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Ella alzó la vista, tomando su cara en sus manos. "No estoy preocupada," dijo suavemente.

Y no lo estaba. Eso era lo más asombroso. Confiaba completamente en este hombre. Con su cuerpo, con su mente y con su corazón. Estaba preparada para unirse a él de cada modo posible, preparada para unir su vida a la de él hasta la eternidad.

Pensar en ello le produjo tanta alegría que temió explotar.

Y de repente él estaba totalmente dentro de ella, y no hubo ningún dolor, solamente una leve punzada de incomodidad. Él se mantuvo inmóvil durante un momento, expulsando el aliento en cortas y ásperas bocanadas, y luego, después de susurrar su nombre, comenzó a moverse.

Al principio Susa

A esas alturas David había perdido el ritmo pausado, y sus movimientos se habían vuelto frenéticos. Ella se movió para salirle al encuentro en cada embestida, incapaz de contener su necesidad de moverse, de retorcerse bajo él, de tocarlo dondequiera que sus manos pudieran alcanzar. Y solamente cuando pensó que no podría aguantar más tiempo, que moriría si continuaban así, su mundo explotó de placer.

Todo el cuerpo de David se tensó en ese instante, como si de repente hubiese perdido hasta la última hebra de su control, y soltó un triunfante grito antes de sufrir un colapso encima de ella, incapaz de hacer nada más que respirar entrecortadamente.

El peso de él era aturdidor, pero había algo… reconfortante en tenerlo así. Susana no quiso que se moviera jamás.

"Te amo," dijo él, una vez que fue capaz de hablar. "Te amo muchísimo. "

Ella lo besó. "Yo también te amo. "

"¿Te casarás conmigo? "

"Ya te dije que sí. "

Él sonrió amplia y malvadamente. "Lo sé, ¿pero te casarás conmigo mañana? "

"¿Mañana? " ella jadeó, retorciéndose bajo él.





"Muy bien," gruñó él, "la próxima semana. Probablemente me llevará al menos unos días conseguir una licencia especial. "

"¿Estás seguro? " preguntó ella. Aún cuando quiso gritar de placer ante su urgencia por hacerla suya, sabía que su posición en la sociedad era importante para él. Los Ma

Él se encogió de hombros como un chiquillo. "No me importa. ¿Y a ti? "

Ella sacudió la cabeza, con una sonrisa extendiéndose a través de su cara.

"Bien," gruñó él, volviendo a rodearla con los brazos. "Pero quizás deberíamos sellar el trato más firmemente. "

"¿Más firmemente? " chilló ella. Él parecía bastante firme, en efecto.

"Por supuesto," murmuró él, capturando el lóbulo de su oreja entre los dientes y mordisqueándolo hasta que ella tembló de placer. "Por si acaso no has quedado suficientemente convencida de que me perteneces. "

"Oh, estoy, " jadeó cuando su mano se cerró alrededor de su pecho "bastante convencida, te lo aseguro. "

Él sonrió diabólicamente. "Necesito estar más seguro. "

"¿Más? "

"Más," dijo él, con firmeza. "Mucho más. "

Mucho, mucho más…