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Al principio habían pensado enviar propulsores desechables, apenas más complejos que sondas robotizadas de exploración, pero la tripulación exigió que la misión tuviera una capacidad de aborto y retorno parcial que, dadas las probabilidades de fracaso existentes, terminó siendo una posibilidad completa de retorno. Eso suscitó la idea de un módulo impulsado tripulado que se quedara en la estrella de Bamard si ésta no contaba con suficientes materias primas para garantizar la autosuficiencia del módulo Alfa, en cuyo caso,Gaia podría quedarse durante unos años, luego evacuar la estación hasta dejar sólo el núcleo esencial y devolver la misión a la Tierra. Si la estrella resultaba un lugar viable para la estación,Gaia se quedaría sólo alrededor de un año hasta que el módulo estación Alfa alcanzara pleno funcionamiento y quedara estable en su órbita. Luego, volvería a Sol con su pequeña tripulación y devolvería el móduloGaia para una segunda misión. El módulo se revisaría y se pondría a punto, y regresaría con suministros, minerales para la investigación y materiales de los que la naciente estación tal vez no dispondría. Tan importante como los suministros, teorizaban aquellos primeros pioneros, era el vínculo humano, la seguridad de que habría un contacto directo, cara a cara, con otros seres humanos a través de lo que, en aquella época era un espacio inconcebible y muy solitario.
La Tierra, que gracias a los datos transmitidos desde Gaia y la estación Alfa sabía desde hacía años que la misión tenía éxito y que Gaia estaba de regreso, entrenó una tripulación de reemplazo y preparó la misión de retorno, tal como se había planeado.
Pero los tripulantes deGaia, sujetos a los efectos de la relatividad y con un flujo de información que les indicaba que en la lejana Tierra se estaban produciendo cambios crecientes, se sentían más cómodos en la nave que en la comente de una cultura terráquea que ya no les era familiar. El viaje a la estación Sol constituyó una experiencia muy desagradable para ellos, de forma que volvieron a ocuparGaia en un movimiento por sorpresa que desconcertó por completo a las autoridades de la estación y que finalmente les proporcionó el control de la nave y relegó a la tripulación de reemplazo a la espera de la próxima nave.
Otras tripulaciones de misiones posteriores tomaron la misma decisión y acabaron por considerarse viajeros permanentes. Sentían que sus pequeñas naves constituían un hogar, tenían hijos a bordo y cuando las estaciones estelares y los impulsadores que las ayudaban se multiplicaron, apenas si pidieron a la Tierra y a las estaciones estelares combustible, provisiones y los nuevos adelantos para que sus naves tuvieran compartimentos más grandes o propulsión más avanzada, lo que se hubiera descubierto desde el último lanzamiento.
Las estaciones de una docena de estrellas se unieron por el viaje regular de esas naves. Pero en el aislamiento de aquella época, en que los mensajes viajaban sólo a la velocidad de la luz. y las naves todavía más despacio, cada estación estaba al menos cuatro o cinco años atrasada de noticias respecto a cualquier otro lugar habitado por humanos, fuera una nave o una estación, y aprendieron a vivir con esos extraños referentes temporales, que resultaban totalmente ajenos a la población general de la Tierra.
La noticia del descubrimiento de vida inteligente en un planeta de la estrella de Pell, la estrella que la Tierra había llamado una vez Tau Ceti, llegó a la Tierra diez años después de que el acontecimiento tuviera lugar. Los seres humanos llevaban dos décadas conviviendo con los downers cuando las elaboradas instrucciones de la Tierra llegaron a Pell; y todavía La Tierra, asediada por la superpoblación y las crisis políticas debidas sobre todo a las viejas rivalidades internas, había florecido sin embargo mientras constituyó el foco del desarrollo humano. La inesperada migración de los habitantes de las estaciones a la nueva colonia en Pell, que siguió a la perspectiva de una biosfera abundante, una población nativa primitiva y amistosa, y recursos explotables en una órbita libre, se convirtió en una ola imposible de detener. Las estaciones entre la Tierra y Pell se cerraron, interrumpieron el comercio del Gran Círculo y provocaron un caos económico en la Tierra y en la estación Sol.
La Tierra reaccionó tratando de regular la situación a través de un abismo temporal de diez años: los políticos terrestres apenas concebían la fuerza económica que podían adquirir las estaciones que quedaban, dada la concentración de población que provocó la migración a Pell. El incremento de población y el descubrimiento de vastos recursos, combinados con un deseo psicológico de salir a explorar, dieron como resultado que las instrucciones de la Tierra, que se habían enviado veinte años atrás, llegaran en una situación en la que el rápido flujo de los acontecimientos incluso habría hecho significativo un retraso de un mes.
La Tierra se encontró cada vez más aislada, sujeta a las presiones internas de un sistema de comercio en declive, y en un acto desesperado y absurdo impuso un impuesto punitivo que provocó la aparición del contrabando y de un mercado negro muy activo; lo cual, a su vez, causó una caída del comercio en general. La respuesta de la Tierra fue la declaración de un trato de favor para determinadas naves, hecho que provocó hostilidades armadas entre naves de la Tierra y naves construidas en las estaciones y que por tanto no tenían ninguna lealtad hacia su política confusa y muy variable.
Además, la Tierra, convencida de que la emigración de científicos e ingenieros desde el Sistema Solar estaba alimentando a las culturas espaciales con la flor y nata de su población y robándole sus talentos, promulgó una prohibición de emigración, no sólo para viajar desde la Tierra y la estación Sol, sino para los movimientos de ciudadanos de determinadas profesiones de estación en estación.
Gaia hizo su último viaje a la Tierra en 2125, y se fue, jurando no volver.
Una ola generalizada de rebelión y amotinamiento barrió las estrellas; las estaciones fueron abandonadas; las sondas y las misiones buscaron estrellas más lejanas, no por motivos económicos, sino porque cada vez había más gente que deseaba irse, que buscaba libertad política antes de que llegaran las restricciones.
Cuando los habitantes del espacio consideraron que hasta Pell era demasiado vulnerable a la influencia de la Tierra, y cuando la economía ya estabilizada de Pell ofreció menos oportunidades para las inversiones, más provechosas en la fase inicial de una fundación, surgieron las estaciones Viking y Mariner.
En el año 2201, un grupo de científicos e ingenieros disidentes, apoyados por los intereses económicos de Mariner, fundaron una estación en Cyteen, un mundo totalmente diferente de Pell. El brillante trabajo de uno de estos científicos, unido al poder económico de las nuevas industrias de Cyteen, posibilitó la creación de la primera sonda más rápida que la luz en el año 2234, un hecho que alteró la escala temporal de los vuelos espaciales y cambió para siempre la naturaleza del comercio y la política.
Los primeros años de Cyteen estuvieron marcados por un estallido de crecimiento e invención sin parangón en la historia de la humanidad e, irónicamente, por la resurrección de tecnologías totalmente en desuso, extraídas de los archivos de naves: motores de combustión, procesos dependientes de la gravedad, todo lo que sirviera para ayudar a las enormes exigencias de un desarrollo terrestre a gran escala. Además, hubo tecnologías planetarias específicas de Cyteen, para crear enormes bolsas de atmósfera respirable en un medio muerto, todo eso porque Cyteen representaba una oportunidad impresionante para la especie humana. No había población indígena inteligente. Tenía un ecosistema variado y totalmente extraño, en realidad se trataba de dos ecosistemas debido al extremo aislamiento de sus dos continentes, muy distintos entre sí y todavía más de la Tierra o dePe//.