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—Quiero enseñarte una cosa —había dicho el tío Denys.

—¿Es una sorpresa? —había preguntado ella, porque el tío Denys nunca le había enseñado lo que había prometido que le iba a mostrar, y el tío Denys había estado ocupado en su oficina con una emergencia todo el día hasta el anochecer. Y ella había estado contenta de que Nelly todavía estuviera con ella; Seely también se había ido.

—Algo así —había dicho el tío Denys. Ella no sabía que hubiera apartamentos allá arriba. Fue hasta la puerta con el tío Denys y esperó que el tío tocara el Cuidador, pero él primero dijo:

—¿Dónde tienes la tarjeta-llave? —le preguntó, como hacían siempre los niños para asustarse unos a otros y hacer creer a la víctima que la había perdido. Pero el tío no bromeaba. Le estaba diciendo que la sacara y la usara.

Así que ella la sacó y la insertó en la ranura de la cerradura.

La puerta se abrió, se encendieron las luces y el Cuidador dijo:

—Ha habido veintisiete entradas desde la última vez que se usó esta tarjeta. ¿Lo imprimo?

—Dile que lo archive —dijo el tío Denys.

Ella miraba un apartamento hermoso, con un suelo de piedra pálida, con grandes muebles y mucho espacio, más espacio que en el apartamento de mamá, más espacio que en el del tío Denys, era enorme; y de pronto se dio cuenta de lo que había dicho el Cuidador sobre las veintisiete veces y sobre el hecho de que esta tarjeta era la suya. La suya. La de Ari Emory.

—Éste era el apartamento de tu predecesora —dijo el tío Denys y entró con ella mientras el Cuidador empezaba a repetir la información—. Dile que lo archive.

—Cuidador, archiva.

—Patrón de voz fuera de parámetros.

Cuidador, archiva —dijo el tío Denys.

—Coloque su tarjeta en el tablero.

El tío Denys colocó su propia tarjeta y el Cuidador archivó. La luz roja se apagó.

—Debes tener mucho cuidado con algunos de los sistemas de este lugar —le advirtió el tío Denys—. Ari tomaba muchas precauciones para defenderse de los intrusos. Seguridad tardó bastante en reprogramar el Cuidador. —Entró un poco más en el apartamento—. Esto es tuyo. Todo el apartamento. Todo lo que hay en él. No vivirás aquí sola hasta que seas mayor. Pero hemos venido para que el Cuidador reconozca tu voz. —Avanzó un trecho más, bajó los escalones, cruzó la alfombra y subió de nuevo otra escalerita, y Ari lo siguió, caminando bien cerca dé él por los escalones.

Era fantasmal. Era como un cuento de hadas de los hermanos Grimm. Un palacio. Ari siguió al tío Denys. Él atravesó el salón y abrió otra habitación grande, con el centro hundido y una cama con borde de bronce y paredes cubiertas de material de los arbustos de Cyteen, bonita y peligrosa. Pero el material nativo estaba bañado en un plástico grueso y transparente, como el de los especímenes que se usaban en clase. Había pinturas en las paredes, y por el pasillo que rodeaba el centro hundido. Muchas pinturas.

Unos escalones más; el bar, donde todavía había vasos en los estantes. Y por un salón y otro salón hacia una oficina muy grande, con un gran escritorio negro tallado, como el del tío Denys.

—Esta era la oficina de Ari. —El tío Denys pulsó un botón y apareció una terminal sobre el escritorio—. Siempre tienes una terminal «base». Así es como funciona el sistema de ordenadores de la Casa. Y ésta es bastante... bastante difícil de violar. No es buena idea manosear estos accesos a la base, sobre todo en mi terminal base, o en la tuya. Siéntate, Ari. Empieza con tu número de CIUD.

Ari estaba nerviosa. El ordenador de la Casa era una cosa muy distinta de su maquinita. Uno no debía conectarse hasta que era mayor o se metía en problemas con Seguridad. Florian decía que algunos de los sistemas eran peligrosos.

Miró otra vez al tío Denys, nerviosa, y después se sentó y buscó la tecla en la máquina.

—¿Dónde está la tecla para empezar?

—Hay una ranura para colocar la tarjeta en el escritorio. A la derecha. Le pediré que te haga un examen de la palma de la mano.

Ella se dio la vuelta en la silla y lo volvió a mirar.

—¿Va a hacer algo?

—Va a llevar a cabo una rutina de seguridad. No va a llenar el apartamento de gas ni nada parecido. Hazlo.

Ari obedeció. Se conectó la pantalla para hacer los exámenes de la palma. Ella colocó la mano.

—Nombre—dijo el Cuidador.

—Ariane Emory —respondió ella. La luz roja de la terminal se encendió y siguió encendida.





El monitor no salió de la consola.

—¿Qué hace?

—Está controlando los datos —dijo el tío Denys—. Revisando los archivos de toda la Casa. Está viendo cuándo naciste y qué edad tienes. Es obvio que a detectado semejanzas entre tu palma y la de tu predecesora, y probablemente también en tu patrón de voz, pero sabe que no son los de la dueña original. Está controlando los Archivos para ver todos los exámenes de la palma de Ari y los patrones de voz posibles. Tardará un par de minutos.

Realmente, no era como conectar cualquier otra máquina. Ari había visto cómo lo hacía el tío Denys con sólo hablar al ordenador a través del Cuidador. Observó cómo trabajaba ésta, la luz roja encendida y miró de nuevo al tío Denys.

—¿Quién la programó?

—Buena pregunta. Ari habría dicho lo mismo. El hecho es que fue Ari. Ella sabía que existirías alguna vez. Te dejó muchas cosas, datos de máxima importancia. Cuando haya una respuesta, Ari, quiero que me hagas un favor.

—¿Qué?

—Dile que COP D/TR coma B1 coma E/IN. Empieza programa: selección de defecto a ficheros de escritura.

—¿Qué es Bl? ¿Qué es IN?

—Base Uno. Esta es la Base Uno. Salida al Archivo Interno. Eso quiere decir que las salidas de la pantalla y el Cuidador van a ficheros de texto. Si pensara que podemos engañarla, le diría IN/P, y vería si me muestra el programa, pero no hay que jugar con esta Base. ¡Ahí está!

La pantalla salió del escritorio y se iluminó.

Hola, Ari.

Fantasmal de nuevo. Ella escribió: COP D/TR, Bl, E/IN

Confirmado. Hola, Ari.

Quiere que le digas «hola» —dijo el tío Denys—. Puedes hablarle. Aprenderá el patrón de tu voz.

—Hola, Base Uno. ¿ Cuántos años tienes?

—Nueve.

Hola, Denys,

Ella contuvo la respiración y miró a Denys.

—Hola, Ari —dijo Denys y sonrió de una forma muy rara, sin mirar a ninguna parte, sin hablarle a ella. En realidad le estaba hablando a aquella cosa.

La máquina escribió:

No tengas miedo, Ari, Esto es sólo una máquina. Hace 11,2 años que estoy muerta. La máquina está ensamblando un programa basado en informes que todavía están activos en los ordenadores de la Casa y está llenando los vacíos, con esa información. Afortunadamente nadie puede cambiar el programa y está más allá del alcance de cualquiera. Estás viviendo con Denys Nye. ¿Tienes una conexión con la Casa allí?

Sí —dijo el tío Denys y cuando ella se volvió para decirle que no era cierto, él se puso un dedo sobre los labios y asintió.

—El tío Denys dice que sí.

El Cuidador entendía cosas como aquélla. Sólo le llevaba un poco más de tiempo.

Nómbrame los ríos y los continentes o cualquier otra lista que quieras, Ari. No me importa el orden. Quiero elaborar un patrón de tu voz. Sigue hasta que yo te diga.

—Está el Novaya Volga y el río Amistad, está Novgorod y Reseune. Playnys, las Antípodas, la Bahía Swigert, Gagaringrand y High Brasil; está Castilla y el Don y Svetlanks...

Muy bien. Es suficiente. A partir de hoy, puedes usar tu tarjeta en el Cuidador en cualquier lugar que estés antes de entrar en el sistema, y decir tu nombre para el Cuidador. Esta Base se activará. Estoy creando continuamente transcripciones de todo esto. Puedes acceder a ellas pidiéndole al Cuidador que las ponga en la pantalla o las imprima. Si Denys está cumpliendo su misión, entenderás lo que digo. ¿Lo comprendes sin que él te lo diga?