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En cambio en los países orientales, las costumbres y sus creencias, son diferentes porque el color que representa el luto es el blanco, representando la pureza del alma y la palidez de la muerte. Es empleado en India, China y Japón, en general durante todos sus ritos y ceremonias, y también durante el luto cuando fallece la persona.

Sin embargo el color que representa el luto en Sudáfrica es el rojo, llamativo, apasionado y vibrante, puesto que representa la sangre del fallecido. Normalmente la gente se viste de atuendos con colores llamativos, combinando amarillo, verde y negro. Durante la duración del luto, dejan paso al color rojo que es el color predominante durante las ceremonias y funerales.

En países como Siria y México, el color utilizado es el azul cielo que emplean en sus vestimentas en esos momentos de tristeza.

Representa armonía y fidelidad al recuerdo de la persona fallecida, color que tiene similitud con el cielo, que es el lugar en donde muchas creencias y religiones creen se dirigen las personas que mueren.

Otro color llamativo que es empleado es el violeta o lila, en países como Tailandia donde se usan tanto en ceremonias como prendas , pues representa según la liturgia la modesta y la penitencia. El hecho de que las personas vistan atuendos en violeta claro o lila, simboliza la transmigración del alma y la espiritualidad.

En España, el color que predomina desde hace varios siglos es el negro, aunque también se puede encontrar el color morado en ceremonias litúrgicas del funeral de una persona católica. Si un niño fallece, lo visten de blanco, simbolizando la pureza y nobleza de su alma.

En la actualidad el símbolo más empleado para representar en España el luto es el lazo negro o crespón. En general, en todo el mundo el color negro es el protagonista en muchas culturas, países y religiones, aunque según el país en el que estés, habrá un color determinado.

4 Tipos de pérdidas que genera el duelo

El duelo siempre es un proceso doloroso, y hablamos de tipos de pérdidas diferentes: la pérdida de una pareja, padres, familiares, amigos o animales.

En ellas la duración de este dolor depende de la cercanía con la relación de la persona fallecida, y la profundidad del dolor, se manifiesta en ello. Experimentamos síntomas emocionales y físicos. Emociones como sentimientos de culpa, miedo, negación, ansiedad, ataques de pánico, confusión, soledad, tristeza, aturdimiento, irritabilidad, desorganización y hasta un estado de shock. Mientras el cuerpo nos avisa a través del llanto, mareos, taquicardias, falta de apetito, insomnio, cansancio, falta de aire, dolores de cabeza, inquietud, aumento o pérdida de peso, y hasta alucinaciones con la persona fallecida.

Uno puede perder una pareja por varios motivos, o bien puede divorciarse, o puede fallecer. El caso, es que te sientes desvalido/a, todo cambia, pues no vuelves a vivir esa seguridad, afecto, protección y amor, que tu pareja te brindaba.

Te vuelves a plantear una nueva vida sin esa persona. Es un gran cambio, y en cualquiera de los dos casos has de aprender a superarlo pues te sientes dolido/a. La vida trae una gran lección. Pasará el tiempo y no debemos cerrarnos al amor, y quien sabe puede volver a llamar a tu puerta.

La muerte de una mascota, es más que la simple pérdida de un animal, es también la pérdida de un miembro más de la familia, un compañero y amigo. Son sentimientos que están ahí y necesitas expresar. Háblalo con amigos y familiares, pues necesitas su apoyo para ayudarte a salir adelante. Viví la muerte de varias mascotas que aún siguen en mi recuerdo.

Posteriormente, experimenté la muerte de mi hermana cuando ella tenía 18 años, con un gran dolor, y a día de hoy, la sigo considerando una muerte injusta. Pero la vida seguía y aún me quedaban mis padres.

Agradecida por todo lo que me dieron durante todos esos años siguientes. Todo cambió cuando a papá le diagnosticaron una terrible enfermedad, que fue minando su cuerpo rápidamente.

Mamá fue una persona dependiente, que no se valía por sí misma y necesitaba de los cuidados míos y de papá. Siempre lo llevó con alegría, animándonos a todos para conseguir nuestras metas y deseos. Hasta que papá no pudo más, y el cáncer se lo llevo demasiado rápido hace unos meses. Mamá a los pocos días, decidió tirar la toalla. Habían estado juntos 50 años y no concebía la vida sin él. Me había comentado que ya tenía su camino hecho, y que yo debía seguir para adelante.

Aunque mis padres y yo, vivíamos prácticamente al lado, después de la muerte de mi padre estaba preparando un nuevo hogar, para tenerla conmigo y vivir juntas.





No me dio tiempo. Se fue tan rápido, y aún tenía en mi mente el entierro de mi padre.

Sentí una soledad inmensa, todos esos síntomas emocionales y físicos que describí anteriormente, pero que soy incapaz de describiros realmente. Solo deciros que es un dolor que no se parece a nada de lo que haya vivido anteriormente.

Y poco a poco, vas viviendo el día a día, vas “haciendo callo” a la vida. Los recuerdos siguen ahí, y sé que están conmigo mirándome desde arriba. Darles las gracias por los valores que me transmitieron, son fuente de mi sabiduría, perdurarán en el tiempo y en mi ser por siempre.

5 Fases del duelo y factores que influyen en él

En general en el duelo, influyen una serie de factores y se caracteriza por pasar por varias fases. Existen 5 etapas por las que solemos pasar todos cuando una persona querida muere (Kübler-Ross, E., 1969): la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. El hecho de que cada persona sea diferente a otra, hace que pase por esas fases de distinta forma.

En general, primero hay una fase de Schock ante el acontecimiento. Tendemos a negar la muerte, porque ha llegado de forma inesperada. Asimilarla es dificil y sobre todo, cuando hay muertes accidentales y traumáticas.

El sentimiento que nos invade es el de ira, porque esa persona ya no está, se ha ido y es algo que no puedes cambiar. Sientes muchas emociones, mucha tristeza y nada te ayuda a solventarlo. Buscas culpables y estás en pleno duelo.

El dolor y la desorganización se han apoderado de ti, incluso puedes fantasear con situaciones que distan de la realidad. Piensas en todo lo que hubiera podido pasar, comportamientos y hechos pasados, intentando negociar con algo que no existe.

El siguiente paso es cuando te invade una depresión, ves la realidad, sabes que esa persona ya no está, te sientes vacía, entrando en una especie de crisis existencial.

Finalmente, el último paso es entender todo lo que ha implicado tu relación con esa persona. Aceptas que ya no está y poco a poco, te recuperas aprendiendo a convivir con tu dolor emocional, respetando sus recuerdos, consiguiendo volver a tener alegría y placer.

Claro que en todas estas fases influyen varias cosas. La edad por ejemplo, no es lo mismo pasar por una fase de duelo cuando eres un niño, que cuando eres un adulto. Los niños entienden el duelo diferente, incluso si son muy pequeños puede que no entiendan nada.

También influye la relación que tenías con la persona fallecida, si era un conocido, tu pareja, tu familia, tus padres, etc. Esto hará que el dolor sea más o menos intenso, y también como se desarrolló la muerte. Si es un proceso por convalecencia de un familiar enfermo, en el que el desgaste es mayor, y si es una muerte accidental o natural.

Por supuesto el apoyo de tu entorno, amigos y seres queridos es fundamental. Te ayudará a llevar mejor el proceso y a acortar el dolor. Por regla general el duelo suele durar un año, pero algunas personas tardan dos o tres años. Cada duelo es distinto, incluso en una misma persona cómo reacciona ante distintas muertes.

6 Gestión de la despedida en el duelo

¿Qué pasa cuando no nos hemos podido despedir de alguien?