Добавить в цитаты Настройки чтения

Страница 84 из 90

Dirk no pasó por alto el matiz.

– ¿Los asesinaron? -Lo dijo como si fuera un hecho más que una suposición.

– Digamos sencillamente que se unieron a las tripulaciones perdidas de Ulises. -Epona hizo una pausa y en su rostro apareció una sonrisa enigmática-. Ninguno de los que han venido a esta isla ha vivido para contarlo. Ni siquiera los turistas que fondean sus embarcaciones en la bahía o los pescadores que se pasan de curiosos. Ninguno ha podido relatar lo que ha visto.

– Hasta ahora no he visto nada por lo que valga la pena morir.

– Ni lo verá.

– ¿Por qué un comportamiento tan agresivo? -preguntó Dirk, inquieto-. ¿Cuál es la necesidad de asesinar a personas inocentes? Son ustedes unas psicópatas. ¿De dónde han salido, y qué esperan conseguir?

En la voz de Epona apenas si hubo algo de cólera cuando respondió a las preguntas.

– Ha acertado, señor Pitt. Mis hermanas y yo somos unas psicópatas. Dirigimos nuestras vidas y nuestras empresas sin la rémora de las emociones. Ésa es la razón por la que hemos llegado muy lejos y hemos conseguido tantas cosas en estos pocos años. Si nos dejaran librados a nuestros propios recursos, los psicópatas podríamos gobernar el mundo. No sabemos lo que es la moral, ni nos preocupa la ética. La carencia total de sentimientos hace que les sea más fácil lograr sus objetivos. Los psicópatas solemos ser genios y no nos importa nada más. Sí, señor Pitt, soy una psicópata y también lo son todas las que forman nuestra hermandad de diosas.

– La hermandad de diosas -repitió Dirk con voz pausada y acentuando cada palabra-. Así que se han elevado ustedes mismas a tal categoría. No tienen bastante con ser mortales.

– Todos los grandes líderes del pasado eran psicópatas, y algunos estuvieron muy cerca de gobernar el mundo.

– Como Hitler, Atila y Napoleón. Las instituciones psiquiátricas están a rebosar de internos con delirios de grandeza.

– Fracasaron por sobreestimar su poder. Nosotras no cometeremos el mismo error.

Dirk dedicó unos momentos a contemplar a las hermosas mujeres. No pasó por alto el detalle de que a su hermana le habían teñido los cabellos del mismo color rojo.

– A pesar de que comparten el mismo color de cabellos, no es posible que sean hermanas.

– No, en realidad no existen vínculos de sangre entre nosotras.

– Cuando dice nosotras, ¿a quiénes incluye?

– A las mujeres de la hermandad. Nosotras, señor Pitt, pertenecemos al culto druida. Seguimos las enseñanzas de los druidas celtas que se han transmitido a lo largo de los siglos.

– Los antiguos druidas eran más un mito que una realidad.

La irritación provocó un temblor en las comisuras de los labios de Epona.

– Han existido durante cinco mil años.

– Son únicamente personajes de leyenda. No hay ningún registro escrito previo al siglo anterior a Cristo respecto de su culto y ritos.

– No existen registros escritos, pero sus conocimientos y esferas de poder fueron transmitidos oralmente a través de cientos de generaciones. Los druidas tienen su origen en las antiguas tribus celtas. Sentados alrededor de las hogueras, ofrecían a su gente sueños de felicidad que hacían más llevadero el durísimo trabajo del día. Concibieron su misticismo, filosofía y percepción. Tuvieron el genio de crear una religión que inspiraba y alumbraba el mundo celta. Eran sanadores, magos, videntes, místicos, consejeros y, quizá lo más importante de todo, se convirtieron en maestros que estimulaban el deseo de aprender.

»Gracias a ellos, una mayor inteligencia comenzó a extenderse por todo el mundo occidental. Para convertirse en druida o druidesa, hombres y mujeres jóvenes estudiaban durante veinte años hasta convertirse en enciclopedias ambulantes. Diógenes afirmó que los druidas eran los filósofos más sabios del mundo. Las druidesas llegaron a convertirse en diosas y se les rindió culto en la cultura celta.

– El druidismo es una ilusión patética. -Dirk se encogió de hombros-. También era malvado. En aquel entonces celebraban sacrificios humanos, y en la actualidad ustedes cometen asesinatos y siguen con sus asuntos como si los muertos nunca hubiesen existido. El druidismo desapareció hace centenares de años y ustedes no quieren reconocerlo.

– Como la mayoría de los hombres, tiene usted una piedra en lugar de cerebro. El druidismo, aunque es un concepto muy antiguo, sigue hoy tan vivo como cinco mil años atrás. Usted no comprende, señor Pitt, que estamos viviendo un renacimiento. Gracias a que el druidismo es un conocimiento antiquísimo, espiritual y carismático, ha renacido en todo el mundo.

– ¿Eso todavía incluye los sacrificios humanos?

– Siempre que forme parte del ritual.

Dirk se sintió asqueado al pensar que estas mujeres podían creer y participar en el sacrificio religioso como una excusa para el asesinato. Comenzó a entender que si no podía coger a Summer y escapar de la isla, era probable que corrieran el mismo destino. Contempló la pulida superficie de la mesa, controló sus emociones, y advirtió que había una barra de cortina metálica que podía ser un arma estupenda.

– Con nuestra adhesión a los principios del druidismo -prosiguió Epona-, mis hermanas y yo hemos ayudado a crear una empresa formidable que interviene en el mercado inmobiliario, en la construcción y en otras actividades que estaban tradicionalmente en manos de los hombres, pero descubrimos que al actuar de forma colectiva podíamos superarlos todas las veces que fuera necesario. Sí, construimos un imperio, algo tan poderoso que muy pronto controlará la economía de la mayor parte del mundo occidental a través del desarrollo de la tecnología de la celda de combustible.

– La tecnología se puede copiar con el tiempo. Nadie, ni siquiera su imperio, podrá mantener el monopolio. Hay muchísimas y muy grandes mentes científicas y todo el capital necesario para respaldarlas cuando sea el momento de mejorar su modelo.

– Todos se han quedado con un palmo de narices -replicó Epona, sin alterarse-. En cuanto nuestra operación esté en marcha, será demasiado tarde.

– Mucho me temo que no sé de qué me habla. ¿Qué operación?





– Sus amigos de la NUMA lo saben.

Dirk solo la escuchaba a medias. Le intrigaba el hecho de que ninguna de las otras mujeres sentadas a la mesa hablara. Permanecían sentadas como las figuras en un museo de cera. Las observó para saber si estaban drogadas, pero no vio nada anormal. Se dio cuenta de que estaban hechizadas por su líder. Era como si les hubiesen lavado el cerebro.

– Aparentemente, no se tomaron la molestia de informarme. No sé nada de la operación que menciona.

– Bajo mi dirección, el señor Specter… -Hizo una pausa-. ¿Lo conoce?

– Sólo sé lo que he leído en los periódicos -mintió Dirk-. Es algo así como un millonario excéntrico, un poco como Howard Hughes.

– El señor Specter es también el genio detrás del éxito de Odyssey. Todo lo que hemos conseguido se lo debemos a su inteligencia superior.

– Creía que usted era el cerebro del equipo.

– Mis hermanas y yo llevamos a cabo las directivas del señor Specter.

Llamaron a la puerta y la mujer del mono verde entró en la sala, rodeó la mesa y le entregó una nota a Epona antes de retirarse. Epona leyó el mensaje y su expresión pasó de la arrogancia al horror. Pareció como si le hubiesen dado un golpe y se llevó una mano a la boca. Por fin, como si estuviese mareada, anunció con una voz ahogada por la emoción:

– Es un mensaje de nuestra oficina en Managua. Nuestro centro de investigaciones en Ometepe y los túneles han sido destruidos por el deslizamiento de una de las laderas del volcán Concepción.

La noticia fue recibida con grandes muestras de angustia y asombro.

– ¿Ha desaparecido? ¿Desaparecido del todo? -preguntó una de las mujeres, dominada por la más absoluta incredulidad.

– Está confirmado -afirmó Epona-. El centro yace ahora en el fondo del lago de Nicaragua.

– ¿Han muerto todos? -quiso saber otra-. ¿No hay supervivientes?

– Todos los trabajadores fueron salvados por una flota de naves de las ciudades y localidades costeras, y luego los helicópteros de las fuerzas especiales norteamericanas atacaron nuestras oficinas centrales. Nuestras hermanas, que defendieron heroicamente el edificio, han muerto.

Epona abandonó su silla en la cabecera. Se acercó a Summer, la cogió de un brazo y la ayudó a levantarse. Luego caminaron lentamente hacia la puerta como si una de ellas estuviese viviendo un sueño y la otra una pesadilla. Epona se giró, con los labios carmesí desfigurados por una mueca. Inclinó la cabeza hacia Dirk en un movimiento apenas visible.

– Disfrute de sus últimas horas en este mundo, señor Pitt.

Se abrió la puerta y apareció de nuevo la mujer de verde, que no vaciló en apoyar el cañón de su pistola en la sien de Dirk cuando éste se levantó con tanta violencia que tumbó la silla e hizo un amago de lanzarse sobre Epona con la intención de matarla. Dirk se detuvo en seco, lleno de rabia.

– Despídase de su hermana. No volverá a disfrutar de su compañía nunca más.

Rodeó la cintura de Summer con un brazo y salieron de la habitación.

46

El sol ablandaba el asfalto delante de la terminal de los aviones privados del aeropuerto internacional de Managua mientras Pitt y Giordino esperaban en un patio cubierto a que aterrizara el reactor Citation de la NUMA. El piloto ejecutó un aterrizaje impecable y después carreteó para acercarse a la terminal. En cuanto frenó, se abrió la puerta desde el interior y Rudi Gu

– Oh, no -exclamó Giordino-. Me lo huelo. No regresamos a casa.

Gu

– Subid, no podemos perder ni un segundo.

Sin hacer ningún comentario, Pitt y Giordino metieron las maletas en el compartimiento de carga. Apenas si habían tenido tiempo de sentarse y abrocharse los cinturones cuando rugieron las turbinas y el avión carreteó por la pista y despegó.

– No me digas que vamos a pasar el resto de nuestras vidas en Nicaragua -dijo Giordino, con un tono desabrido.

– ¿A qué viene la urgencia? -preguntó Pitt.

– Dirk y Summer han desaparecido -respondió Gu

– ¿Desaparecido? -En los ojos de Pitt apareció un destello de aprensión-. ¿Dónde?

– En Guadalupe. El almirante los envió a una isla para que buscaran los restos de la flota de Ulises que supuestamente se hundió allí durante el viaje desde Troya.