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Florian lo hizo, Catlin levantó las cejas y puso una cara muy pensativa y quieta cuando la miró. Asintió una vez, con una mirada que significaba que estaba pensándolo seriamente. Así que no estaba segura de si se había portado como una estúpida o no, o si era verdad o no, o si era verdad sólo en parte.
Florian y Catlin podían averiguar muchas cosas, porque eso era lo que habían aprendido a hacer.
Eso contestaba muchos de los «¿Qué es Raro?», que era lo que más la asustaba, pero claro, no daba todas las respuestas.
Como por qué Desaparecía la gente y qué quería Giraud.
Como por qué mamá no le había escrito cartas o qué había pasado con las cartas si le había escrito.
Como que era Raro que no le hubieran dicho la verdad desde el principio.
Como que era Raro que mamá hubiera dado tantas vueltas con el nombre y le hubiera dicho que su papá era un hombre que se llamaba James Carnath. Y ése tampoco era el origen del Emory.
Era Raro que mamá hubiera ocultado muchas cosas que no había querido contestarle. Ella no había querido preguntarle mucho cuando era pequeña porque intuía que mamá se ponía muy incómoda.
Y cuando lo pensaba, sabía que mamá la había Trabajado también, podía sentirlo cuando lo recordaba.
Eso era lo que había dado ganas de vomitar.
Estaba asustada, asustada de que nada fuera verdad, ni siquiera lo que le decía el tío Denys. Pero no podía dejar que nadie conociera sus sospechas.
Lo último que había dicho el tío Denys era algo que ella ya sabía: que cuando se hacían preguntas se daba mucha información sobre uno mismo a alguien en que tal vez no se debía confiar. Así que el tío Denys también lo sabía y le estaba advirtiendo que no tenía que preguntarle cosas.
Como mamá, sólo que el tío Denys lo hacía de otra manera, sin disimular: no me digas cosas que no quieres decirme porque no sabes si estoy de tu parte.
Si el tío Denys quería Trabajarla, estaba haciendo algo realmente complicado, y la pastilla contra el dolor le estaba haciendo sentir confusa. Si eso era lo que deseaba, estaba empezando a confundirla.
O por sacarle de la cabeza ,lo que ella quería pensar.
Mierda, pensó. Mierda, mierda.
Porque estaba atrapada en la cama, y le dolía y no podía pensar más allá del trank.
XII
Preséntate en mi oficina,decía el mensaje de Ya
—Tengo que ver a Ya
Sin comentarios. No había nada que decir. Grant sólo lo miró, preocupado.
—Hasta pronto —se despidió Justin en un intento ácido de humor—. Ojalá pudieras ser testigo de ésta.
—Sí —suspiró Grant, sin bromear.
Justin no estaba preparado para una entrevista con Ya
Dios, pensó, que pueda con esto.
De alguna forma.
Gracias a su memoria entrenada de azi y a su comprensión profesional del tema, Grant había registrado el grupo psíquico y lo que oía; había memorizado todo lo que sucedió mientras Justin contestaba las preguntas de Giraud y todo lo que pasó mientras se recuperaba, incluso las palabras ocasionales y los pequeños comentarios de los médicos que lo habían conducido a casa. Revisarlo y saber que eso era todo lo que había pasado había sido muy reconfortante; tener a Grant con él en la noche lo había mantenido razonablemente centrado en el aquí y el ahora y le había permitido levantarse por la mañana, fingir una alegría deliberada y ciega y decidir que quería ir a trabajar.
Al menos puedo hacer algo con los informes, había dicho a Grant, refiriéndose a las enormes montañas de informes que habían estado esperando durante semanas para que los pasaran a los archivos de los ordenadores y los firmaran a mano como «archivados» antes de enviarlos a la trituradora. No podía ser mejor día para eso.
Hoy no podía tolerar cambios, y mientras caminaba por los pasillos hacia la puerta de Ya
No tenía ni idea.
—Marge —saludó a la ayudante de Ya
—Entra —dijo Marge—. Te está esperando.
Una señal en el registro. Eso era todo.
Abrió la puerta y encontró a Ya
—Ser.
Ya
—Siéntate —invitó Ya
—Hijo —dijo Ya
—Bien —dijo él, una sílaba, cuidadosa, casi tartamudeada.
—Armé un escándalo cuando me enteré —dijo Ya
—Sí, ser.
—Petros puso eso como orden absoluta de ahora en adelante en tus registros. Y mejor será que obedezcan. Oye una cosa: lo grabaron, no en los archivos de Seguridad, pero la grabación existe. Si la necesitas, la tienes. Giraud lo prometió, hijo. Esta mañana están muy razonables con todo este asunto.
Justin lo miró con los ojos muy abiertos, vacíos y una sensación desoladora de que tenía que haber un posterior examen, de que lo estaban preparando para algo. Grababan, de eso estaba seguro. Uno confiaba en alguien y ahí mismo lo traicionaban.
—¿Esto es otro examen de voz? —preguntó, para que se lo dijera directamente.
La línea que había entre las cejas de Ya
—No. No. Quiero explicarte algunas cosas. Las cosas están muy, pero que muy difíciles en la oficina de Giraud en este momento. Mucha presión. Van a tener que destapar el secreto. La época de infancia ha sido perfecta. Quería advertirte, que ya se lo han dicho a Ari, al menos le dijeron que no es la hija biológica de Jane Strassen y que es una réplica de una persona que se llamaba Ariane Emory, que para ella es sólo un nombre. Así que esa presión va a desaparecer bien pronto. Tiene un brazo roto y bastantes chichones. Se lo contaron todo mientras estaba bajo el efecto del trank para que al menos pudiera mantener la reacción inicial en el nivel emocional, donde pudiera controlarlo, por lo menos a medias, para que lo aceptara en el nivel glandular antes de empezar a hacerse preguntas con esa función lógica suya tan aguda y persistente, supongo que ya te habrás dado cuenta de ello. Te lo digo porque fue a verte antes y te volverá a visitar para pedirte información. Si va, no te asustes. Sigue los procedimientos, llama a la oficina de Denys y explica a Ari que no tienes más remedio que hacerlo, que Seguridad se enfadaría mucho si no lo hicieras, lo cual no es ninguna mentira.
Justin respiraba mejor ahora, se dijo que todavía era una trampa, pero al menos el asunto había adquirido una forma definida, una calamidad pospuesta para un futuro inconcreto.
—¿Sabes cómo se enteró Jordan de esto? —le preguntó a Ya
—Lo llamé anoche. Dijo que estaba bien, que estaba muy preocupado por ti. Ya sabes, hay muchas cosas que no se pueden comunicar por teléfono. Le dije que estabas bien, que lo llamaría hoy otra vez.
—Dile que estoy bien. —Justin sintió que se estaba aferrando al brazo de la silla, los dedos apretados con una fuerza que se había convertido en dolor. Los aflojó, tratando de relajarse—. Gracias. Gracias por llamarlo.
Ya
—Sospechas mucho de mí, ¿verdad? Justin no contestó a esa pregunta.
—Escúchame, hijo. Puedo aguantar muchas cosas, pero sé cómo trabajas y sé que no tuviste nada que ver con la niña, que fue la maldita insistencia de Giraud que quería revolver de nuevo una mente que vale más que dos o tres de las que hay por aquí y no es necesario recurrir a mi opinión profesional para verlo. Giraud tiene demasiada prisa, mierda, no le importan los procedimientos, no le importa la ley, no le importa nada que se interponga en su camino. —Ya