sangre como salsa.
El empezó a hablar, pero tuvo que tomar un buen trago de su propio orgullo. -Esto es muy irritante.
– Irritante? Llamas a esto…
– Es irritante, -interrumpió él- cuando tienes razón. Cuando tienes completamente la razón, y yo soy el equivocado. Me disculpo por lo que hice. Sinceramente.
– Te gustaría una sugerencia de donde puedes meterte tu sinceridad?
– No es necesario. -Irritado consigo mismo, con ella, él se dejó caer en un banco. -Me disculpo por el método. Es la verdad. No consideré con suficiente cuidado como se reflejaría en ti, y debería haberlo hecho.
– No, sólo tuviste una tormenta de ideas y te dejaste caer en lo de tu buen amigo Jack.
– Y ti te hubiera planteado esto a ti, le hubieras dado toda la consideración apropiada? No me vengas con alguna línea ingeniosa, teniente, ya que ambos sabemos que lo hubieras puesto a un lado. Yo lo puse en juego, y estamos teniendo una discusión por eso.
– Hasta que tú te ocupes de lo tuyo.
– Hasta que despejes los bichos de tu cabeza que te hacen pensar que soy lo bastante estúpido para dejar que alguna loca venga por mi. Yo no llegué hasta aquí con la última lluvia, Eve.
– Que demonios quiere decir eso?
El se echo atrás, riendo. -Jesús, me sacas el irlandés de adentro. Por que supones que será? Ven a sentarte. No te ves tan bien como deberías.
– No me digas lo que tengo que hacer.
El lo pensó por unos tres segundos. -Ah, a la mierda. -Y levantandose, fue hacia ella, esquivó por un pelo el codazo, y la levantó en brazos. -Aquí, ahora quédate sentada. -El la descargó en el banco. -Ambos sabemos que no te hubiera tomado tan fácilmente si estuvieras al cien por ciento. Necesito que me escuches.
El le mantuvo las manos aferradas bajo las suyas, sintiendo la rabia y el insulto vibrando a través de ella. -Después que lo hagas, si sientes la necesidad de darme un golpe, bueno, te daré uno gratis. Lo que dije en la oficina de Whitney era verdad. Si lo hubiera pensado mejor, te lo hubiera dicho antes y hubiéramos podido arreglarlo entre nosotros, pero no lo hice y lo lamento. Como sea, lo que dije era la verdad, Eve.